Compilación y redacción: Ing. Arsenio J. Alemán Agusti | Santiago de las Vegas
El reconocido botánico cubano, Julián Baldomero Acuña Galé nació en la finca San Pedro, en Camino de Cachaza, Camagüey el 27 noviembre de 1900.
Fueron sus padres Domingo Acuña y Luz Galé.
Como era típico del campo cubano en aquellos tiempos el niño Julián se incorporó a las tareas agrícolas con su padre y hermanos, por lo que la enseñanza quedó a cargo de su madre, aprendiendo a leer en su hogar.
En esta etapa de su vida, comenzaron los sentimientos de curiosidad, de amor a la naturaleza, perseverancia y poder de observación que caracterizan a los hombres de ciencia.
A los 18 años comenzó a estudiar en la Granja Escuela Agrícola de Camagüey. Debido a la precaria situación económica de la familia, además de estudiar, trabajaba como bedel en la propia escuela. Durante su estancia en la escuela preparó la colección de insectos económicos, lo cual despertó la atención del Director, Dr. Roberto Luaces, quien lo recomendó a oros profesores, una vez graduado de maestro agrícola en 1920.
Pasó a trabajar en comisión a la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, en aquel entonces, el único centro científico existente en Cuba, donde permaneció, por 50 años, hasta su retiro en 1970.
En 1921 fue seleccionado para ocupar una plaza de Alumno Ayudante en dicha institución, trabajando bajo la dirección del Dr. Stephen C. Bruner. Dos años más tarde matriculó en la Escuela de Ingeniería Agronómica y Azucarera de la Universidad de La Habana, combinando sus estudios con tareas de investigación, graduándose en 1930.
En 1932 perfeccionó su formación profesional en el New York Botanical Garden, y en el propio año fue nombrado Jefe del Departamento de Botánica de la Estación Experimental de Santiago de las Vegas, cargo que desempeñó hasta su retiro en 1970, donde también ocupó el cargo de director en propiedad entre 1934 y 1936 y varias veces con carácter provisional.
Contrajo matrimonio con la santiaguera Agustina Ovies, de cuya unión tuvieron tres hijas, asentándose definitivamente en Santiago de las Vegas.
Fue asesor del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), así como de numerosas comisiones nacionales y privadas.
Sin fecha: Empleados de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas frente a la entrada principal de la institución. |
Desarrolló interesantes trabajos taxonómicos, así como estudios botánicos en general, pero su mayor dedicación fue hacia la botánica económica, enfrentándose a problemas que afectaban los principales cultivos, tratando con ello de mejorar las condiciones en que se encontraba la agricultura cubana.
Estudió nuevas especies con posible utilidad económica. Dentro de ellas, su trabajo junto a técnicos cubanos y norteamericanos sobre especies productoras de fibras como el kenaf y el ramie. Realizó estudios sobre el arroz, así como estudios fotoquímicos e introducción de plantas forrajeras para el mejoramiento de la ganadería.
En julio de 1957 se constituyó una comisión para definitivamente descartar el origen viral de la raya blanca en el cultivo del arroz, luego de que especialistas y científicos norteamericanos y japoneses en unión de cubanos, no pudieron establecer su origen de forma concluyente. Acuña presidió dicha Comisión.
Después de 3 meses de intenso trabajo demostró experimentalmente la naturaleza viral de la enfermedad y determinó el insecto vector: salta-hojas Sogata orizicola muir, muy abundante en los arrozales cubanos.
Ese resultado fue de gran impacto en la comunicad científica internacional y elevó merecidamente el prestigio y el reconocimiento público de Acuña a escala mundial. Hasta el presente la influencia de aquel aporte ha sido de especial relevancia para el desarrollo del cultivo del arroz en Cuba.
Estuvo también al frente de la Comisión de Fibras. A partir de los resultados obtenidos se logró la producción de fibras liberianas, en cuya búsqueda se había trabajado desde el siglo XIX por científicos cubanos como Tranquilino Sandalio de Noda y Ramón de la Sagra.
Bajo su dirección se inició el estudio de la biología y el cultivo del kenaf, a través del desarrollo de la ciencia básica, el cultivo, la maquinaria y la producción industrial y otros aspectos. Tras 15 años de investigaciones y estudios se logró establecer una metodología agrícola e industrial de dicho cultivo, que se mantiene válida hasta nuestros días.
Ofreció soluciones a los difíciles problemas que afectaban las zonas bananeras de Baracoa.
Dedicó 40 años de su vida al empeño por enriquecer el herbario del Departamento de Botánica para lo cual organizó expediciones (2 al Pico Turquino, 1 al Pico Potrerillo, 2 al Pan de Guajaibón). Fruto de este esfuerzo añadió a la fauna cubana 71 especies nuevas de insectos, una de lagartijas y una de moluscos, y sumó a la flora 47 especies halladas por él y 20 que han sido denominadas con su apellido como el Melocactus acunal y la Malphigia acunana.
