domingo, 1 de abril de 2018

Resurrexit: Recuerdos de la imagen del Cristo Resucitado de la Iglesia de Santiago de las Vegas

por Leonardo Gravier | Coral Gables, Florida

Estamos en tiempos de Cuaresma, en pocos días celebramos la fiesta central del cristianismo: la Semana Mayor o Semana Santa. Al final de la Semana  Santa cerramos con el más jubiloso de los días del año:el Domingo de Pascua Florida, Domingo de Gloria o como mejor lo conocemos, el Domingo de Resurrección. Yo nunca puedo olvidarme de ese día, porque nací un Domingo de Resurrección y mis familiares me felicitaban ese día, aún cuando la fecha de mi cumpleaños no coincidiera con esa fiesta. También nuestro Estado de la Florida nació a la Historia ese día, Domingo de Pascua Florida; descubierta por Juan Ponce de León un 27 de Marzo de 1513, se le nombró “Florida” —a diferencia de lo que creen muchos —no por las flores que encontraron, sino en honor
del día del descubrimiento: Pascua Florida.

Domingo de Resurrección en Santiago, década del 50. El autor a la izquierda.
Los primeros cristianos celebraban la Pascua de Resurrección al igual que la Pascua Judía. Pero como era una fiesta de carácter móvil, el Concilio de Nicea (Año 325) decidió celebrar las fechas cristianas independientemente de las fiestas judías, aunque siguió el mismo carácter móvil. Es en el año 525 cuando el monje Dionisio El Exiguo creó el Anno Domini que fue la regla que se utiliza para calcular la Resurrección. Ésta caería en el domingo inmediatamente siguiente al plenilunio después del equinoccio de marzo. Por tanto, la Pascua Florida siempre se celebrará no antes del 22 de marzo y no después del 25 de abril. El Papa confirma el día que es basado en el cálculo astronómico.

Santiago de las Vegas tenía unas imágenes de santos muy bonitas. No sé cuando se adquirieron; tal vez talladas en España muchos años atrás. Sólo recuerdo cuando el Padre Jovaní adquirió  la Virgen Yacente en una urna o la del Cristo que estaba al frente del edificio de la iglesia. Pero la imagen más significativa y bella para mí era la del Cristo Resucitado.

Como la procesión del Domingo de Resurrección pasaba por mi casa, yo de niño oía la banda de música, me levantaba corriendo con la ropa que  encontrara y me iba a la esquina de 8 y 11 para ver el encuentro frente a la Dominica. Ya de mayor, iba temprano a la iglesia para participar de dicha procesión llevando en andas al Cristo, a la Santísima Virgen o a San Juan. Era difícil conseguir que alguien cediera su puesto en una de las barras de la angarilla. De todas las bellas imágenes (incluyendo la Dolorosa o el Patrón Santiago), mi imagen más admirada era el Cristo Resucitado.

Al principio desconocía los símbolos que resaltaban en aquel Cristo Resucitado; después fui comprendiendo que cada detalle tenía una transcendencia religiosa que era requerida en las demás imágenes del Resucitado en otros países.

Siempre me imaginé que estos símbolos o atributos eran privativos del Cristo Resucitado, puesto que otras imágines de Cristo no los tenían, pero desconocía su significado; aún indagando con muchos sacerdotes no podía llegar al fondo de la representación. No obstante, con el tiempo fui aprendiendo lo que representaban cada uno de ellos.

Domingo de Resurrección, 1957.
Lo que más me intrigó fueron los tres rayos que salían de la cabeza de la imagen: Las potencias. La explicación la encontré en las cofradías católicas y sus publicaciones. Esos son los rayos de luz que se colocan en la cabeza de la imagen del Cristo Resucitado para dignificarlo y mostrar su divinidad, distintas a las demás imágines de santos que van representados con aureolas. Muchos dicen que representan la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo; otros aluden al simbolismo de ser “Luz del Mundo”. No obstante, los que profundizan el significado, se remontan a las potencias de las que hablaba Aristóteles. Decía el sabio griego que los seres humanos poseemos distintos géneros de potencias en el alma, siendo las más importantes las intelectivas: memoria, entendimiento y voluntad. Con el tiempo la filosofía aristotélico-tomista fue adaptando a Cristo estas potencias, que como Hijo de Dios las tenía desarrolladas en su grado máximo. Por tanto convirtieron estos atributos en su condición de Rey, Profeta y Sacerdote.

Algunas cofradías reservan las potencias sólo a las imágines de los Cristos vivos, por tanto quedan excluidas las potencias de las imágenes del Cristo muerto. Es una opinión que no se sigue. Además, no todas las imágenes del Cristo vivo tienen las tres potencias. El Cristo crucificado que tengo en la cabecera de mi cama, las tiene. No obstante, la bellísima imagen del Cristo de Limpias que trajo mi padre al venir de Cuba, no las tiene. Cada potencia está compuesta de dos partes, saliendo de la cabeza de la imagen: el núcleo, donde se pone la ornamentación que suele llevar las letras del monograma de Cristo: JHS. La  otra parte son los rayos o resplandores, que pueden ser lisos, plegados, ondeantes o biselados.

En resumen, solamente en las imágenes de Cristo se ven rayos saliendo de la cabeza de la imagen.

