lunes, 28 de septiembre de 2009

Recuerdos de un monaguillo

4 ¡TOME LA PALABRA!

por Carlos Valiente Romero | Tampa, Florida

Gratos recuerdos guardo siempre en mi memoria de aquélla que llamamos "la época de oro" de nuestro pueblo, cuando muy joven formé parte del grupo de "monaguillos" que año tras año marchaban en todas las procesiones que eran organizadas por nuestra Iglesia Parroquial y su bien recordado Párroco Pbro. Vicente Jovaní Más.

Circa 1946-1947: Monaguillos de la Iglesia Parroquial de Santiago de las Vegas. De rodillas, de izquierda a derecha: Jorge Torres Mora (creemos); un joven de apellido Serra, también conocido como "Serrita"; en tercer lugar, Delfito Ochoa; Gustavito Galainena Porres; Emilito Perera Barbosa; Enrique Rueda Gallol (Quique). De pie, de izquierda a derecha: José Ramón Garrigó Pita; Carlos Valiente Romero; Juan Rafael Díaz, sacristán de las misas y procesiones oficiadas por el Rvdo. Padre Vicente Jovaní Más; le sigue (creemos) Guillermo Rueda Gallol (Guille); último, desconocido. Imagen de la colección de José Ramón Garrigó.
Una de estas procesiones era la que se llevaba a efecto con motivo de las Fiestas Patronales el 25 de julio, Santiago Apóstol, y las otras eran las muy tradicionales que conmemoraban la Semana Santa y que se iniciaban el Lunes Santo con el Via Crucis; continuaban con la de Jesús Nazareno, la Virgen María y San Juan el Miercoles Santo y continuaban con las muy solemnes procesiones del viernes con las muy tristes del Santo Entierro primero y la de la "Soledad" que después, bien tarde en la noche, recorría nuestro pueblo con las imágenes de la Santísima Virgen María y San Juan (siempre guiando con "su dedo" el camino). A todos estos desfiles procesionales le seguía como gran colofón de la Semana Mayor la procesión llamada por nuestro pueblo como la del "Encuentro", cuya principal ceremonia ocurría tradicionalmente al amanecer del Domingo de Resurrección en la Calle 11 entre 6 y 8 frente a la Cafeteria y Dulceria "La Dominica".
Década del 1950: Procesión religiosa. Imagen de la colección del Dr. Leonardo Gravier.
Para los santiagueros que vivimos esa época y para los que no, recordamos que terminando la procesión del Santo Entierro la imagen yacente de Cristo, en su preciosa urna funeral, no regresaba al templo si no que su "entierro" se escenificaba depositando la urna al cuidado de la familia del Sr. Rogerio Díaz (padre), cuyo hogar de la calle 15 esquina 4 era adyacente a la iglesia. De allí, al amanecer del Domingo de Resurrección salía la procesión del Cristo Resucitado, recorriendo toda la calle 15 hasta la 10 y de allí a la calle 11 entre 8 y 6, donde ocurría la ceremonia de "El Encuentro" con el saludo flexionado entre Cristo Resucitado y las imágenes de la Virgen Dolorosa y el Apóstol San Juan, procedentes de la Iglesia. 

También era muy popular tradición en ese gran "Día de Fiesta de la Cristiandad" la "Quema de Judas" en la esquina del Ayuntamiento (calles 11 y 6). Este acto consistía en la quema de un gran muñeco de trapo y yerba, el que se rellenaba con pequeños cohetes pirotécnicos que al explotar hacían gran algarabía. Su organizador por muchos años lo fue el Sr. Armando García, conocido en el pueblo como "Armando el de Lisardo" (bodega ubicada en la misma esquina). Es de notar que nuestra amiga y santiaguera "en línea" Xiomara Vigoa, residente en Orange County, California, escribió este año en Semana Santa, preguntando si alguien se acordaba de los muñecos de trapo que quemaban por haber matado a Cristo... Pues bien, aquí, al cabo de unos meses, tiene Xiomara su respuesta. Finalmente, entre muchas de las "alegres chiquilladas" que pudiéramos contar de muchos de nosotros como "monaguillos" siempre serán las eternas discusiones que se presentaban a la hora de iniciarse las procesiones... pues era entonces y sólo entonces cuando se litigaba "con gran ruido" una cosa tan importante como... ¡quién llevaría los ciriales y... quién llevaría la cruz!, problema de "última hora" en que en muchas ocasiones el propio Padre Jovaní tenía que "poner orden", y por tal motivo punto final. Hasta aquí estos queridos recuerdos de nuestro Santiago de ayer.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Nota de duelo: Angelina González de Villavisanis

11 ¡TOME LA PALABRA!

Anoche sábado 26 de septiembre a las 9 p.m. entregó su alma Angelina González de Villavisanis en San Juan de Puerto Rico a los 90 años de edad tras una larga enfermedad. Propietaria con su esposo Armando Villavisanis de la bodega en la esquina de las calles 14 y 15 en Santiago, en 1970 Angelina fundó con su familia el reconocido Colegio "Cupey María Montessori" en Puerto Rico. La sobreviven su esposo, hijas Cándida y Angelinita, nietos y bisnietos.
Angelina estará expuesta hoy desde las 4 de la tarde en la funeraria Buxeda de Puerto Rico. Mañana 27 de septiembre a las 9,15 a.m. se celebrará una misa en su honor antes del entierro en el cementerio Buxeda de Isla Verde. A las familias González y Villavisanis, nuestras más sinceras condolencias.

martes, 22 de septiembre de 2009

Un legado de nuestra cultura

2 ¡TOME LA PALABRA!

