por José Alberto Balido | Miami, Florida
"¡Estás gordísimo!"
Estas palabras, que hoy en día pueden provocar una crisis existencial en cualquier hombre o mujer que valore su salud o apariencia, en aquel Santiago de las Vegas del ayer fue un cumplido que se ofrecía con las mejores intenciones. Era una forma de decir que te veías bien, fuerte, saludable, hermoso... a diferencia de aquellas pobres personas a quienes la vida había deparado el cruel destino de ser "flacos".
No es un fenómeno puramente cubano, por supuesto; en sociedades como la china, donde la miseria y la hambruna existieron desde los tiempos del Emperador Amarillo, aún hoy, en medio de la prosperidad que ha florecido en ese país, persiste la costumbre de preguntar, al encontrarte con un amigo, Ni ch'ih pau lo ma? — ¿Ya has comido?
Por suerte (para el fabricante), los santiagueros de entonces disponían de tónicos y jarabes como el Carnol para combatir la preocupante delgadez, en aquellos casos en que la sabrosa comida cubana no era suficiente para producir los diámetros deseados. Este producto, al parecer de origen canadiense, se vendía en otros mercados para combatir resfriados, lo cual nos hace dudar seriamente de su eficacia; lo que no dudamos es que no fueron pocos los cubanos que en su momento confiaron en él para intentar aumentar su peso.
¿Recuerda o tomó usted alguna vez el Carnol? ¿Cómo era? ¿A qué sabía? Y lo más importante de todo: ¿funcionó?
¡Ja, ja, ja! Cuántos recuerdos me trae este comentario... no porque haya tomando ese producto, sino que por ser flaquita siempre escuché a mi abuela Nana decir "qué ganas tengo de que engordes y te pongas como una galleguita". En su mundo, la obesidad mórbida era preferible a la flaquencia. Excelente artículo que nos recuerda que la percepción de la belleza es cambiante.
ResponderEliminarGiselle