jueves, 25 de diciembre de 2008

Los días previos a Nochebuena

por Jorge González

Mis recuerdos de Nochebuena son remotos.

Recuerdo que en muchos lugares de Santiago, así como en cualquier rincón de Cuba, los campesinos de los alrededores preparaban un corral y allí vendían su cochinitos para la Nochebuena. Todos usaban unas balanzas colgadas y en el cabezal de dicha balanza enganchaban al cerdito previamente amarrando una patica delantera y otra trasera, para lo cual utilizaban un arique de yagua de palma real.

Despues corrían por el brazo de dicha balanza el “tarugo” de bronce y así sabían el peso del animalito. Los precios por libra no eran altos, si mal no recuerdo 8-10 centavos por libra de peso. Esos campesinos eran expertos en capturar con sus manos al cochinito que el comprador deseaba llevar para su casa.

Aun guardo en mi memoria el típico olor de esas cochiqueritas transitorias de entonces.

El palmiche y un poco de maíz en grano eran el alimento utilizado. Además le agregaban un poco de sal para que tuvieran sed y tomaran más agua los animales, con el propósito de aumentar su peso.

También recuerdo las ventas de lechón asado en muchas esquinas del pueblo. El vendedor utilizaba una pesa de bodega y te vendía un pedazo de cualquiera. A los muchachos nos regalaban algún que otro “recorte” o un pedacito de pellejo dorado y crujiente.

Pero el mejor en esos asuntos de asar lechones fue el famoso Domingo "Busca el Almuerzo". Domingo tenia "ángel" para esos menesteres.

Recuerdo que en la esquina de 6 y 17 existió un lugar llamado La Lechonera, cerca de las Jimagüitas del Zapote (dos simpáticas mulatas idénticas, que siempre se vestían igual, y que vivían en una casa que le llamaban el Zapote). Pero ése fue un sitio de poca duración.

Tal y como rememora el Sr. Balido, muchos tuvimos experiencias similares en lo tocante a la preparación del lechoncito de Nochebuena. Recuerdo que el mojo consistía en: abundante jugo de naranja agria, ajo machacado, oregano y sal.

Como Balido, yo también ayudé a mi abuelo a preparar el lechoncito de Nochebuena. Después de dejar que el lechoncito escurriera su sangre, se le practicaban unas perforaciones en todo el cuerpo y se le introducía el “adobo de mojo criollo”. Se podía asar en el patio (eso hacía mi abuelo), usando carbón de Yana comprado a Mateo el Carbonero. Otros lo llevaban a la panadería cercana para que se lo asaran por un peso.

Lo que sí nunca olvidaré serán los chillidos de dolor de aquellos infelices cerditos al momento de ser sacrificados. Pero así es la vida.

Bueno, ahora que otros cuenten sus vivencias.

¡Feliz Navidad para todos los santiagueros, y un buen 2009 con salud y prosperidad!

1 comentario:

  1. naci en el hospital leonor perez en boyeros y fui criada en santiago de las vegas calle 11 entre 12 y 14 frente a la anteigua bodega de faustino mi nomre es grenis, mi papa es nacido y criado hay su nombre es robertico y .el mecanico .saludos a todos los hermanos de santiago de las vegas

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