Arquitectura de un cine

Por Giraldo Raymond de Con / Gijón, Asturias, España Para los neófitos en estilos arquitectónicos nos resulta difícil enmarcar una obra en uno u otro, solo nos queda el derecho a opinar sobre lo que vemos y establecer nuestros propios criterios de gusto. A principios del siglo XX, Rancho Boyeros pertenecía al entonces municipio de Santiago de las Vegas y hasta allí llegó la pujanza de una burguesía habanera dispuesta a estar a la altura de la modernidad europea. El Arte Deco constituyó uno de los movimientos en el arte de la segunda década del siglo XX. La búsqueda de una renovación de los símbolos artísticos relacionados con la cultura del capitalismo industrial y financiero llevó a los creadores a la famosa Exposición de Paris en 1925. Ella marco un antes y un después en la arquitectura y de sus muestras se originó una forma peculiar en el diseño del arte decorativo. Este nuevo estilo pretendía simplificar los excesos y reiteraciones ornamentales nada creativos, supeditados por los catálogos académicos del eclecticismo histórico precedente. Con este espíritu la clase más culta de la entonces sociedad habanera importo el Arte Deco a la Habana desde 1926, inmediatamente después de su aparición en París. Era el último grito de la moda parisina en el terreno de las bellas construcciones. En la década de los años veinte el cine se popularizó como medio de distracción y algunos de ellos fueron construidos con este estilo; el cine América, el Arenal, el teatro Fausto. En 1932 se construyó el cine teatro Lutgardita en Rancho Boyeros, del cual han disfrutado varias generaciones de santiagueros. Todos recordamos su bóveda celeste de gran belleza y su eficiente acústica. Es significativo y gratificante que hasta nuestro municipio llegara tan pronto esta corriente de arte arquitectónico, poniendo en evidencia la pujanza de la zona en esa época, si tenemos en cuenta que el Edificio Bacardí, representante más ilustrativo de este estilo en la Habana, se había terminado de construir poco tiempo antes.