por Leovaldo González Álvarez / Santiago de las Vegas Algunos de la mano y hombro con hombro vamos caminando silenciosamente, acompañando al que, para algunos de los que conforman nuestra atribulada marcha, es un ser querido de la familia y para otros un amigo entrañable que fue su compañero de muchos años. Este cortejo no siempre seguía el mismo recorrido; generalmente partía de las casas de familia hasta el lugar donde todos confluían, la esquina de la Ferrolana, en la calle 13 y 16. Allí, al igual que por donde quiera que se pasara durante el trayecto, se retiraban el sombrero y guardaban silencio en señal de respeto, de apoyo y consuelo a los familiares y amigos, tanto los que salían de sus casas como los que transitaban en ese momento por la calle. Cruzamos la Línea, muy próximos a la Estación del Ferrocarril (a la izquierda), que ya para esa fecha había dejado de fungir muchas de sus tareas originales y que con su funcionamiento en etapas anteriores, cooperó de forma incuestionable en el desarrollo y crecimiento económico de nuestro pueblo. Durante la Guerra de Independencia los vecinos de la entonces llamada Calle del Paradero suministraron información al mando del Regimiento de Santiago de las Vegas sobre el movimiento enemigo de tropas y material de guerra, conformando una organización urbana que con su valor y patriotismo colaboró en la seguridad y realización de acciones de guerra del Regimiento. Al mismo tiempo este lugar fue testigo del fin de la soberanía de España sobre nuestro Santiago, ya que en la mañana del día 11 de enero de 1899 partió desde aquí el resto de las fuerzas que la representaban en la comarca. Otras vías de comunicación, así como otros medios de transporte alternativos la han relegado en el tiempo pero no de nuestra historia. La Línea, algo que en mi imaginación cuando niño concebía como una frontera, algo que al cruzar me pondría en contacto con charros y corridos mejicanos, por aquello de Jalisco y Rancho Grande y que al crecer un poco mas pude conocer se encontraban delimitados uno de otro por un puentecito, casas levantadas en tierras pertenecientes al Municipio y que el pueblo eufemísticamente había bautizado con esos nombres, donde vivía gente trabajadora en espera de poder mejorar sus condiciones económicas. Unos pasos más y ahí esta el Cuartel de la Guardia Rural. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Aquí tuve que venir a prestar declaración como consecuencia de un accidente de tránsito. Me enredé en mi bicicleta con un carro que venía de La Habana y si no hubiera tenido un poco de suerte, ahora estuviera mirando todo esto desde arriba, y sin darme cuenta y a falta de alguna madera cercana que poder tocar, cruzo los dedos y exclamo ¡SOLAVAYA! 1870: El primer cementerio de Santiago de las Vegas. A lo lejos y a nuestras espaldas se oye un doblar de duelo en la campana de la Iglesia, pero hoy nos dirigimos en dirección opuesta, a otro lugar sagrado. Ya, desde finales del Siglo XVII y a partir de que un 18 de febrero de 1694 fuera bendecida la primera piedra de nuestra actual Parroquia, algunos de sus terrenos colindantes conformaron nuestro Campo Santo, hasta que por Real Cédula del año 1787, son suspendidos los enterramientos en la Iglesia de Santiago de las Vegas. A pesar de ello, los mismos continúan hasta el año de 1832, fecha en la que se inaugura el primer cementerio en el extremo oeste de la calle 11 y que fuera construido por iniciativa y gestiones del Director Honorario de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País, Don Francisco de Quesada. Finalmente y hasta el presente, el mismo quedó ubicado en las inmediaciones del pueblo en la antigua Calzada al Wajay, obra iniciada en 1893 y culminada en 1895. 1897: El segundo y actual cementerio de Santiago de las Vegas, a dos años de su inauguración casi sin bóvedas. Como era costumbre en mi pueblo, después que todo termina, alguien se adelanta a los allí reunidos y pronuncia unas palabras de elogio, exalta cualidades y agradece en nombre de los familiares el haberlos acompañado en su dolor. Como no todos contamos con el don de la palabra y a otros en momentos tan dolorosos se nos atenazan en la garganta, muchos santiagueros solicitaban el concurso de aquellas amistades que con su verbo y elocuencia nos prestaban su apoyo en aquel acto de rememoración final y entre los cuales destacamos con nuestro mayor agradecimiento al Dr. Gabriel Gravier, Marcelo Salinas y Arsenio Alemán Campos. Santiago de las Vegas también tuvo sus costumbres o manera tradicional de afrontar los momentos más difíciles para sus familias, pues al igual que el dolor compadecido nos ennoblece, el dolor abandonado nos envilece o degrada. Una gran parte de mi gente, con una que otra excepción, optaba por mantenerse bajo el amparo de su propio techo. Se disponían las salas de las casas, fueran espaciosas o no, con mobiliario propio o con ayuda del de los vecinos más cercanos. Se cubrían las aceras de la calle con sillas de tijera que se alquilaban con Palomino. Palomino era el equivalente del Caronte de la mitología griega para los santiagueros, el encargado con seriedad y respeto de llevar nuestros seres queridos a su destino final, sin olvidar a Capelo con sus adornos florales de cintas satinadas que llevaban nuestro mensaje en letras abrillantadas (aquí puede leer una simpática anécdota sobre Oscar Palomino publicada anteriormente en Santiago de las Vegas en Línea). Mira que mi pueblo fue pródigo en comercios, bodegas, bares, cafeterías, restaurantes, panaderías, muchos de ellos uno frente a otro en la misma esquina, ¡pero a Palomino!, a ese, que yo conozca, nunca nadie pretendió hacerle la competencia en esa particular actividad. Un día a finales