por A. Roger Balbi Barceló / Miami, Florida
Me despierto, un día cualquiera, con la boca reseca y deseos de tomar agua; 5:15 a.m. Saciada mi sed, vuelvo a la cama, pero no puedo volver a reconciliar el sueño.
Es entonces cuando viene a mi mente el libro de los recuerdos, donde tenemos escrita las memorias del diario vivir. Me pongo a hojear sus primeras páginas y me detengo en una que detalla un incidente que tuve de niño. Sería a fines de los años treinta, posiblemente 1937, ya que tenía 6 años. En la sala de mi casa, de buena área, había dos maceteros donde mi madre ponía matas de adornos. Éstos estaban hechos de cemento y arena, y lucían como troncos de árboles ahuecados; sus cuatro patas, imitando las ramas del árbol, eran muy artísticas. Pues bien, como cosa de muchacho, me puse a dar vueltas en forma circular y veloz. Fueron tantas y seguidas que al parecer, me mareé, perdí el control y fui a dar contra una de esas macetas. Como consecuencia de la caída, se me hizo una herida en la barbilla; seguido, el llanto y mi abuela y mi madre preguntando ¿cómo fue? ¿qué te paso? ¿te duele? Como es natural, se preocuparon, trajeron alcohol, y al final, la exclamación alentadora: "¡Mi hijito, no fue nada! ¡Ya estás bien!".
Con este recordar, se me avivó tanto la mente, que perdí el sueño. Seguí hojeando las páginas y me detuve al ver el título: “Tarzán, el hombre mono”. Recordé cuando en el Teatro Popular del C.I.R., a principio de los años cuarenta, se proyectaban las películas de este personaje, interpretadas por el gran actor norteamericano Johnny Weissmüller y la actriz Maureen O'Sullivan, interpretando a Juana.
Esto se realizaba en las matinées de los domingos, que comenzaban desde la una de la tarde. La mayoría de los espectadores eran niños, aunque a los mayores también les gustaban estas películas y sentían admiración por sus intérpretes.
Ese título ha encerrado en mí recuerdos de esa época.
Imitando al personaje, yo, vestido sólo con un pantalón corto “short” y sin camisa, en forma de juego, me subía en un frondoso árbol que crecía en el patio de mi casa e imitando a Tarzán, emitía sus acostumbrados gritos (¡eso creía yo!): ¡Ahaahaahaaaa! Había puesto una soga en una de sus ramas para deslizarme por ella. Por supuesto, también, con las manos me daba golpes en el pecho, para hacer más perfecta mi imitación.
Ese frondoso árbol producía unas frutas parecidas a uvas o ciruelas; eran de color violeta oscuro y de sabor dulce. Mis padres no sabían el nombre del árbol.
La ciruela gobernadora. | Photo: J.M. Garg |
Decidí cerrar el libro: ya eran las 6:30 de la mañana. El sueño se me había ido, pero en el desvelo que tuve, recordé esos tiempos vividos.
Nota del autor: Lo escrito constituye un cuento infantil, que fue realidad. Usted, lector, si tiene cuentos de su infancia en Santiago de las Vegas antes del 1959, lo invitamos a que los redacte y los remita para nuestra consideración.
Es uno de los relatos más lindos que he leido en este sitio... Me gustó por su inocencia y nostalgia de tiempos cuando vivíamos más relajados. Gracias!
ResponderEliminarQue bello el escrito, te felicito Roger, es verdad, cuando eramos jovenes o niños, siempre soñabamos con algo, que nunca pudimos olvidar, no importa la edad siempre esos suenos permanecen en nuestras memorias. Gracias por trasladarnos a la epoca de Tarzan, a mi en particular me encantaban las peliculas de Esther Williams, con sus maravillosos ballets acuaticos, cuando mis padres me llevaban a la playa, soñaba en poder nadar como ella, al menos me lo imaginaba, nunca me perdia sus peliculas. En verdad, como decimos los mayores, cualquier tiempo pasado es inolvidable. Isabelita Brito Gonzalez.
ResponderEliminarNunca pensé agregar una nota sobre mi escrito, lo cual hago ahora. No lo pensé pues al escribir sobre los dos temas, creí que seria como escribir algo sin sentido. Agradezco al primer comentarista que le haya gustado, pero quien eres?, el que lo hayas hecho bajo el nombre ANÓNIMO no quiere decir que no debes dar tu nombre. Veo que a la amiga Isabel Brito también le gusto. En este escrito mencione el árbol conocido por Ciruela Gobernadora, lo cual era cierto. El nombre científico es, como esta escrito, Flacourtia indica, dato que agrego el amigo José Alberto Balido, así como la foto, demostrando la rama con sus frutos, de lo cual le agradezco, pues le dio mas valor a mi relato, así como la imagen de Tarzan dando su famoso grito!
ResponderEliminarInvito al lector a que busque en GOOGLE, bajo el nombre científico Flacourtia indica, la descripción de este árbol, originario de África y Asia.
A. Roger Balbi Barceló - Julio7 de 2011
Muy linda historia Roger. Leyendola te puedo imaginar en esa epoca haciendo lo que describias. Los niños de antes tenian muy buena imaginacion. Yo tambien recuerdo con mucho cariño que mi tia Andrea Diaz Veloz me daba 40 centavos para las matinées de los domingos. Que tiempos aquellos. Mis primas Irene y Misita Bulnes y yo siempre nos encontrabamos alli con otras amistades. De vez en cuando sentia que me tocaban el hombro, y cuando miraba era mi querida madre Leonilda Diaz Veloz y me decia " vine a verte, todo anda bien?" Yo no sabia nunca cuando me "venia a ver". Quizas por eso siempre me porte bien y estaba donde dije que estaria. Por si las moscas. Jajajaja.
ResponderEliminarEncontre varias fotos de la planta , pero no pude copiarla aqui como queria hacer. pero descubri que crece aqui en la Florida en los siguientes counties:
Monroe Keys, Miami-Dade, Broward,Collier, and Lee