lunes, 15 de abril de 2024

Los amigos santiagueros de José Martí

por Concepción Díaz Marrero

La floreciente industria tabacalera de Cuba comenzó desde principios de la década de los noventa del siglo XIX a presentar un notable descenso de la producción, situación que se mantendría hasta el fin de la Guerra de Independencia, y que provocaría el cierre de una serie de fábricas, tanto en La Habana como en otras poblaciones aledañas, entre ellas Santiago de las Vegas.

Las medidas arancelarias que Estados Unidos había impuesto, elevando los derechos de importación del habano en ese país, afectaron sobre todo el torcido. Por este motivo una gran parte de los obreros torcedores se vieron obligados a emigrar junto a sus familias a los territorios de Cayo Hueso, Tampa, y en menor medida a otras ciudades estadounidenses donde la industria tabacalera había alcanzado un gran auge. También emigraron algunos dueños de tabaquerías y otros obreros relacionados de una u otra forma con esa industria.

Desde luego, entre los emigrados se encontraban aquellos que habían tenido que partir por razones políticas, ya fuera para eludir el presidio o incluso para salvar su vida que corría peligro. 

Entre estos cientos de emigrados se destacaron varios santiagueros cuyos nombres han quedado plasmados para la posteridad en las Obras Completas de José Martí, a través de cartas, notas y otros escritos donde el Apóstol refleja de su puño y letra el respeto y el cariño que llegó a sentir por ellos.

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Comenzaremos por Eduardo Hidalgo Gato Badía (a la derecha), quien nació en Santiago de las Vegas en 1847. En su adolescencia, residiendo ya en Bejucal, comenzó a trabajar como tabaquero, oficio que llegó a dominar con gran destreza. En la época de la Guerra de los Diez Años, a principios de la década del 70, se vio forzado a emigrar a Estados Unidos debido a sus actividades separatistas y fundó en la ciudad de New York una pequeña tabaquería o “chinchal”, como se acostumbraba llamar por aquel entonces a esos pequeños establecimientos. Llegó a ser un prominente hombre de negocios, pero nunca olvidó sus ideas libertarias, contribuyendo de forma muy generosa y sistemática a sufragar los gastos de la Guerra de Independencia. Según sus biógrafos el monto de su contribución se elevó a más de medio millón de pesos, cantidad extraordinaria para la época. Su generosa ayuda llegaba también a los emigrados pobres y sus familias, por lo que el pueblo llegó a llamarle “el Padre de los emigrados cubanos”.

Hidalgo Gato sirvió como mensajero en los preparativos de la guerra del 95, misión que se facilitaba debido a los viajes que debía realizar como hombre de negocios.

La correspondencia entre ambos fue muy numerosa: para la posteridad quedaron 11 cartas escritas por Martí, publicadas en sus Obras Completas. En una de ellas le expresaba, “…yo no llamo hermano a todos los hombres, déjeme llamarlo hermano, su fiel José Martí”. En total, su nombre aparece mencionado en 58 ocasiones en el epistolario martiano en cartas dirigidas a Máximo Gómez, Serafín Sánchez y otros patriotas.

Una vez terminada la guerra regresó a Cuba en unión de su familia, donando su hermosa casa de Cayo Hueso a una Comisión de Damas con el fin de instalar allí un hospital para los pobres. Esa ciudad había alcanzado gran desarrollo gracias a su gestión; ejemplo de esto fue la instalación de tranvías eléctricos y del alumbrado público

Nunca aceptó ocupar altos cargos dentro de la política, y así lo hizo saber en un escrito donde  expresaba:

“… he cumplido con mi deber y nada quiero de la República como no sea el derecho a vivir en ella los últimos años de mi vida, y a pedirle a todos los cubanos que hagan lo mismo que yo, que le sirvan sin ningún interés, y sin pedirle nada, absolutamente nada…”

Existen varios criterios sobre la fecha de su muerte, pero la mayoría de sus biógrafos la sitúan en La Habana, entre los años 1926 y 1928.