de los años 50, acondicionó la Funeraria Maulini un local en calle 2 entre 13 y 15 y hasta en su frente pusieron una cenefa con azulejos color vino que le daba una perspectiva sobria y luctuosa. Pero los que tomaron esa decisión no conocían o no tuvieron en cuenta el arraigo de Palomino en mi pueblo, su carácter humano y solidario en los momentos más tristes y difíciles, pues no todos contaban con la posibilidad de afrontar la retribución de esos servicios y que en esas oportunidades brindaba al costo, en detrimento de la economía de su familia, pero que al mismo tiempo hacía incrementar el reconocimiento de la comunidad hacia su persona. Palomino hasta llegó a brindar sus servicios con pagos a plazos, pero esto en particular no me extraña. Según me contó una vez mi padrino Emilio Prieto, en una ocasión en que la situación general estaba más prieta que su apellido, él tenía un negocio de peletería y llegó a vender los zapatos a plazos; al contado, ni los cordones. Pero analizando fría y jocosamente, en caso de que el compromiso de pago no fuera cumplido, un par de zapatos, un mueble u otro artículo cualquiera eran recuperables, siempre con su correspondiente pérdida por depreciación, pero….. en un servicio funerario después de brindado, ¿Qué recuperar? Al parecer los santiagueros agradecidos no le fallaron en sus plazos y como todos siempre nos encontramos en Lista de Espera, nadie quiso quedar mal con este compromiso y perder su garantía. Pero volviendo a Maulini podemos agregar, ¡qué lugar para su ubicación!, precisamente frente al Parque, lugar de reunión de la juventud y de juegos infantiles, hecho para la alegría y los encuentros, con fondo musical de la vitrola del Bar Royalty y con la Notaría de José Ramón Sánchez a su lado. Allí, donde celebraban bodas frecuentemente, felicitaciones y pitadera de carros, flashes de cámaras fotográficas, arroz Tío Ben y flores por el aire. Nada más equivocado y tuvieron que cerrar por falta de tendidos. Para algunos parecerán algo lúgubres estas líneas, recordar los momentos de dolor es algo que siempre tratamos de eludir, pero la sabiduría popular que se reflejaba en nuestros actos y costumbres es incuestionable. Todos los años el 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos, los fieles de la iglesia católica elevan sus plegarias y en aquellas épocas, particularmente, se oficiaba por sus almas una misa en la capilla del cementerio. Pero si entramos en detalles, todos aquéllos que se destacaron por determinadas causas, militares, políticas, artísticas u otras, tienen su día determinado en que la sociedad les recuerda y en el que se enaltece su obra y su quehacer en el beneficio de la comunidad, pero a los que no alcanzaron esos lauros y que dedicaron sus vidas a la familia y en la medida de sus posibilidades al bienestar de todos, nuestra presencia de apoyo a sus familias, nuestra marcha por las calles de Santiago y las palabras de recordación y elogio para sus actos entre nosotros, eran la muestra del póstumo reconocimiento social de su comunidad, el estímulo que todos necesitamos, para la familia: orgullo y satisfacción, un aliento para continuar con su ejemplo. En verdad reconocimiento social, porque recuerdo en muchas ocasiones la voz del pueblo comentando de cuántas personas habían participado, acompañada de una expresión definitoria: ¡Todo Santiago estaba allí! Porque, por ejemplo, cómo catalogar si no es como orgullo y satisfacción el hecho de que aún hoy, a pesar de los años transcurridos, la familia Alemán recuerde que al paso del sepelio de Sacramento Campos, hasta las puertas de los establecimientos comerciales de Santiago se cerraran en señal de respeto y reconocimiento a su insigne Maestra. Al igual, otras muchas familias santiagueras llevan este recuerdo como una bandera que pasan de mano en mano, de generación en generación. Corramos el telón y demos paso a un nuevo acto. También en Santiago se hacía mofa de La Vieja de la Guadaña. Recordemos cuando, en los días de carnaval o parranda con mucha batahola y algarabía celebraban en calle 11 esquina 6, en el fondo de la Barbería de Majúa, el Velorio de Pachencho y en el que siempre aparecía un voluntario para representar al difunto vistiendo su correspondiente traje de madera y que después sacaban en hombros con su conga a parrandear por las calles con el pueblo. Y ahora les voy a contar algo que no he podido nunca verificar. Resultó que a uno le da una sirimba en el pueblo, en medio de una cumbancha. Lo declaran difunto y en el momento final sus compañeros deciden que en el último viaje lo acompañe su bebida preferida. Abren la caja y ponen en su mano una cerveza. Al contacto con el helado láguer, el difunto abre los ojos, se sienta en la caja y grita a toda voz, ¡Caballero, qué calor, si no fuera por Cristal! Y ahí mismo se formó el corre corre. Final feliz, el «curda» se salvó en tablitas porque lo iban a poner seis pies bajo tierra y por carambola a Santos Lucio le aumentaron las ventas de la Cristal en el pueblo. Dicen que tanto o más que cuando Rosita Fornés haciéndose la marciana salió con su lagarto de un disco volador en la Fuente Luminosa. Jocosidades de la gente de mi pueblo, chistes de amigos entre cerveza y cerveza. Hoy sentimos la necesidad de traer todo este legado al presente, forma parte de nuestro patrimonio, de nuestra formación y de nuestra cultura. Evocar algunos de los lugares y personas que fueron actores en ellas los ha traído por un momento a la vida. En una vieja libreta de mi padre encontré este pensamiento: «El dolor tiene una fuerza mejoradora, nos hace ser más buenos, más comprensivos, nos reconcentra dentro de nosotros mismos, nos persuade de que nuestra vida no es un recreo, sino un deber».

