lunes, 4 de marzo de 2019

Lorca en Santiago de las Vegas

Lorca en 1914.
¿Sabía usted que el gran poeta andaluz Federico García Lorca visitó nuestra ciudad? Hoy en Publicaciones de Santiago de las Vegas, reproducimos las palabras pronunciadas por el Dr. Marat Simón Pérez-Rolo el 26 de junio de 1998 en la actividad cultural celebrada por la Biblioteca Pública “Más Luz” para conmemorar la visita a Santiago de las Vegas del poeta Federico García Lorca el 19 de abril de 1930.    

Cuán felices nos sentiríamos si nos fuera dable utilizar la maravillosa  magia de la máquina del tiempo de Wells y podernos trasladar 68 años atrás, cuando Federico García Lorca recorría las calles de Santiago de las Vegas del brazo de los intelectuales de este terruño que organizaron el homenaje a la ya entonces señera figura de las letras españolas.

Si pudiéramos contemplar a Marcelo Salinas y a mi padre, Francisco Simón, haciendo los honores al autor de Romancero Gitano, muy poco quedaría de la “fábula de las cavernas” de Platón, en el mundo de las sombras que pintaba el filosofo griego, como reflejo de una irrealidad que pasa, pero que no existe.

Y ¿fue irreal acaso que la Asociación Artística Cultural “Euterpe”, en el año 1930, aprovechando la estancia en La Habana de Lorca, lo invitara a visitar Santiago de las Vegas? ¿Y podría calificarse de irreal el encuentro de los hombres de letras santiagueros, fueran poetas, narradores o cronistas, con aquel joven de 32 años que a esas alturas de su vida ya formaba parte del selecto grupo de los elegidos de los dioses? Definitivamente, era una razón más para que se demostrara la sinrazón de la “fábula de las cavernas” de Platón.  Porque, con certeza, era real la presencia de Federico García Lorca en Santiago de las Vegas aquel 19 de abril de 1930.


Título: LORCA en Santiago de las Vegas
Autor: Dr. Marat Simón Pérez-Rolo, Abogado
Dimensiones: 14 cm. x 21,2 cm.
Número de páginas: 12
Año de edición: 1998
Publicado por: Dirección Municipal de Cultura de Boyeros
Cantidad de ejemplares: 30

Por aquellos años, Santiago de las Vegas podría ser considerado como un verdadero polo cultural en la provincia de La Habana.  Tradicionalmente, nuestro territorio había dado signos de fuerte vitalidad en todas las manifestaciones del progreso social y del devenir histórico, apareciendo como uno de sus antecedentes más lejanos la fundación de una institución ya desaparecida nombrada “Centro de Instrucción y Recreo”, allá por el año 1882, durante la tregua que propició el Zanjón y que los cubanos supieron aprovechar para templar el alma ciudadana, preparándola para la batalla que se avecinaba en la futura guerra.  La vecindad temporal en nuestra localidad de Fermín Valdés Domínguez y de Enrique Roig y San Martín, logró que se nuclearan a su alrededor un grupo de santiagueros progresistas, entre los cuales se destacan el maestro Antonio Tagle, el periodista y poeta Serafín Costales y el párroco del pueblo Manuel de Jesús Dobal, orador conceptuoso y alto exponente de las ideas separatistas.

No en vano Santiago de las Vegas contaba entre sus timbres de mayor gloria, aún antes de haber logrado que en 1745 se le concediera por el Rey de España la autorización para la constitución de su Primer Cabildo, el hecho de haber participado en la conocida Sublevación de los Vegueros en 1723, entregando la vida de dos de sus pobladores, de los ocho que fueron colgados en los árboles de la Calzada de Jesús del Monte.

No olvidemos a los varios santiagueros que participaron en la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, ni a los tres que arribaron en 1871 por las costas orientales enrolados en la expedición del Virginius, que habían unido su suerte a la de Pedro de Céspedes, hermano del Padre de la Patria.  Tampoco a otros, que derramaron su sangre en las provincias orientales, durante la Guerra Grande.

En la guerra de Martí se yergue la figura de Juan Delgado, el jefe mambí que rescató a Maceo y a Panchito Gómez, levantando sus cadáveres de la yerba húmeda de San Pedro y atravesando mas de la mitad de la provincia para depositar las sagradas reliquias en suelo santiaguero, para resguardarlas de la furia y la vesania de las tropas coloniales.  No menos grande fue Martín Marrero, que se entrevistó con el Apóstol en Cayo Hueso y cumplió su palabra de alzarse el 24 de febrero en la zona de Jagüey Grande, donde ejercía como médico, llegando a alcanzar los grados de coronel.  Que no en vano Santiago de las Vegas le concedió el título de Ciudadano Benemérito — cual otro Juárez —, ya en plena República.