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El Dr. José Lázaro Martín Marrero Rodríguez (a la izquierda) nació el 17 de diciembre de 1859 en Santiago de las Vegas. Al graduarse como médico, ejerció cierto tiempo en su ciudad natal, pero posteriormente se trasladó a la ciudad de Jagüey Grande en Matanzas, donde tenía algunos familiares. Desde muy joven tenía ideas separatistas. Fue uno de los socios fundadores, en 1882, del Centro de Instrucción y Recreo de Santiago de las Vegas, importante institución  patriótica, cultural y recreativa que jugó un importante papel en el desarrollo socio cultural de la población.  Se sabe también de la gran influencia que ejerció sobre su gran amigo y vecino el joven Juan Delgado González. En 1892, en ocasión de una visita que hiciera a la ciudad de Key West (Cayo Hueso) para ver a su hermano José, conoció y abrazó por primera vez a José Martí. El joven doctor le causó tan grata impresión, que en 1894 lo nombró como Sub-Delegado del Partido Revolucionario Cubano en la zona occidental de la Isla. En carta dirigida al Dr. Marrero por José Martí, le expresaba que su misión sería “…armar a los decididos, convencer a los indecisos, y avisar a todos los buenos, para que no sean sorprendidos…”. En otra carta dirigida al líder tabacalero Ramón Rivero Rivero, le encargaba le transmitiera    “…a  Marrero, que le tengo mucha fe, convencido  de su patriotismo y aptitudes…”  

El 24 de febrero de 1895, el Dr. Marrero se alzó con un grupo de hombres en la finca La Sirena de Jagüey Grande, pero el alzamiento al igual que otros ocurridos en la zona occidental no tuvo el éxito esperado, y Marrero logró salvar su vida, aunque fue desterrado a España el 11 de marzo de ese mismo año. Marchó con la firme idea de reincorporarse a la lucha armada en la Isla. De España pasó a Francia y de ahí a a la ciudad de New York. Después de varios intentos fallidos, se cumplieron sus deseos, al integrar la expedición que partió de Estados Unidos en el vapor Bermuda, al mando del General Calixto García, el 28 de mayo de 1896, y que arribó a Marabí, Baracoa el 11 de junio del propio año.

Una vez en Cuba combatió bajo las órdenes del Generalísimo Máximo Gómez, participando en varios combates en las provincias de Matanzas, Las Villas y Camagüey alcanzando los grados de Coronel de Caballería.

Terminada la guerra entró a la ciudad de Remedios junto a las tropas mambisas como Comandante Militar de la Plaza. Poco tiempo después, fue nombrado Alcalde Municipal de Yaguajay por las autoridades intervencionistas. Al año siguiente fue ratificado en su cargo por el voto popular; no obstante, más adelante  renunció y retornó a Santiago de las Vegas.

El Dr. Marrero ocupó distintas responsabilidades en la actividad de la Sanidad Militar, entre ellas, director del Hospital Militar de la Habana (fue uno de sus fundadores) y jefe de Sanidad Militar de la Habana, pero no quiso aceptar otros cargos políticos. En 1925 recibió el título de Hijo Adoptivo de Jagüey Grande.

El 22 de octubre de 1942 le fue otorgado el título de Santiaguero Benemérito por acuerdo unánime del Ayuntamiento del Municipio de  Santiago de las Vegas. Por este motivo, el 17 de enero de 1943 recibió un multitudinario homenaje en el que participaron las autoridades, escuelas, asociaciones fraternales, instituciones de todo tipo, públicas y privadas, en fin, una verdadera manifestación popular de cariño y admiración hacia este patriota ejemplar.

Meses más tarde, el 15 de diciembre del propio año 1943, fallecía en su Santiago natal, donde residió hasta sus últimos momentos en unión de su familia. 

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El Dr. Eligio María Palma Fuster fue el otro médico santiaguero que conoció a Martí.

El Dr. Palma había nacido en Santiago de las Vegas el 29 de noviembre de 1859. Estudió en el Seminario San Carlos de la Habana, pues su padre deseaba que fuera sacerdote, a pesar de su carácter liberal e inquieto. Al cumplir los 16 años falleció su padre, por lo que se vio precisado a trabajar. Comienza a laborar en una farmacia y al mismo tiempo inicia los estudios de lo que sería su verdadera vocación, la carrera de medicina.

En 1883 culmina sus estudios y comienza  a ejercer en Santiago de las Vegas, ocupando el cargo de Médico Municipal (cargo que anteriormente ocupara el Dr. Fermín Valdés Domínguez}.

Por sus actividades patrióticas, el Dr. Palma se vio obligado a emigrar a Cayo Hueso, donde instaló una farmacia a la vez que ejercía como médico. Allí atendía gratuitamente a los emigrados pobres y a sus familias, así como también surtía de medicinas a los expedicionarios una vez iniciada la guerra.

El 25 de diciembre de 1891 llegó Martí por primera vez a Cayo Hueso, pero llegó enfermo; el Dr. Palma le atendió solícitamente, diagnosticándole una fuerte bronco laringitis, por lo que fue preciso que guardara reposo durante una semana, tiempo en el que lo visitaba diariamente.