sábado, 19 de septiembre de 2009

La Universidad Autónoma de México visita Santiago de las Vegas

0 ¡TOME LA PALABRA!

Hace unos días, nuestro amigo y colaborador Gerardo Buría Prieto, autor de la antigua columna "Viejos recuerdos de Santiago de las Vegas" publicada en la revista El Cacahual, nos hizo llegar una fotocopia de un interesante artículo en la revista del C.I.R. del año 1953, recordando un importante momento deportivo y cultural en la historia de nuestro querido pueblo.

"El día 29 de abril de 1953 se honraron Santiago de las Vegas y el Centro de Instrucción y Recreo con la visita del team de Volley Ball de la Universidad Autónoma de México. Con tal fin la Junta Directiva y la Sección de Deportes del C.I.R. organizaron una serie de actos en su honor. En horas de la mañana les fue ofrecido un brindis en el Club de Cazadores de esta ciudad. Por la noche fueron recibidos a la entrada del pueblo por el Sr. Alcalde Municipal y su esposa, el presidente del Ayuntamiento, la Junta Directiva y la Sección de Deportes del C.I.R., representativos de instituciones, periodistas, etc., desfilando hasta nuestro salón de deportes donde el delegado de dicha universidad y el presidente del C.I.R. Armando Olivera Jiménez intercambiaron sus respectivos gallardetes. Gratísima impresión causó esta visita de los hermanos aztecas a nuestra ciudad".

Fue Presidente del C.I.R. en ese año de 1953 el veterinario, Dr. Armando Olivera Jiménez. Durante su mandato se publicó una sola Edición Conmemorativa de la Revista del C.I.R. en celebración del Centenario de Martí. Nuestro agradecimiento a Gerardo por su amable contribución.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Supersticiones santiagueras

11 ¡TOME LA PALABRA!

por Consuelo Hernández Basabe / Miami, Florida

¿Recuerdan cuando éramos pequeños, todas las advertencias que nos hacían las personas mayores? "Eso es malo" o "Eso hace daño". Yo desde pequeña me rebelaba (por dentro, desde luego) y me decía "Cuando sea grande no voy a creer en eso". Y efectivamente, no soy supersticiosa. Éstas son las supersticiones que recuerdo:

  • No abrir la sombrilla dentro de la casa, pues atraería la mala suerte. 
  • Igualmente atraerían la mala suerte el barrer la casa de noche; prestar tijeras; cortar papel dentro de la casa; tirar sal al piso; prestarle sal a los vecinos. 
  • No poner un sombrero encima de la cama, pues anunciaba la muerte. 
  • No romper un espejo, pues traería siete años de mala suerte. 
  • No sembrar maticas de maní, pues atraería miseria. 
  • No meter el cuchillo en la candela, pues atraería al Diablo. 
  • No mecer un sillón vacío, pues atraería la muerte. 
  • Al pasar un entierro, decir "¡Solavaya!" para auyentar la muerte. 
  • No poner la cartera en el suelo, pues el dinero se va. 
  • No pasar debajo de una escalera, o no te casas. 
  • Llevar azabache para el mal de ojo. 
  • Usar el coral contra los ataques epilépticos. 
Otras creencias de mi niñez (en la década del 1940):
  • Si planchabas de día, no salir en la noche, pues te "pasmabas". 
  • No bañarse en la playa o en la casa acabado de comer (había que esperar tres horas), o te daba una embolia. 
  • Al salir del cine en la noche nos hacían taparnos la boca y la nariz para que no cogiéramos el "sereno" y nos resfriáramos. 
  • No comer plátano y tomar leche, pues resfriaba el estómago; lo mismo sucedía con la guanábana y la leche. 
  • Besar el pan antes de botarlo. 
  • No afeitarse o pelarse después de comer (daba una embolia). 
  • Después de dar a luz, la mujer debía esperar cuarenta días antes de lavarse la cabeza, o "el parto se le iría para la cabeza". 
  • Igualmente, la mujer no debía mirar un eclipse de luna si estaba embarazada, pues el bebé nacería con la mancha de la luna. 
  • Cuando se deseaba que una visita se fuera rápido, se colocaba una escoba con sal detrás de la puerta de la calle. 
  • Si había un rabo de nube (tornado), una persona experta lo podía "disolver". Una vez en la esquina de las calles 15 y 14, yo vi a una vecina de nosotros, a quien le decían Mariana la Tapastera, "cortar" en el aire con tijeras, y hacer cruces de cenizas en la calle para espantar un rabo de nube... y será coincidencia o no, pero el rabo de nube no pasó por Santiago.
¿Recuerda usted otras supersticiones santiagueras?

[Nota del editor: Nilia Coll nos cuenta que "cuando por casualidad aparecía un "rabo de nube" había que tirarle tiros para disolverlo o con una tijera cortarlo. Es muy cierto que cuanto tronaba mi abuela me ponía en la cama y después que pasaba hacia botes de papel para echarlos a la calle. ¡Qué maravilla de vida!"].

Artículo originalmente publicado en 2003 en el antiguo sitio de www.SantiagodelasVegas.org.

martes, 8 de septiembre de 2009

Un sazonador para la memoria

12 ¡TOME LA PALABRA!