En la emigración, trabajando para preparar la Guerra Necesaria, aparecen figuras sobresalientes como Eligio María Palma, que fuera médico de Martí; Ramón Rivera, mencionado más de una vez en los discursos martianos; y el patricio Eduardo Hidalgo Gato, que puso su bolsa a disposición del Partido Revolucionario Cubano, resultando famosa la carta que martí le dirigió el 27 de octubre de 1894, tras el fracaso del Plan de Fernandina: “Déme usted la oportunidad de seguir llamándome cubano”, le dijo el Apóstol, para reclamar de él una última y sustancial contribución económica.

Pero no solo estos tres eximios varones.  Fueron decenas de nativos de Santiago de las Vegas los que desde la emigración trabajaron y que después abandonaron allí sus familias y hogar para integrarse a las expediciones y venir a combatir a suelo cubano.

Lograda la independencia, brilla el pensamiento de los santiagueros en numerosas manifestaciones del periodismo, de la poesía, de las artes plásticas, de la música y hasta de la lucha proletaria.

En poesía, tras Serafín Costales aparecen Teodoro Cabrera, Mariano Albaladejo, Graziella Garbalosa y Pedro S. Acevedo, y con posterioridad Francisco Simón, Pedro N. Aguiar, Manuel Fernández Chaqueto y Ángel R. Otero; en Artes Plásticas: José Chepe Jiménez, Manuel y Norberto Garbalosa y tras ellos, Víctor Aguiar y Aurorina Carballo.  Trabajando en  la docencia se destacan Alberto Fonseca, Tomás A. Cervantes, José Mikleff, Juan Orovio, María Luisa Herrera y Pedro Lozano, este último que, tras firmar con Maceo el Acta del fin de la Invasión en Mantua, vino a establecerse en Santiago de las Vegas, dedicando todo su tiempo y esfuerzo a la enseñanza.  Elevada estatura alcanza el líder proletario Santiago Castillo, con su base en los obreros torcedores de tabaco, luchador incansable a favor de las masas obreras.  No olvidemos a José Alberro y a Leopoldo Noriega, promotores de mejoras comunitarias.  Y en la oratoria: el padre Doval, Juan C. Simón y Arturo Rodríguez.  Dentro del periodismo, sobresalen Adolfo Cortada, Alfredo Díaz, Panchito Montoto, Luís Pérez Álvarez y muchos más.  Y consta que hemos reducido estas menciones hasta los años 30 de este siglo.

Debe decirse que en el primer cuarto de siglo ya los intelectuales de Santiago de las Vegas han alcanzado una notable madurez y su producción literaria ya era notable, no solo en la prensa local, sino en las páginas culturales de diarios y revistas de la capital.

Es alrededor de fines de la década del 20 que surge la idea de constituir una agrupación con fines netamente culturales, sin propósitos de lucro y para la divulgación del pensamiento y la obra de artistas intelectuales santiagueros.  Nació así la Asociación Artística Cultural “Enterpe” y su presidencia la ocupó, por derecho propio, como el más alto exponente de la intelectualidad local, Marcelo Salinas, laureado novelista y dramaturgo, aparte de connotado luchador social.

Al calor de Edmundo Escalante, un músico mexicano que se había radicado en Santiago de las Vegas varios años antes, y en colaboración con la familia Álvarez, surgió la Estudiantina Euterpe, grupo vocal y de cuerdas, para la interpretación de música tradicional y culta.  Dentro de la Asociación Euterpe, mi padre ofreció un recital de sus versos, en una vespertina que se tituló “Tamarindo Literario”, aprovechando que se obsequió a los asistentes helado de esa fruta cubana.

Así discurrió la vida de “Euterpe”, en su local de la calle 6, Número 73, entre 7 y 9, inmueble que años después ocupó la Banda Municipal de Música.  Su trabajo cultural se fue enraizando en el sentimiento local y en la preferencia de la juventud santiaguera, que visitaba sus salones para contemplar alguna exposición de pintura o para extasiarse en una sesión de música.  Aparte de que los poetas habían hecho un cálido refugio de sus amplios salones.

Llegado a Cuba Federico García Lorca, por invitación del Instituto Hispano-Cubano de Cultura, que presidía D. Fernando Ortiz, enseguida se movilizaron todos los cenáculos literarios de la capital para acercarse al poeta y escritor andaluz.  No menos hizo la Asociación Artística Cultural “Euterpe”.  Marcelo Salinas se entrevistó con D. Fernando y Francisco Simón estableció contacto con el Dr. Fernández de Castro, a la sazón responsable de la página literaria del Diario de la Marina, de la cual era colaborador, tal como otros escritores de avanzada.

