miércoles, 27 de febrero de 2019

Un recuerdo especial de 'Nena Fo'

por Giselle Balido | Miami, Florida

Hay momentos en nuestra vida que, por algún motivo que desconocemos, se nos graban en la memoria para siempre. Eso fue lo que me ocurrió hace más de 50 años en Santiago de Las Vegas. Recuerdo que era un día soleado. Yo estaba en la puerta de mi casa, tal vez esperando por mis compañeros de aventuras: Rosita y Gisela, Toñito, María del Carmen…, cuando sentí una algarabía, un cantico repetitivo y burlón entre gritos y carcajadas. Unos niños (nunca los había visto antes) gritaban “¡Nena Fo, Nena Fo!”, alrededor de una figura algo regordeta, que vestía una especie de bata de casa ancha y corta, creo que estampada. “¡Nena Fo, Nena Fo!”, gritaban los niños, saltando y bailoteando a su alrededor. La figura se alzó la saya, desafiante, y esto provocó que los niños se rieran más. 

Aquella escena, que tenía algo de circense, por un momento se me hizo cómica. Pero solo por un momento. Algo hizo que no me uniera al coro. No recuerdo cómo terminó ese breve episodio, pero la imagen de aquella mujer alzando su saya en desafío, usando la única “arma” que tenia para defenderse, me dejó inmóvil y, la verdad, confundida y triste. 

No recuerdo si alguna vez pregunté por ella; pero la grabé en mi mente. En realidad, nunca más supe de Nena Fo. Y sin embargo, a lo largo de más de medio siglo, muchas veces, en los momentos menos esperados, me llega a la mente ese estribillo burlón “¡Nena Fo, Nena Fo!” Y siento indignación y una profunda tristeza al imaginar su soledad, tal vez su pánico al sentirse acorralada, sin saber por qué. 

En mi mente, Nena Fo se volvió un personaje mítico, como el Boo Radley de “Matar a un ruiseñor” que, al final de esa historia que encierra una gran injusticia, nos devuelve el sentido de asombro de la niñez y nos llena el corazón de dulzura.

¿Padecería de una enfermedad mental? Su insólita reacción al acoso de los niños parece indicarlo. ¿O sería simplemente una persona eccéntrica? Hace poco pregunté sobre ella. Se sabe que vivía en el humilde barrio conocido como "El Rancho Grande", más allá de la línea del ferrocarril, y que salía por las tardes en busca de comida en unas latas que llevaba junto con sus hijos Conradito y Zenaida, y que tanto mi querida abuela Nana como su vecina e íntima amiga Irma Romero le daban de lo que les quedaba de sus comidas familiares, entre otros santiagueros bondadosos. 

“¿Nena Fo?”, me dijo otra persona, con una sonrisa que empezaba a ser burlona. “Se maquillaba más que nadie en el pueblo…” Y me la imaginé en la mañana, frente al espejo, tratando de “ponerse linda”. ¿Pensaba que así sería más aceptable? ¿Acaso soñaba con el amor? Porque no solo los lindos y los “aceptables” sueñan; todos, en alguna cámara secreta del corazón, soñamos con la ilusión con la que un niño espera los Reyes Magos. ¿Qué soñaba ella para su única y preciosa vida? ¿Alguna vez lo encontró? De todo corazón ruego que sí. 

¿Por qué ha persistido Nena Fo en mi memoria? Quizás porque a pesar de haber salido de Cuba a los 11 años y de haber vivido toda mi vida en “el Norte”, nunca he dejado de sentirme extranjera; tal vez porque sé lo que es ser la niña nueva en la escuela, sentir las miradas curiosas sobre mí, o porque recuerdo lo frustrante que era no poder expresarme como hubiera querido. O simplemente porque todos, alguna vez, nos hemos sentido como Nena Fo. 

Escribo esto porque, no sé por qué, no quiero olvidarla. Y quisiera que otros, si la recuerdan, lo hagan con el respeto y la dignidad que siempre mereció. 

3 comentarios:

  1. Me has hecho recordar a ese personaje también de mi niñez, cuando jugaba con Mayita en la calle 15 y 4, cerca de la casa de mi abuela y de la de ella, que la veiamos por el Parque.

    Los recuerdos de esa época nunca salen de nuestra mente, la niñez es única y es como una caja donde se guardan cada uno de ellos.

    Gracias por escribir los recuerdos de todos

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  2. Es precioso y evocador tu comentario... lo puedo compartir, gracias...

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  3. Recuerdo a Nena Fo andando muy cerca de la logia próxima a Doble Vía y Calzada de Managua a principio de los años 60, andaba con un maso de pelos de escobas que parece se dedicada a recoger. Se me quedó grabada su imagen como la describe la señora Balido.

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