por Leovaldo González Álvarez / Santiago de las Vegas No solamente, como muchos consideran, los que se encuentran distantes padecen la nostalgia de su gente y de su lugar de origen. También los que aún se mantienen dentro de ese universo añoran los momentos de etapas vividas, haciendo que la memoria cuando menos esperemos y motivada por alguna insospechada causa, nos tome de la mano y nos lleve con ella en su viaje contra el olvido. El aroma de un perfume, el degustar un sabor que estaba dentro de nuestras preferencias o simplemente el escuchar una melodía, da lugar a que se abra en nuestras mentes la ventana de los recuerdos y nos permite observar a través de ella, como si estuviéramos en presente, momentos y etapas de nuestras vidas. Mi municipio Santiago de las Vegas, toponímico formado por el nombre de su Apóstol, símbolo de la fuerza y la pujanza de su fe, batallador decidido; y Las Vegas por ser el cultivo del tabaco el predominante en el desarrollo de la vida económica de la comarca. A Santiago lo conocí un día en nuestra parroquia, montado en su caballo blanco y dispuesto a guiar con su ejemplo a los que lo habían llamado para ser el patrón de nuestro pueblo. De las Vegas sólo llegué a conocer el edificio del despalillo (a la izquierda), donde se traía a curar el tabaco en grandes tercios y que en años anteriores había sido fuente de trabajo para muchas familias santiagueras; el chinchal de la calle 11 y 4 donde por primera vez mis ojos vieron torcer la hoja para dar forma a un tabaco; y fundamentalmente la histórica lucha de los vegueros contra el estanco decretado por la Corona Española, que costó la vida a muchos de ellos y en cuya memoria se levanta el Monumento a los Tabaqueros en la entrada principal de nuestro pueblo. Santiago de las Vegas, en el que sus forjadores levantaron como elemento fundacional su magnífica Iglesia y en la que sus generaciones posteriores pusieron todo el empeño para el engrandecimiento y belleza. La gigantesca campana que girando sobre su eje y sonando a todo vuelo, decían que se oía mas allá del Rincón, su magnífica lámpara dorada que pendía de la cúpula, su barandal labrado en mármol que delimitaba la presencia del Santísimo en su magnífico altar, su elevado púlpito de madera preciosa, los coloridos vitrales que con sus imágenes se ubican en cada tragaluz. Santiago de las Vegas, con sus escuelas públicas y privadas donde un claustro de magníficos profesores impartía el conocimiento de las letras, además de educación formal y disciplina, y que con su ejemplo personal iban dando forma al espíritu y la conciencia de las nuevas generaciones. Al igual que los católicos, en sus varios templos Masónicos y Evangélicos también se nucleaban muchos miembros y familias en su fe y sus principios. Sus sociedades enaltecían la cultura y la práctica de deportes; fue en el Centro de Instrucción y Recreo donde por primera vez se celebró en Cuba el Día de las Madres. Grupo de jóvenes del Club Atlético en un juego de pelota. Fotografía de la colección de Leonardo Gravier. Teníamos también nuestro Stadium con juegos los domingos y el team de pelota del Club Atlético Santiago. Me veo con medio pueblo sentado en una gradería del Cerro, jugando Santiago contra el team del Teléfono y perdiendo en el noveno inning, ya no había uñas que comer, pero a palo limpio empatamos el juego y después nos vamos arriba. Santiago es campeón y dejamos al Teléfono tendido en el campo. Llegamos en caravana y al entrar en la calle 2 nos espera un Elefante Verde de tamaño natural y la conga de los Tuero, alegría total y orgullo de ser santiagueros. Campeonatos de basket ball, que se disputaban en las noches Los Pretty Boys, los Maceo, Los Locos de Mazorra, y juegos con el equipo de Bejucal, en los cuales de vez en cuando se subía la mostaza y acababan con algunos intercambios y no solamente de palabras. El antagonismo deportivo entre pueblos era parte también del folklore santiaguero. El recorrido mental me ubica en la zona comercial (foto a la izquierda de Marcos Ruiz): El Dandy, El Telar, Ritmo, La Casa Grande, El Gallo, Ventoso, Ingelmo, y cuando estoy frente a La Marquesita, de los más lejanos recuerdos de mi niñez algo que me impresionó sobremanera, surge la figura de un señor mayor, con un cono metálico que tenía además una boquilla y una agarradera, apoya sus labios en la boquilla y grita a todo pulmón en su amplificador artesanal: “LA MARQUESITA: EN AGOSTO TODO AL COSTO”. De seguro fue el precursor de la propaganda comercial en nuestro pueblo y que después continuó Cruz García con los amplificadores en el techo de un carro. Droguerías: Mora, Fina, García, Pepito Díaz, Pita y otras. Cafeterías, Bares, Restaurantes: Los 3 Ceros, el Kiosco de Berardo, La Central, El Royalty, La Dominica, La Suerte, La Espada, el Bar de Gervasio con su vitrola, que accionaba una orquesta de títeres cuando se le echaba su correspondiente níquel. Los helados del Chino Bigote (hand made, como se dice ahora). La Coficola, refresco de extracto de distintos sabores con agua efervescente, mejor que cualquier refresco de la red comercial; y para comer frituras con especialidad en plátanos, Jesús Chicharrita. La juguera de 11 y 4 donde una vez en los años 50 llegó a paliar la sed el campeón de los pesos pesados Rocky Marciano, y que no sé como vino a dar por estos lares, posiblemente le dieron mal la dirección del Niño Valdés. De éstos y de muchos más lugares pudiera contarles, pero el sol está que pela y a la memoria, que ya está algo vieja, le empezaron a doler los pies y no quiere dar un paso más. El Parque Viejo, o Parque Martí, en 1930. Fotografía de la familia Raymond-De Con. Se hace de noche y comienza nuestro andar por el equivalente al Prado Habanero de nuestro Santiago, calle 13 y calle 4, arriba y abajo enlazando el Parque Nuevo y el Parque Viejo, va mi gente luciendo sus mejores galas, conversando y saludando a todas las amistades, los enamorados y los que están luchando por una conquista. Década del 1950: el Teatro Popular del Centro de Instrucción y Recreo. Se va a la cartelera de los cines para ver si nos cuadra lo que están echando, eso en caso de que no hayamos leído los programas que en forma de picúas lanzaba Ovidio el Bobo por cada postigo o ventana de las casas. Ya en el Cine con cualquier problema en la proyección los asistentes gritaban a coro “¡FOGOTE, SUELTA LA BOTELLA!”. Íbamos a celebrar las fiestas de quince (a la derecha, la de Nilda de Con), éstas tenían su preparación inicial en los ensayos de varios días; en las primeras horas del día del cumpleaños no podía faltar la serenata, y después de la fiesta, el "desquite". Opción adicional: coger la Loma. La Tabernita, el Rincón Criollo, Las Brisas, El Palmar y todo eso aunque hubiera que regresar hasta Santiago a pie, como dice la canción. La memoria evoca los días 25 de julio de cada año en la celebración de las Fiestas de nuestro Patrón, fuegos artificiales, voladores, los "caballitos" en el parque y los bailes patrocinados por las sociedades culturales. En la Loma del Cacahual cada 7 de diciembre, también nos vemos rindiendo homenaje al Titán de Bronce y a Panchito Gómez Toro, cuyos restos fueron rescatados y traídos para su custodia por el Coronel Juan Delgado, que formaba parte del Regimiento de Santiago de las Vegas durante la Guerra del 95. Paradojas del destino: Martí que nació en la Habana está sepultado en Santiago de Cuba y los restos de Maceo, que nació en Santiago de Cuba, descansan en Santiago de las Vegas. Si La Habana tuvo sus personajes populares como el Caballero de París, Santiago no quedó en eso atrás, y repasamos las imágenes de aquéllos que compartieron con nosotros un espacio en el tiempo y que jocosamente llamábamos el Teniente, o el Viejo Pelayo. Pero si de popularidad se trata está Ovidio, que barrió en todas las encuestas después de ganar el primer lugar en un concurso del más feo entre los feos. Después de tanto recordar, la ventana de la memoria se entorna y toma una pausa, se percata que por lo general lo agradable se percibe primero, pero que no todo fue fiesta y jolgorio en mi pueblo, sino que la alegría se derivó como resultado del mucho esfuerzo, trabajo y dedicación de nuestros padres y abuelos. Aunque queda mucho aún en el tintero para comentar de Santiago y de los santiagueros, llegó el momento de volver a la realidad. Hoy podríamos decir que aquel Santiago añorado, tanto por los presentes como por los ausentes, ya no existe. Empezando por nuestro status: no somos más Municipio Santiago de las Vegas, nos llamamos Municipio Boyeros y hasta la laguna de Pancho Real se secó, y el Despalillo y el cine del Centro han desaparecido. Pero si lo material pasó a formar parte del pasado, el espíritu de los que tuvimos el privilegio de conformar esa comunidad prevalece y todos los que en ella nos formamos, continuamos transmitiendo a nuestros hijos la formación que recibimos de nuestras familias y de nuestros maestros, la certeza de que el esfuerzo y el trabajo diario nos llevarán por el camino de la prosperidad en todos los sentidos y que ello nos permitirá brindar una vida mejor a nuestros hijos y una gama más amplia de posibilidades en su desarrollo futuro. Es evidente que la esencia permanece, la semilla sembrada por nuestros predecesores se convirtió en un frondoso árbol, que azotado por los vientos ha esparcido a su vez sus semillas en todas las direcciones. Después de todo, ¿cuál fue la bujía que encendió la chispa de todos estos recuerdos? Pues yo consideraba que solamente tres cosas habían trascendido las fronteras locales de nuestro Santiago: el boniatillo de Florentino, de triángulos perfectos en sus envases de cartón y su dulce de coco en tinajitas de barro, así como las croquetas de La Dominica, que según el slogan de Juan Angulo eran Las Mejores Croquetas de Cuba... pero entonces la vista tropezó con un nombre que no por mucho tiempo sin escuchar estaba ni menos olvidado. En el anaquel de una "shopping" de mi pueblo me encontré con la oferta de un producto en cuya etiqueta estaba impreso SAZONADOR BADÍA. Después de tantos años, podemos celebrar: la semilla ha vuelto a casa.