No tardó en producirse la visita a Lorca, que se concertó para la residencia de Dulce María Loynaz, según hubo de contarme mi padre muchos años después.


Y se organizó el homenaje a Lorca en Santiago de las Vegas, para la segunda quincena del mes de abril de aquel año 1930, fundamentalmente concebido como una Comida Fraternal, con la previa venta de los “cubiertos”, tal el uso de la época, y la visita a otras instituciones locales, tras las palabras de bienvenida y saludo a nombre de los intelectuales santiagueros, que estuvieron a cargo de Francisco Simón y cuyos detalles podrán conocerse por ustedes al escuchar la lectura en este acto de la crónica publicada en un periódico local, el 23 de abril de 1930.

No nos resultaría ahora menos agradable narrar la alegría que reinaba entre todos los santiagueros asistentes al homenaje, que felicitaban a Salinas y a mi padre por el éxito alcanzado. D. Fernando Ortiz y el Dr. Fernández de Castro, como para dar mayor lustre al acontecimiento, escoltaron a Lorca en su visita a Santiago de las Vegas.  Para todos, quedaba de manifiesto que el autor de “Alma Guajira” y de “Un aprendiz de revolucionario”, y el poeta de “Tornasol”, habían escrito una bella página en la historia de la localidad.

Hoy a más de seis décadas de aquel acontecimiento, se reúnen con nosotros en esta actividad cultural los familiares de varios de los adherentes al homenaje a Lorca en el año 1930.  Aquí se encuentran, para regocijo nuestro, los hijos, los sobrinos, los nietos y hasta los biznietos de Marcelo Salinas, Francisco Simón, Ángel R. Otero, Francisco Montoto, Arturo Rodríguez, Pedro N. Aguiar, Manuel Fernández Chaqueto, Mario Figueredo, Teodoro Cabrera, Narcisco Tejuca, Oscar Montano, Mario León, Francisco García Rapa y Pedro S. Acevedo.  Todos los participantes de aquella memorable jornada cultural e histórica, rindieron ya su tributo a la tierra, y nos atrevemos a decir, que sus descendientes reunidos aquí, sienten orgullo del protagonismo que a ellos les tocó vivir y este recuerdo que hoy hacemos les sirve de satisfacción.  Finalmente, decimos que nos sentimos muy felices de que hayan respondido a nuestra invitación los saludamos muy cordialmente.

Este 1998 hemos arribado al Centenario del Natalicio de Federico García Lorca y en todo el territorio nacional se han venido organizando actividades culturales afines a esta efemérides, por parte de la Comisión Nacional designada y cuyo Secretario Ejecutivo, el compañero Jorge Timossi, nos honra esta tarde con su presencia.  También queremos saludar la asistencia de una representación del Centro de Cultura de España en Cuba, de la Embajada Española, así como del poeta y periodista Luís Suardíaz, destacado lorquiano, estudioso de la vida del insigne andaluz.

Y como una pequeña contribución a este homenaje nacional que se le rinde en Cuba, hoy aquí nos reunimos, bajo el palio de la histórica Biblioteca Pública “Más Luz”, para conmemorar la visita de Federico García Lorca a Santiago de las Vegas el 19 de abril de 1930, que es para nosotros un suceso de feliz recordación, solamente ensombrecido por la forma trágica de su desaparición, en que las hordas fascistas segaron su vida cuando sólo contaba 38 años, tronchando sus asesinos un exquisito espíritu de perenne belleza, aplastando lo mejor de los ramilletes de su creación, que estaban todavía por florecer.

“Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”, había dicho el poeta en carta a sus padres, el 5 de abril de 1930.  Busquen a Lorca en Santiago de las Vegas, decimos ahora nosotros.  Estuvo aquí, lo homenajeamos aquí, lo colmamos nosotros de cariños y de halagos.  Y el joven Lorca se sintió feliz y contento en Santiago de las Vegas.

Por ello, tenemos derecho a decir que los que busquen hoy a Lorca, pueden encontrarlo en el corazón de cualquier vecino de Santiago de las Vegas.

Porque la presencia de Federico García Lorca entre nosotros representó como un gran tesoro que los santiagueros hemos sabido conservar durante 68 años. Este acto en la tarde de hoy lo confirma. Y además, se lo aseguro, así será para siempre.


Circa 1946: Marat Simón Pérez-Rolo, quién tuvo a su cargo las palabras centrales del acto rememorativo de la visita de Federico García Lorca a Santiago de las Vegas, en ocasión de celebrarse el centenario del natalicio del poeta.

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