Tercer aniversario de Santiago de las Vegas en Línea

por José Alberto Balido / Miami, Florida

Tres años cumple hoy, 25 de junio del 2010, Santiago de las Vegas en Línea. Lo que comenzó con una simple idea, con un sueño de conservar lo mejor de nuestro pasado, hoy día reúne cientos de santiagueros en todo el mundo, fuera y dentro de Cuba, que encuentran en el sitio no sólo imágenes y relatos de aquel Santiago ya desaparecido, sino un punto de encuentro en línea donde hallar viejos amigos y parientes perdidos. En estos 1.095 días hemos publicado exactamente 500 artículos, un promedio de un artículo cada 2,1 días, y más de 612 fotografías o imágenes, o una cada 1,75 días.

¿Cómo surge la idea de Santiago de las Vegas en Línea?

Su génesis, aunque parezca raro, se remonta al año 1972. Tenía yo 11 años y cursaba estudios en la escuela Emerson Elementary de Miami, donde mi maestro, David Joe Spurlock, nos asignó la tarea de entrevistar a una persona anciana y escribir su historia, una “oral history” como las que han hecho famosas personajes como el periodista Studs Terkel. Para este propósito escogí a Patrick Dillon, un señor de unos 80 años que venía desde Irlanda cada año a pasar el invierno con su hermana Ita, queridísima vecina nuestra. Lamento no recordar muy bien su cuento; sólo sé que tenía que ver con una niñez marcada por la pobreza en las afueras de Donegal, al norte de la Isla Esmeralda, pero eran felices. Pues bien, esta experiencia me enseñó el valor de la historia, de escuchar los cuentos de los mayores, y de conservarlos para la posteridad. Ésta, creo, era la meta de Mr. Spurlock, y al menos en mi caso, tuvo éxito; tanto que, al cumplir los 18 años, el regalo que le pedí a mis padres fue un libro de fotografías de China del siglo XIX. Inquietudes quizá raras para un niño de esa edad, pero ése era yo, y confieso que en todo este tiempo, al menos en ese aspecto no he cambiado.

Pasan 26 años. En ese momento ya llevo 32 fuera de Cuba, pero no por eso he dejado de pensar en el pueblo que me vio nacer – gracias más que nada a mis padres, Consuelo e Ismael, quienes, como bien dijo él en una entrevista en Univisión, “desayunaban, almorzaban y comían con Santiago de las Vegas y con Cuba”. Me decido a ir.

No es éste el lugar para describir todas las emociones que experimenté antes del viaje, en el avión, y al aterrizar en Cuba y ver, una vez más, esa tierra colorada, esas palmas reales que protegen las lomas de Bejucal como viejos centinelas. Baste decir que usé más de un pañuelo, y que esos diez días con mi familia, caminando las calles que hasta entonces sólo veía por el cristal empañado de los recuerdos de un niño de cinco años, cambiaron mi vida para siempre. Si para bien o para mal, no lo sé; es cierto que mi vida sería mucho menos complicada si nunca hubiera vuelto a Cuba, si no hubiera caído bajo el hechizo de Santiago de las Vegas y no sintiera esta compulsión de ayudar a conservar el mundo de mis padres y abuelos, hoy desaparecido. Pero si fuera 1998 una vez más, aún sabiendo lo que sé hoy, sin duda alguna escogería el mismo camino que ya he caminado.

En ese viaje me enteré que existía en la torre norte de la iglesia parroquial una colección de fotografías antiguas y documentos históricos. Concerté una visita con el diácono, quien me mostró lo que para mí resultó ser el mayor tesoro que jamás había visto: imágenes del pueblo mío como había sido antes. No de Irlanda. No de China. De mi Santiago de las Vegas.

Al año siguiente regresamos David Paul Appell y yo armados con una laptop. Pasamos largas horas en esa vieja torre, día tras día, escaneando las imágenes que, poco tiempo después, formaron la base del primer sitio www.SantiagodelasVegas.org, lanzado en el año 2000. En esa época vivíamos en Nueva York, pero en mayo del 2002 nos mudamos a Miami, en parte para estar más cerca de mi familia… y de la cubanía que cada día yo descubría un poco más.

Poco después de nuestra llegada, mi padre, Ismael Balido, adquirió una computadora propia, demostrando desde el principio una aptitud admirable para su uso. Le enseñé a usar MicroSoft Word, a escanear fotos, y lo más complicado de todo: a subir fotos al sitio de Santiago, un proceso bastante complicado, ya que en aquella época programábamos todos los enlaces a mano. Lo aprendió, y así se hizo una parte vital del sitio de Santiago de las Vegas, escribiendo pies de grabado y añadiendo fotografías al sitio varias veces por semana. 

Pasan un par de años, y se empieza a hablar de Web logs, o blogs. Al principio no les hice mucho caso: ¿a quién le iba a interesar lo que yo tenga que decir? Pero un día, trabajando en el sitio original de Santiago (que era sólo fotografías con sus pies de grabado), se me alumbra el bombillo, como quien dice, y pensé: ¿No sería genial crear un blog para Santiago de las Vegas? Usarlo para publicar recuerdos y fotografías, un lugar donde todo el mundo podría comentar sobre ellos y así sumar sus propios recuerdos a una historia colectiva de nuestro pueblo que sería la más completa jamás escrita, porque la escribiríamos entre todos.

Nos reunimos con mis padres: ¿Estarían dispuestos a colaborar en un blog sobre la historia de Santiago de las Vegas? Sin pensarlo dos veces, ambos dijeron que sí, y desde ese entonces hicieron todo lo que pudieron, cada cual dentro de sus capacidades, por ayudar a crear este sitio histórico y cultural; y así fue como, el 25 de junio del 2007, los cuatro co-fundadores, Consuelo Hernández Basabe, Ismael Balido Pérez, David Paul Appell, y el que suscribe, lanzamos Santiago de las Vegas en Línea, el primer y más completo blog de historia municipal cubana, cubriendo el período desde la fundación del pueblo hasta el año 1959, período que consideramos la ‘época de oro’ de nuestro pueblo, digna de conservar para futuras generaciones aún por nacer.

De más está decir lo grato que nos resulta el éxito que ha logrado este sitio, y ver la felicidad que ha traído a tantas personas. Si Ismael Balido aún viviera, seguro nos exhortaría a seguir luchando porque no se pierda lo mejor de nuestra historia; y a mi padre, si es que me puede escuchar, le aseguro que así será.