lunes, 7 de septiembre de 2009

¡Feliz día de la Virgen de la Caridad del Cobre!

10 ¡TOME LA PALABRA!

por Carlos Valiente Romero / Tampa, Florida Entre las muchas tradiciones católicas más arraigadas en el pueblo cubano, una de las más importantes siempre fue la de la celebración el 8 de septiembre de cada año del Día de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba. Nuestro pueblo al igual que la mayoría de los pueblos cubanos mantuvo siempre su fidelidad a esta gran tradición mariana, por ello con la llegada de esta fiesta religiosa veíamos la proliferación en muchas de las casas con acceso a la vista de los transeúntes, de altares venerando la imagen de "La Virgen Santa de la Caridad". De niño recordamos que junto con nuestros padres recorríamos, como si se tratara de una competitiva peregrinación, muchas de las casas que fielmente año por año exhibían sus altares con gran detalle y presunción. Entre las que más recordamos está la del hogar de Enrique Córdova ("Bachito") y Rosa Cárdenas, matrimonio vecino que junto a sus dos hijas (una de nombre Yolanda, a la otra le decían "Queta"), vivían en el lado oeste de la calle 2 entre 9 y 11, pero... siempre y después de mucho andar, al final de nuestro maratónico recorrido... la casa que más resaltaba por su grande y bella presentación era la situada en la calle 2 y calle 5, hogar de la familia de Robertico Rey y sus padres, el "maestro de barberos" Joseíto Rey y su esposa, de apellido Ortega, a la que cariñosamente se le conocía por el sobrenombre de "Nena la Chambelona". De la colección de fotos del historiador Dr. Alfredo Escarano hoy Santiago de las Vegas en Línea publica una bella imagen hecha en mosaico del altar que con gran amor y veneración dedicaba cada año la familia Escarano en honor de la sagrada Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba. Hasta aquí nuestra sinopsis narrativa de esta cubanísima tradición que nuestro pueblo fielmente concelebraba.

sábado, 5 de septiembre de 2009

¡Santiago se manifiesta!

6 ¡TOME LA PALABRA!