El brazo del Cristo Resucitado dando la bendición, en la imagen de Santiago era el derecho con la mano abierta. En otras imágenes el escultor ha puesto la imagen con la mano izquierda y con dos dedos solamente. La estatua del Sagrado Corazón de Jesús de nuestra iglesia instalado en 1948  en el vértice del frontispicio triangular entre los dos campanarios, está dando la bendición con su brazo derecho y con dos dedos (dedo anular y dedo del medio o corazón).

Domingo de Resurrección, 1953.
En su mano izquierda, nuestra imagen de Cristo llevaba la bandera de la Salvación. Era la bandera con la cruz roja sobre fondo blanco. Esta bandera fue también el emblema llevado por los cruzados y llamada “bandera de San Jorge”. El Cristo Resucitado la lleva como símbolo de Victoria para confirmar que Cristo trae la salvación y la vida eterna; como triunfo sobre la muerte, o como la llevaría Dios como “Señor de los Ejércitos”. La bandera de nuestra imagen del Resucitado era un banderín con el diseño de la bandera de San Jorge. Iba en un asta en forma de una pértiga larga que terminaba en otra horizontal más pequeña formando una cruz. En la antigüedad ponían la bandera blanca delante de una bandera negra con la cruz roja que representaba la “bandera de sangre” —usada en el Oficio de las Tinieblas los Miércoles Santos— para representar que la bandera de la Salvación había tomado el lugar de la bandera de la muerte. Más adelante se eliminó en las procesiones del Cristo Resucitado la bandera de sangre.

La vestidura de la imagen de Cristo Resucitado era toda blanca, de lino sin ningún adorno, excepto los botones de rosas o claveles que le ponían.

Consistían en una enagüilla o calzón ceñido a la cintura con un cinto blanco y una túnica que le cubría parte del costado y le llegaba al hombro derecho; dejaba el pecho al descubierto. En muchas imágenes del Cristo Resucitado, la túnica le cubre todo el cuerpo, en otras está doblada alrededor de la cintura; pero en todas la túnica es blanca —que es la que llevaban los sacerdotes hebreos debajo del manto—. El Cristo resucitado llevaba las heridas abiertas en las manos y la lanzada del costado así como las marcas de las torturas sufridas antes de la crucifixión. El rostro y la expresión no eran de dolor, más bien de alegría y triunfo.

Martín Lutero dijo que “las imágenes son el Evangelio de los pobres”. Esa reacción ante una imagen, de devoción y ruego, la observamos sobre todo cuando vemos una procesión entre el pueblo llano de Latinoamérica o Europa. En Cuba, la veíamos entre los fieles que iban a la iglesia de San Lázaro en Rincón. También una imagen religiosa puede inspirar otra bella obra de arte, como inspiró al poeta José María Pemán a crear su bello poema “Ante el Cristo de la Buena Muerte”.

El “pathos” o emoción que despierta una obra de arte en quien la contempla, puede llegar a tres niveles. El idólatra, que adora imágines o ídolos como si fueran dioses animados; esto es un pecado condenado por las Sagradas Escrituras —es contrario a uno de los mandamientos—. El
Iconódulo o iconófilo es aquel que venera las imágenes, es decir, respeta en sumo grado la santidad, dignidad o virtud de la persona representada por la imagen. Esto es equivalente a venerar una imagen de la Santísima Virgen María, de San Francisco de Asís o de José Martí —al que se le coloca inclusive coronas de flores por dignatarios extranjeros para congraciarse con los cubanos—. Y por último está el iconólogo, que es aquel que admira, compara y clasifica por su antigüedad o estilo, las imágenes; este es el caso del que admira el “Perseo con la cabeza de Medusa” de Antonio Cánova, la Pietà de Miguel Ángel, o el “Extasis de Santa Teresa”  de Gian Lorenzo Bernini.

Domingo de Resurrección en Santiago de las Vegas, 1928.
No hablo de los iconoclastas, los que destruyen o aborrecen imágenes, porque esos son unos incivilizados, fanáticos e incultos, tales como los Talibanes que dinamitaron las famosas estatuas del Buda de Bamiyan.

Yo admiro las imágines en cuanto a obras de artes y respeto la santidad, dignidad o virtud de la persona.

La procesión del domingo ha sido muy bien relatada con anterioridad en este sitio así como la ruta que tomaba hasta el encuentro. Había salido de la casa de Luis y Carmelina Sans, donde le habían adornado de flores y jarrones las andas. Ellos vivían cerca de la iglesia, al lado de Rogelio Díaz (padre), de donde también salía parte de la procesión.

¡Qué buen gusto tenía y qué atinado estuvo, quien adquirió esa preciosa imagen del Cristo Resucitado para nuestra iglesia de Santiago de las Vegas!

2 comentarios:

  1. Qué interesante artículo, tan informativo, bien documentado y ameno. Aprendí mucho del significado de la simbología, realmente fascinante. Y me encantó ver las imágenes de mi querido pueblo, algo que siempre me llena de nostalgia y recuerdos lindos de aquel Santiago de ayer. ¡Gracias por publicarlo! Aunque me fui muy chiquita en el '67, tengo muchas memorias de la iglesia del parque, y del aura sagrada, de misterio, que se sentía al entrar allí. Aunque estaba frente al parque, cuando ingresabas en ese resinto oscuro y callado semi iluminado por velas, era como entrar en otro mundo. Ahora de adulta, aunque no soy una persona religiosa, entiendo por qué a tantas personas les proporcionaba paz.
    Giselle

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  2. Muchas gracias felices Pascuas a todos los santiagueros y que el senor jesus cristo nos proteja a todos feliz domingo.

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