Eligio María Palma fue fundador del Centro de Instrucción y Recreo de Santiago de las Vegas, y posteriormente del Partido Revolucionario Cubano en Cayo Hueso y cooperó con la fundación de varios clubes revolucionarios. Martí, que llegó a profesarle gran cariño y admiración, lo menciona en cinco ocasiones en sus Obras Completas; en una de ellas lo describe como:

’’…ejemplar y piadoso, el médico del acierto y el cariño, el médico Palma”.

Una vez terminada la guerra regresó a Cuba y comenzó a trabajar en el Hospital de Dementes de Mazorra, donde murió, de forma repentina, el 15 de julio de 1921.

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Entre los amigos santiagueros de Martí se encontraban dos tabaqueros, Ramón Rivero Rivero y Ramón Rivera Monteressi.

Ramón Rivero Rivero nació el 2 de junio de 1856 en La Habana, pero a pesar de no haber nacido en Santiago de las Vegas se consideraba como tal, porque vivió en esta localidad la mayor parte de su vida, trabajando como tabaquero y líder sindical. En 1882 fue uno de los fundadores del Centro de Instrucción y Recreo de esta localidad.

Al marchar al exilio se radicó en Cayo Hueso donde este hombre de ideas radicales abrazó la causa de la independencia de Cuba con la misma pasión que defendía los derechos de los obreros tabacaleros.

Su afán de superación lo hizo matricular en el Club San Carlos, en Cayo Hueso, donde pudo elevar en gran medida sus conocimientos.   

Trabajó como lector de tabaquería, periodista, y en 1890 fue elegido concejal de ese municipio. 

Hombre polifacético de incansable espíritu, al llegar a la ciudad de Tampa, organizó varios clubes revolucionarios y fundó el Liceo Cubano.  También fundó varias publicaciones, entre ellas los periódicos Revista de la Florida y Cuba (periódico político que puso al servicio de la Revolución Cubana, propagando las ideas independentistas).

Fue fundador del Partido Revolucionario Cubano en Tampa, y al crearse el Cuerpo del Consejo fue elegido su presidente, desempeñando un excelente trabajo, siempre al servicio de la Patria.

Sostuvo con Martí una abundante correspondencia, aunque solo han quedado para la posteridad cinco cartas que atestiguan la enorme confianza que Martí depositó en este humilde hombre de pueblo, al que en algunas ocasiones llamó “mi ahijado”. Su nombre aparece mencionado en las Obras Completas en once ocasiones, en distintos escritos y cartas dirigidas a otras personas.

En una ocasión Martí calificó a Rivero como:

“Corazón popular, rico y ardiente, de razón cauta y poderosa oratoria”.

Al terminar la guerra regresó a Cuba. Años después, el 13 de marzo de 1908, falleció en La Habana.

Ramón Rivera Monteressi fue un humilde tabaquero de ideas avanzadas para su época, que había nacido el 19 de octubre de 1864 en Santiago de las Vegas, lugar donde siempre residió hasta emigrar a Cayo Hueso. También fue fundador del Centro de Instrucción y Recreo de la localidad.

Al llegar a esa pequeña ciudad se integró plenamente a la lucha por la independencia de Cuba. Fue fundador y Presidente del Club Revolucionario Santiago de las Vegas, al que en una ocasión José Martí calificara como “un club valiente y ya histórico” (Martí, J. : Obras Completas, T.2 ,“El Día de la Patria, Periódico Patria, New York, 1ro. de abril de 1893, p. 282). Fundó y presidió también varios clubes revolucionarios femeninos. El propio Martí lo nombró secretario local de todos los Clubes Revolucionarios de Cayo Hueso (que eran 34 en total). Ocupó además varias responsabilidades dentro del Partido Revolucionario Cubano en esa ciudad.

Fue figura clave en la lucha por la unidad de la  emigración, independientemente de los matices políticos que existían dentro de la masa trabajadora. Rivera Monteressi logró que todos los obreros, en especial los tabaqueros, se agruparan firmemente en torno a Martí.

Al comenzar la guerra quiso integrar la expedición del General Serafín Sánchez para participar en la lucha armada en Cuba, pero éste lo convenció de que su labor en el Cayo resultaba más útil a la causa libertadora.

A pesar de la correspondencia que sostuvo con José Martí, sus cartas no quedaron para la posteridad, y solo aparece mencionado en las Obras Completas del Apóstol, en una ocasión.

Una vez concluida la guerra regresó a Cuba, continuando su lucha en favor de la clase obrera, en especial de los tabacaleros. Participó como delegado en el primer Congreso Obrero Nacional, que se celebró en La Habana en 1914.

Su fecunda y modesta vida terminó el 3 de diciembre de 1938.

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Por último, quisiera señalar a otra persona muy cercana a José Martí que vivió en Santiago de las Vegas durante unos años, ejerciendo la medicina como médico municipal: el Dr. Fermín Valdés Domínguez, “el hermano  del alma” de José Martí.