Santiago de las Vegas en su época de oro fue un hervidero de ideas, de corrientes intelectuales y apasionados encuentros sociales y políticos. Como testimonio de esta época, hoy le ofrecemos dos elocuentes fotografías de la colección del Dr. Alfredo Escarano.

En la primera, maestros de Santiago de las Vegas se manifiestan en huelga en contra de la tiranía del Gral. Gerardo Machado en 1933. De izquierda a derecha aparecen: Isolina Huergo Santirzo; Amado (Manino) Herrera León (portando la pancarta); detrás, el Dr. Gabriel Gravier Delgado; su esposa la Dra. Rina Cortada Bernal; Carola Herrera León; Aurelio (Lelo) Roura Menéndez; Esther Pita Oliva; y otros a los que no podemos identificar. Como puede verse, todas las damas vestían de negro y muchos de los caballeros llevaban sombreros a la usanza de la época. En la segunda imagen, circa 1943, la Cámara de Comercio e Industria de Santiago de las Vegas se manifiesta en contra de alguna regulación gubernamental en la esquina del Ayuntamiento, calles 11 y 6. Es preciso aclarar que durante los dificiles años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el Estado aplicaba muchos controles que con frecuencia no eran bien recibidos por aquellas instituciones que representaban a nuestros esforzados comerciantes e industriales.
De izquierda a derecha y aproximadamente en el noveno lugar aparece el Sr. Santos Lucio Lima, con espejuelos oscuros y sombrero. Hacia el centro, el Sr. Félix (Felito) Romero; le sigue a su izquierda el Dr. Eduardo González Aguiar, seguido de un (muy joven) Rolando Encinosa Díaz, propietario de la conocida Tienda El Telar. A su lado, el Sr. Severo Gómez, a la sazón Presidente de la Cámara; el Sr. Gervasio Díaz, propietario del Bar-Cafetería La Suerte, que precisamente ocupaba el edificio detrás de los manifestantes; a continuación, el Sr. Benjamin Rodríguez Camero (Mino), popular alcalde municipal (1940-1952); José Badía Ferrer; el periodista Herminio Suárez Figueredo; el activista sindical Armando Dueñas; y el periodista Manuel Perera Fundora, representando a la Revista Antorcha. Le sigue el incansable maestro y periodista Luís Pérez Álvarez, director del popular periódico "Heraldo Santiaguero", fundado, si bien recordamos, el 14 de abril de 1929. Le siguen otros muchos a los que no podemos identificar, pero entre ellos se destacan muchos asiáticos representando la nutrida colonia china de nuestro querido pueblo como el conocido comerciante "Bigote el Chino", famoso por su popular negocio de helados y frituras de las calles 4 y 11, y el Sr. Emilio Chong, diligente propietario de la bodega "El Nuevo Mundo", de la calle 2 y 11; ambos aparecen al extremo derecho de la fotografía. Que sirva este modesto escrito de homenaje a todos estos santiagueros que lucharon por un Santiago, por una Cuba, y por un mundo mejor.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Los Garrigó de Santiago de las Vegas

14 ¡TOME LA PALABRA!

por José Ramón Garrigó / Coral Gables, Florida

Mi abuelo, José Garrigó Artigas, nació el 16 de diciembre de 1870 en Vilanova i la Geltrú, provincia de Barcelona, España. Emigró a Cuba a mediados de la década de 1880 – posiblemente 1884 – estableciéndose inicialmente en La Salud, un pueblo de la provincia de La Habana. Entre 1890 y 1893 se trasladó a Santiago de las Vegas, en la misma provincia, donde estableció una “tienda mixta” a la cual le puso de nombre La Barcelonesa (ver abajo). Allí vendía una variedad de artículos, incluyendo productos alimenticios, de ferretería, construcción y aperos de campo. Años después le cambió la razón social a Ferretería Garrigó, para reflejar más apropiadamente el tipo de mercancía que tenía a la venta.

Fines del siglo XIX o principios del XX: Ferretería y tienda de víveres "La Barcelonesa". En el arquitrabe sobre las columnas, las palabras "Cambio de Letras" confirman el origen del Banco Garrigó en este establecimiento de las calles 4 y 13, frente al Parque Juan Delgado. 


Debido a su seriedad comercial, y a la reputación de que gozaba, muchas familias y cosecheros de la zona lo hacían depositario de sus ahorros, los cuales a su vez el prestaba a comerciantes y agricultores para financiar sus respectivas operaciones y ayudarlos en el desarrollo de sus negocios. Estimulado por amigos y clientes, el 18 de abril de 1918 decidió establecerse oficialmente como entidad bancaria bajo la razón social de José Garrigó - Banquero, la cual fue cambiada a Banco Garrigó en 1939. Sus actividades bancarias crecían satisfactoriamente hasta que en 1920 vino el desplome del precio del azúcar en el mercado internacional. La economía de Santiago de las Vegas no dependía de ese producto pero se afectó igual que el resto del país. Las quiebras comerciales abundaban en la nación. Las extracciones de depósitos bancarios debido al temor de los clientes de perder sus ahorros, sumadas a las pérdidas sufridas en las carteras de préstamos, hicieron que muchos de los Bancos se encontrasen insolventes provocando la quiebra de un número de ellos.

