domingo, 5 de diciembre de 2010

Viejos Recuerdos de Santiago de las Vegas, No. 5

por Gerardo Buría / Miami, Florida

1948: Nochebuena en casa de Eduvigis Montes
de Oca, abuela de Carlos Valiente Romero.
La Nochebuena en Cuba se celebraba por todo lo alto, y en Santiago de las Vegas no podíamos quedarnos atrás. Días antes ya todos estaban preparando lo que iban a hacer. Unos compraban un trozo de lechón en las mesas que en nuestras calles se dedicaban a eso; otros preferían el orgullo de poder matar su puerquito. Muchos lo asaban en la panadería; otros alegaban que el año anterior se lo habían dejado crudo, se lo habían quemado, o se lo habían entregado muy tarde en la noche para cenar y preferían asarlo en el patio de la casa.

Con qué embullo se abría el hueco en la tierra y se buscaban las hojas de guayaba para darle gusto. Desde la noche anterior en que el puerco se mataba, pelaba, y limpiaba, empezaban los tragos y éstos continuaban durante todo el día siguiente, mientras el cochino se asaba. Era costumbre visitar a los amigos que estaban asando un puerco y siempre nos sacrificábamos acompañándoles en varios tragos, mientras nos comíamos unos chicharrones o saboreábamos la picante y sabrosa gandinga, que había hecho la señora de la casa, mientras el esposo se jactaba de ser el bravo sazonando puercos.

¡Qué días aquéllos! Recuerdo una Nochebuena en que fuimos de ronda por casa de un tío mío. Decía que era especialista en un mojito que hacía con ½ botella de ron, una botella de cerveza, 1 ó 2 gaseosas Salutaris, según la fortaleza que quería darle al mismo, azúcar y unos gajitos de yerba buena. Había tremenda gandinga y le dimos al mojito en las costuras, con el resultado que cuando explotó, el tono que cogimos fue de película. Con decirles que no pudimos cenar con el consiguiente disgusto familiar, ni después ir a las Charangas de Bejucal, como acostumbrábamos.

¿No recuerdas, viejito, haber cogido una “juma” similar en esos días?

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San Lázaro es uno de nuestros santos que más devotos tenía en Cuba. La iglesia se encontraba en El Rincón, un lindo pueblecito que era barrio de Santiago de las Vegas, atendido por abnegadas monjitas que rendían una labor increíble con los enfermos allí atendidos. Todos los años sus fieles hacían una peregrinación apoteósica el 17 de diciembre y desde el día anterior y toda la noche, Santiago presenciaba el paso de esos fieles, algunos sin zapatos, de rodillas, lloviendo o con frío, pero firmes cumpliendo sus promesas al santo. Los santiagueros se sumaban en masa a ella y concurrían al Rincón a reverenciar a San Lázaro.

¿Era usted devoto de San Lázaro y en alguna oportunidad le cumplió una promesa? ¡Seguro que sí!

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Me dicen, yo no soy tan viejo para recordarlo, que desde fines del siglo XVIII recorrían las calles de Santiago de las Vegas en días de Pascuas y Reyes los Cabildos de la Nación, principalmente de origen congo, con sus bailes y toques característicos. En esas mismas festividades los sectores de origen hispánico, mayoritarios y dominantes, salían a las calles de la Villa, con sus pitos, matracas y tamboriles, sembrando los antecedentes de una celebración que con los años tomarían cuerpo en las Parrandas de Santiago de las Vegas.

El C.I.R., iluminado en una
 noche de Parrandas.
En 1933 el Centro de Instrucción y Recreo lanza la iniciativa de las Parrandas, y éstas comienzan a celebrarse con bailes, juegos, verbenas y dos carrozas representando los barrios Norte y Sur, que recorrían las adornadas calles de la población. En 1940, a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, hubo un receso en las salidas de las Parrandas, reanudándose en 1946 por el C.I.R. con mayor entusiasmo y participación que nunca. En 1950, el Club Atlético Santiago se suma a las celebraciones, y construyen ellos la carroza del Barrio Sur y el Centro la del Norte, con la cooperación de muchísimos santiagueros que cooperaban gratuitamente en la construcción de las mismas.