En 1930 el herbario contaba con 7800 ejemplares. Después de 40 años de trabajo dedicados a su enriquecimiento llegó a tener, en 1980, 50 mil ejemplares. El herbario del Depto. de Botánica de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, pasó después de 1959 al Instituto de Botánica de la Academia de Ciencias de Cuba.
Entre sus publicaciones más significativas nos atrevemos a relacionar las siguientes:
- “Catalogo descriptivo de las orquídeas cubanas”, considerada por los expertos como una de las más relevantes obras sobre botánica en las Antillas.
- “El problema forestal cubano”, Año 7 No. 10, Gobierno Provincial de La Habana, octubre 1944.
- “Situación del cultivo de la caña brava en Cuba”. En Revista de Agricultura y Ganadería, 1944.
- “Estudio económico y social del municipio de Baracoa”. Ministerio de Agricultura y Banfaic, La Habana, 1952.
- “Plantas indeseables en los cultivos cubanos”. Academia de Ciencias, La Habana, 1972.
Respecto a la docencia, Acuña fue el iniciador de la enseñanza de suelos y econología en la Escuela Forestal, donde posteriormente se desempeñó como profesor de botánica descriptiva de los árboles maderables cubanos.
Estrechos lazos lo unieron al sabio que fuera su maestro, el Dr. Juan Tomás Roig y Mesa. Fueron 50 años de fructífera unión que habría de dejar sus huellas en ambas personalidades. Fueron figuras importantes de la ciencia cubana en el siglo XX. Constituyen un ejemplo de modestia y entendimiento mutuo que los llevó a realizar una obra extraordinariamente fecunda.
Julián Baldomero Acuña Galé falleció repentinamente, en la ciudad de México el 24 de julio de 1973, donde se encontraba en tránsito hacia El Salvador, en un viaje privado.
Julián Acuña Galé residió por 53 años en Santiago de las Vegas y dedicó toda su vida a la labor científica y docente en la Estación Experimental Agronómica de este pueblo, destacándose por sus aportes al conocimiento agro botánico de Cuba.
Fuentes:
1. Boletín de la Sociedad Cubana de Botánica. Vol. 2 No. 1 marzo de 2010.
2. Díaz Marrero, Conchita. Comunicación privada. Enero de 2019.
3. Julián Baldomero Acuña Galé en www.ecured.cu, consultado el 7 de enero de 2019
4. Julián Baldomero Acuña Galé en www.encaribe.org, consultado el 7 de enero de 2019.
Gracias por estas publicaciones, Lucy Garcia
ResponderEliminarGracias Arsenio por darnos detalles de la labor genial del Ingeniero Acuña; sabio cubano que nos hizo el honor de asentar su hogar en nuestro pueblo. Siempre lo admiré y me sentí orgulloso de ser amigo y compañero de estudios de sus tres hijas: Ceres, Gea y Hera, y de ser acogido con tanto cariño por la Señora Agustina Ovies cuando los visitaba. Los vecinos de Santiago deben agradecer el que nos hayas brindado detalles de la vida de este sabio cubano.
ResponderEliminarMagnifica información sobre este científico. Nunca lo conoci, ni supe de sus maravillosas contribuciones. Gracias Arsenio por hablarnos de el. Santiago de las Vegas y sus residentes, eran unicos. Que lastima que no pude crecer y ver los futuros logros de nuestros ciudadanos. Cuanta perdida de talento, por la llegada de la ROVOLUCION Castrista.
ResponderEliminarMuy interesante y ameno el articulo sobre la labor del ingeniero Acuña. Creo que años más tarde mi tía, Yolanda Hernández, trabajó allí. ¡Felicidades al autor!
ResponderEliminarGiselle
La historia de un pueblo no es más que la sumatoria de cada una de su gente, de sus acciones, de su trabajo. Gracias Arsenio por tu labor. Desde la distancia su valor coge otra dimensión.
ResponderEliminarEstoy emocionado leyendo este artículo. Me gradué de Ingeniero Agrónomo en 2962 y fui a trabajar en la Estación Agronómica en el departamento de protección de plantas que dirigía el Ing Roseñada. No tarde mucho tiempo en conocer admirar y querer al Dr Acuña y trabajar como su ayudante cuando era necesario. Solo quiero añadir que nunca he conocido a nadie más sabio bondadoso y humilde El es la persona que yo más he admirado y admiro y hasta mi último aliento bendeciré sus enseñanzas y su apoyo. Dios lo bendiga y lo tenga en la Gloria.
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