Sin fecha: La esquina de la Ferretería Garrigó, con publicidades ilustradas. A la extrema izquierda, la fachada del Centro Obrero, y encima, los altos del fondo de la ferretería. El segundo señor de derecha a izquierda es el propietario, José Garrigó Artigas. Fotografía de la colección del Dr. Alfredo Escarano

El 10 de octubre de 1920 el Gobierno Cubano dictó el Decreto 1583 de Moratoria el cual incluía, entre otras cosas, restricciones en las extracciones de fondos bancarios por parte de los depositantes. En 1921 era evidente que muchos Bancos no podían honrar sus obligaciones. Mi abuelo sufrió pérdidas en los préstamos que había otorgado además de la congelación o pérdida en los depósitos que el, a su vez, tenía colocados con sus Bancos corresponsales de La Habana. A pesar de ello, no se acogió al Decreto de Moratoria ni dejó de pagar sus compromisos como podía hacerlo legalmente. Liquidó la mayor parte de sus bienes personales para hacer frente a tan difícil situación y poder satisfacer la retirada de depósitos de su Banco, restituyendo hasta el último centavo a sus depositantes. De esa prueba salió más sólida su solvencia moral y económica, y más arraigado su crédito. Como después nos decía a sus hijos y nietos, “a pesar de que podía acogerme a la moratoria, mi obligación era devolver el dinero a mis clientes”. No muchos Bancos hicieron eso. Mi abuelo siempre se había distinguido por su lema de compromís contret, compromís complert* (compromiso contraído, compromiso cumplido). La noticia de su actuación y cumplimiento se extendió por la zona y poco tiempo después los depositantes regresaron, premiando de esa forma su hombría de bien. El crecimiento de la Banca comercial cubana de capital privado desde esa fecha hasta octubre de 1960 fue impresionante, sobrepasando en activos y depósitos a los de las sucursales de Bancos extranjeros establecidos en la Isla.

Principios de la década del 1940: La Ferretería Garrigó. Al fondo se aprecia la sección que ocupaba el "Banco" donde se puede ver el mostrador y una muy antigua y tradicional taquilla, muy propia de esa época, donde de espaldas aparece un cliente en espera de completar una transacción bancaria. Fotografía de la colección de Carlos Valiente Romero.

El Banco Garrigó fue expandiéndose prudentemente y abrió oficinas en varias localidades de la provincia de La Habana. En 1950 trasladó su oficina central a la calle O’Reilly No. 306, en la capital del país. En esos días la dirección del Banco ya estaba en manos de mis tíos José y Francisco y mi padre, Faustino Garrigó Artigas. La Ferretería Garrigó era operada por mi tío Ramón. La tercera generación de la familia ya había iniciado su participación en el negocio bancario cuando el gobierno comunista confiscó los Bancos cubanos el 14 de octubre de 1960 sin compensar a sus legítimos dueños. Fue exactamente 40 años después del Decreto de Moratoria del año 1920 y de la casi desaparición, en aquella anterior época, de la Banca cubana.

1945, junio 4: Vista interior del segundo local del Banco Garrigó en Santiago de las Vegas. Fotografía de la colección de Carlos Valiente Romero.

En octubre de 1960, además de O’Reilly 306 y Santiago de las Vegas, el Banco Garrigó tenía oficinas en la Avenida Carlos III (1954) en la ciudad de La Habana y en las ciudades de San Antonio de los Baños (1943), Güira de Melena (1945), Bejucal (1951), Regla (1955), Rancho Boyeros (1958), Quivicán (1959) y Alquízar (1959). En noviembre de 1960 la oficina de O’Reilly 306 se iba a trasladar al recién construido y moderno Edificio Garrigó, situado en la esquina de Aguiar y Empedrado en la propia capital. En los planes inmediatos del Banco estaba abrir oficinas en Surgidero de Batabanó y otras localidades. En 1960 el Banco Garrigó era una de las más sólidas e importantes instituciones bancarias de la Cuba republicana. Muchas familias santiagueras ganaban su sustento laborando en las distintas oficinas del Banco. Varias organizaciones cívicas del pueblo recibieron cooperación económica del Banco. Muy pocas ciudades en Cuba podían decir que una importante institución bancaria nacional se había fundado en ellas. Santiago de las Vegas era una de ésas. El Banco Garrigó, una entidad netamente santiaguera, contribuyó al desarrollo comercial, agrícola e industrial de nuestro querido pueblo al igual que de todas las localidades donde tenía oficinas.


El edificio del Banco Garrigó en Santiago de las Vegas sirvió de albergue a un grupo de banqueros cubanos quienes se reunieron el 21 de mayo de 1945 y fundaron la “Asociación de Bancos de Cuba” bajo la presidencia de mi tío, José Garrigó Artigas hijo. Uno de los fines de la asociación era actuar como grupo para apoyar el crecimiento de la Banca cubana y servir aún mejor al comercio e industria del país. Al emigrar a los Estados Unidos en 1960 uno de sus nietos – el que subscribe – José Ramón Garrigó, ocupó posiciones importantes en la banca estadounidense, incluyendo la presidencia de Pan American Bank of Miami, en Miami, Florida. Tanto mi padre, Faustino, como mis tíos Francisco, José y Ramón, cursaron estudios escolásticos en Barcelona y Cuba. La familia pertenecía y contribuía con la Societat de Beneficencia de Naturals de Catalunya a l’Havana y a la Ermita de Montserrat en La Habana. En el retablo del altar mayor de la Iglesia Parroquial de Santiago de las Vegas existía una imagen de la Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona, a la cual la familia contribuía para su mantenimiento. En uno de sus viajes a Barcelona, mis abuelos trajeron y donaron a la mencionada Parroquia una imagen de Sant Ramón Nonat, santo catalán, la cual estaba expuesta en un altar lateral.

Ésta es una breve síntesis de la historia de un laborioso emigrante catalán a Cuba el cual, con su dedicación y esfuerzo, estableció lo que llegó a ser una exitosa empresa bancaria a la par de crear una familia que le siguió sus pasos por el ejemplo que él siempre nos dio. Hombre de pocas aunque sabias palabras. Siempre dándonos consejos sobre honradez personal y comercial, especialmente la ética de ser banquero. Mi abuelo, al igual que mi padre y tíos, fueron personas excepcionales.
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