Alrededor del 20 de diciembre salían las congas a recorrer las calles y el 31 se celebraba el grandioso Baile en todos los salones del C.A.S. y el C.I.R., cerrándose la calle 11 entre ambas sociedades y bailando los asistentes en todos los salones de las mismas con las mejores orquestas cubanas en aquellos momentos. Al finalizar el mismo, salían las carrozas desde diferentes puntos del pueblo recorriendo las calles con sus correspondientes congas y su público para encontrarse frente al Parque Nuevo, donde las carrozas y su música llegaban a su clímax, llenándose el cielo de los bellos fuegos artificiales creados por Sixto.

El día 1° por la tarde, salían juntas ambas carrozas y unidas sus congas, hacían vibrar de emoción a toda la población. Si algún viejito santiaguero dice que no arrolló en esas congas, probablemente está diciendo mentira. ¿No es verdad?

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¿Se acuerda usted?

En Santiago, las verbenas generalmente se celebraban en el Parque Nuevo y el Viejo. En muchas oportunidades la entrada era gratis; en otras se celebraba y se cerraba con vallas el área de los parques, y los que no podían colarse, se veían obligados a pagar su entrada. Los caballitos, la estrella, los carros locos y la silla voladora eran los aparatos más populares; los kioscos con premios a los ganadores, etc., eran una atracción para todos mientras duraban.

¿Usted, viejito, no recuerda haberle robado un besito a alguna amiga cuando la estrella paraba en lo alto?

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El Dr. Leopoldo Bayés fue muy querido en Santiago, aunque ese cariño aflojaba cuando teníamos que pasar por su consultorio. Yo le recuerdo en la Creche, después en el Hospital Municipal, y hasta en su consultorio particular, sacando, gratuitamente, muelas a trocha y mocha. Creo que son pocos los santiagueros de esos tiempos que no pasaron por sus fuertes manos, y sin embargo, le recuerdan con cariño.

¿No fue usted uno de ellos?

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La Escuela Técnica Industrial tenía una Banda que era insuperable y un batutero excepcional, que recuerdo cuando desfilaban causaban sensación. Ahora me dice Pedcrito Encinosa, que también tenían un conjunto musical magnífico, que estaba integrado en su totalidad por músicos de esa formidable banda, y que tenía a nuestro Fernando González como bolerista y nada menos que al rey de los cuentos picantes, Guillermo Álvarez Guedes, como guarachero. ¿Lo sabía usted?

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El costado de la Ferretería
Garrigó, por la calle 4.
Las agencias de mudanzas en Santiago en los últimos tiempos se realizaban en los camiones de los hermanos Pedroso, Mesa, etc., y se parqueaban por la calle 4, casi esquina a la 11, al costado de la Ferretería Garrigó. Pero usted es viejo, pero viejo de verdad, si recuerda cuando estas mudanzas las hacía Andrés Jimagua. Yo me recuerdo que en una oportunidad, y por dificultades económicas, nos mudamos a Mazorra a casa de un tío mío, y Andrés nos hizo la mudada en su carromato. Se figurarán ustedes la demora en el viaje, pero para mí que lo acompañaba a su lado, fue una diversión tremenda, y no la hubiera cambiado por ninguna otra que hubiera podido tener en esos momentos. Y menos mal que no nos cogió un aguacero, pues entonces la fiesta hubiera estado completa.

2 comentarios:

  1. Yo me recuerdo el dia de San Lazaro porque yo me crie en las casitas de Triana en la calle 17 entre 8 y 10.
    El dia 16 sacabamos todas las sillas para el portal para ver pasar personas arrastrando piedras grandisimas atadadas sus pies.
    Yo me recuerdo de un personaje en particular se llamaba Babalu y pasaba todos los anos frente a mi casa, era un limosnero con llagas en los pies.Y tenia un cantico que decia asi 7 dias, 7 noches por el mundo caminando y no encuentro una limosna para el viejo Babalu,, y el coro que eramos los muchachos del barrio repetiamos Babalu Babalu.
    Ojala que alguien se recuerde de este desfile algunos que como yo viviamos alli.
    Esos eran tiempos que aun me traen muy bellos recuerdos. Xiomara,

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  2. Como no me voy a recordar del Dentista Bayes, si el fue el que me empasto la primera muela a los 8 anos. Tengo 57 anos y no lo voy a olvidar nunca.

    Zulima Reyes

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