sábado, 1 de diciembre de 2007

Juan Delgado y el Santo de la Iglesia

Este miércoles pasado, Antonio Romero (haga clic en el nombre para verlo de niño) nos contó, durante una amena charla en la Saleta Santiaguera, una de esas historias simpáticas que muchos habrán oído en Santiago a través de los años, pero que nunca está de más repetir para los que no hayan tenido el placer: "Este cuento era entre la estatua de Juan Delgado, el almacen de Santos Lucio, y el santo que estaba arriba en la iglesia. Se decía que el santo le pedía dos cervezas a Santos Lucio, pues tenía la mano en alto haciendo un dos, o sea el índice y el dedo del medio hacia arriba. Y Juan Delgado le decía a Santos Lucio que si se las daba al santo, le cortaba la cabeza... pues él llevaba mucho más tiempo esperando, y ¡todavía no le habían llevado su cerveza! (Si se fija, la postura de Juan Delgado es como que va a sacar el machete de la vaina). Este cuento lo sé desde que era bien chico. No me acuerdo (donde lo escuché por primera vez), pero era muy popular." Gracias, Antonio, por compartir este divertido trocito de nuestro pasado. Hurgando en nuestros archivos, hallamos la imagen que ve arriba a la izquierda, donde vemos al susodicho santo, de hecho el mismo Cristo, con el Padre Jovaní en el momento de su colocación sobre el gablete de la iglesia en el año 1948. A la derecha puede ver la estatua de Juan Delgado, listo para blandir el machete, como bien nos cuenta Antonio. Si cerramos los ojos un instante, casi podemos ubicarnos en el parque en una de esas tardes frescas de Santiago y escuchar las voces de un grupo de muchachos riendo con este cuento. Volviendo a nuestra charla con Antonio Romero, nos dice también: “Vivíamos en la calle 8 numero 43 entre 5 y 7 hasta el 1956, que fue cuando mi padre nos trajo a Estados Unidos. Tenía casi 18 años. Ahhh, ¡son tantas las cosas que no puedo olvidar de mi Santiago! Los paseos por las noches en el parque nuevo... las costumbres, las fiestas de Santiago, sus establecimientos, los batidos de Enrique Bú, las fritas de José el gallego...los que pregonaban sus productos... sus personajes pintorescos como Nena Fo, el Erizo, Mateo el carbonero... Creo que de Santiago todo era lindo. Manolo Salas decía que si no hubiese sido cubano, hubiese querido serlo, y yo digo que si no fuera de Santiago quisiera serlo. A veces me siento más santiaguero que cubano.”

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