En Santiago de las Vegas Fermín no se limitó a ejercer como médico, ya que participó  activamente en la vida social y política de la localidad, participando en tertulias literarias y colaborando con el  periódico local ¨El Faro¨(del cual fue editor) y que dirigía el poeta e intelectual santiaguero Serafín Costales.

Fue uno de los fundadores, en 1880, de la primera Logia Masónica de ese territorio, llamada Unión de Santiago No. 60, y más tarde fue también uno de los más entusiastas fundadores (y miembro de su primera directiva) del prestigioso Centro de Instrucción y Recreo. Hay que señalar que la mayoría de los emigrados santiagueros de aquella época pertenecieron a esta sociedad, prueba de ello es que los anteriormente mencionados, doctores Marrero y Palma, así como los tabaqueros Rivero Rivero y Rivera Monteressi, fueron socios fundadores. Hidalgo Gato no lo fue porque en aquel entonces ya residía fuera de Cuba.

Durante su estancia en Cayo Hueso, Fermín se relacionó con muchos de los santiagueros que conoció años atrás, cuando era Médico Municipal.

La correspondencia entre Martí y Fermín fue muy numerosa, conservándose 19 cartas; también se le menciona en las Obras Completas en 57 ocasiones.

Fermín Valdés Domínguez fue un gran patriota que al igual que José Martí luchó desde su adolescencia por la independencia de Cuba, sufriendo prisión y destierro. No en balde decía Martí sobre Fermín:

¨…por el amor entrañable que le tengo, porque desde la niñez amamos juntos la verdad y el dolor, porque aborrecemos con el mismo fuego la arrogancia, y la codicia que divide a los hombres, porque derramamos con la misma pasión la amistad que los calma y congrega…¨

En 1895 se incorporó a la lucha en los campos de Cuba, llegando a obtener los grados de coronel del Ejército Libertador.

De vuelta a Cuba ejerció como médico en Viñales, en la provincia de Pinar del Río. Retornó a sus labores en la Logia Masónica y a colaborar en los periódicos de ese territorio, escribiendo artículos muy radicales, tanto desde el punto de vista social como político. Contribuyó con su dedicación a que la obra del primero de los cubanos no fuera olvidada y su memoria se mantuviera viva aún en los tiempos en que oportunistas y envidiosos pretendían restarle importancia a su grandeza, a sus méritos y a su sacrificio.

En 1905, ya enfermo de cuidado, padeciendo de una grave enfermedad renal, se trasladó para  la Habana con la esperanza de que su salud mejorara, pero por el contrario, ésta se fue deteriorando cada vez más. Su  fallecimiento se produjo en La Habana el 13 de junio de 1910.

Es muy posible que otros santiagueros conocieran personalmente a Martí, que en alguna ocasión hablaran con él, o quizás le estrecharan la mano, pero me he limitado a mencionar solo a aquellos que aparecen nombrados en sus Obras Completas y con los que mantuvo de una u otra forma un contacto sistemático durante una de las etapas más importantes de su vida.


Bibliografía

1. Casasús,J. E. : La Emigración cubana y la independencia de la Patria, Ed. Lex, La Habana,   1953. 

2. Díaz Marrero, C. Historia de una prestigiosa institución: el Centro de Instrucción y recreo de Santiago de las Vegas. (Ponencia) Primer Premio Evento Martí y su ciudad 2008 y V Simposio Regional de Museología, 2009.

3. Fina García, F.: Historia de Santiago de las Vegas. Ed. Antena, Santiago de las Vegas, 2 t. 1954

4. Gravier, G. : Enrique Roig de San Martin o el fundador, Ediciones CIR, Santiago de las Vegas, 1942.

5. Hidalgo, A. : Orígenes del movimiento obrero y del pensamiento socialista en Cuba, Ed. Arte y literatura, La Habana, 1976.

6. Márquez, J.M.: Entorno de un insigne mambí. Editora Política, La Habana 2014

7. Martí, J. : Obras Completas, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, 27 t.

8. Peraza, F. : Diccionario Biográfico cubano, la Habana, 1955.

9. Pérez Chávez, R. : Biografía de Enrique Roig y San Martin, Ediciones CIR. Santiago de las Vegas, 1942.

10. Simón Pérez-Rolo, M. : Santiago de las Vegas. 308 años de Historia, Impresión artesanal, Santiago de las Vegas, 2000.

11. Martí en Santiago de las Vegas, Oficina del Programa Martiano, La Habana, 2000.

12. Villaescusa, I.: Devenir industrial del espacio que actualmente abarca el Municipio Boyeros (1920 – 1959), Ed. Historia, La Habana, 2007

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