por Jorge Marrero / Miami, Florida Hospital Lila Hidalgo de Conill: Éste fue el nombre original que llevó ese hospital del que hemos hablado en estos días en Santiago de las Vegas en Línea, ya que después de la caída del Gral. Machado, su constructor adoptó el nombre de Lila Hidalgo, prominente dama de la sociedad habanera, muy generosa y altruista, aunque mucha gente ha tratado de dilapidar su nombre. La idea original de la construcción de este hospital fue de dar servicio primero a la ciudad industrial Lutgardita y al municipio de Santiago de las Vegas, pero con el tiempo y por no haber otro centro asistencial con las características que éste tenía, devino en dar servicio al sur oeste del mismo, abarcando los municipios de Bejucal, Quivicán, La Salud, San Antonio de los Baños, y Alquízar. El hospital fue para su tiempo uno de los más modernos y mejor equipados de Cuba: contaba con dos salas de medicinas para hombres y mujeres; una sala de niños; un modernísimo salón de cirujía; y un fabuloso salón de partos, donde muchos de mi generación nacieron, como es el caso de Carlitos Valiente. También un salón de emergencias y dormitorio para enfermeras y medicos, el primero en los años 50. El famoso médico en circulación periférica Dr. Nando Milanés Tamayo lo convirtió en salón para esa especialidad y el segundo para dormitorio de alumnos de medicina, que en un número de más de 15 vivían allí, prestando magníficos servicios a la población. Es de destacar que el subsecretario de salubridad siempre dotó a este hospital con los mejores recursos, y engrosaron su nómina profesional médica los doctores Manuel J. Fuentes García, José L. Navas Aguilar, Mario Machado Moreno, Jorge MacCook, Miguel A. de la Fuente y muchos más que se me escapan de la memoria. Quiero hacer capítulo aparte a un noble médico que prestigió esa nómina de profesionales: el Dr. Ercio Martínez Álvarez, que se asentó primero en Rancho Boyeros y después en nuestro pueblo. Era el Dr. Ercio un dechado de virtudes profesionales y, sobre todas las cosas, humano. Tenía su consulta particular allí donde el Dr. Fuentes, su mentor y amigo entrañable. Era oriundo de Alquízar y allí acudían sus coterráneos, sin un centavo; nunca les negó su asistencia, así como a mucha gente de los alrededores que fueron sus pacientes gratuitos. Además él mantenía una cuenta abierta en la farmacia de los Yániz, para los que llamamos pobres de solemnidad, que nunca por muy costosas que fueran sus recetas, dejaron de salir con su medicina en la mano. Algún día allí, donde ejerció este galeno, habrá que colocar una placa que aunque sea modesta, enalce sus virtudes no sólo profesionales sino humanas. Hay que destacar que a este galeno lo acompañó hasta su muerte su amantísima esposa Consuelito González, y también su hijo, noble continuador de su profesión, el Dr. Víctor Martínez. También cabe destacar a su hija Alina, adoradora de su padre. Para el Dr. Ercio Martínez, los laureles de la gloria.
Cierto todo lo que se ha dicho del Dr Ercio, nuestra familia fue atentidad por el innumerables veces, en especial mi madre Olga Ramos a quien recuerdo orirle decir muchas veces: "el tratameinto de Ercio es el que me asienta"........ y siempre dispuesto a visitar mi casa cuando se le llamaba. A este Galeno que supo poner en alto el Juramento Hipocrático MIL GRACIAS!
ResponderEliminarHubo otro gran galeno que prestó sus servicios gratuitamente en el Hospital "Lila Hidalgo". Me refiero al especialista en vias circulatorias Dr. Pedro Carrillo, quien junto al Dr. Milanés eran considerados como los mejores especialistas en la materia. El Dr. Carrillo, (Q.E.P.D.) trataba a todos sus pacientes con un afecto que le ganaba el cariño de pacientes y familiares. El Dr. Carrillo se casó con una santiaguera, Argelia Fernández, hija de Manuel Fernández, Notario y Perito Mercantil, que vivían en la calle 10 entre 9 y 11, casi al lado de la Oficina de Correos y Telégrafos.
ResponderEliminarEstimado Dr. Marrero.
ResponderEliminarHe leido hoy y me ha emocionado mucho las lindas palabras que ha dedicado a mi padre el Dr. Ercio Marinez, todo lo que comenta lo recuerdo perfectamente, es mas, recuerdo a mi padre discutir con su compadre "Reynaldito" que era quien se levantaba a las 4am para repartir los turnos en su consulta particular y cobrar los $5.00 que era lo que cobraba, y a los que luego mi padre dentro de la consulta se los devolvia a los pacientes que el sabia que no tenian la solvencia necesaria y ademas de eso les daba dinero para que compraran las medicinas.
Mi padre adoraba su carrera, para el no habia hora, ni dia festivo, ni nada.
Muchisimas veces nos encontrabamos todos vestidos para salir a pasear o cualquier otra compromiso social y llegaba alguien a buscarlo o lo llamaban por telefono para ver algun enfermo y enseguida nos decia:
Lo siento, me tengo que ir a ver un enfermo y no se lo que me demore, quizas se me haga tarde y no podamos ir al paseo, pero otro dia iremos.
Esto nos sucedio muchas veces y ya estabamos acostumbrados a que esto sucediera que ni bravos nos poniamos y mi madre mucho menos, recuerdo que nos decia: La profesion del medico es muy dura, hay que tener mucha vocacion para estudiarla y hay que decicarse a ella en cuerpo y alma. Estos consejos se los transmitio siempre a mi hermano y siempre le decia:
El que va a un medico no es para pasear, es porque se siente mal y hay que atenderlo y dedicarle todo el tiempo necesario.
Puedo decirle que estoy muy orgullosa de mi padre pues no solo fue una gran medico sino tambien una gran persona, amigo de sus amigos y dedico toda su vida a aliviar el dolor ajeno y supo transmitirnos a nosotros, sus hijos, esos mismos conceptos de la vida, la amistad y sobretodo la necesidad de ayudar siempre al projimo.
En nombre de mi madre, de mi hermano y el mio, muchisimas gracias tanto a ud. como a mi querido amigo Giraldito, y a la hija de Olga Ramos por tan lindas palabras dedicadas a mi querido padre.
Alina Martinez Gonzalez.
Durante mi niñez en muchas ocasiones aquel hombre de mediana estatura, con sienes canosas, mirada dulce e inteligente y sobre todo con un maletín negro muy grande, que hacía acto de presencia en mi casa, era el Dr. Ercio Martínez nuestro médico de familia. Su sola presencia era un calmante para el dolor más insoportable. No importaba la hora que fuese, siempre estuvo presente al solicitar sus servicios. Más que un buen médico era un buen amigo y su trato familiar era el bálsamo mas preciado. Cabe destacar la inseparable presencia de su esposa Consuelito quien ponía de manifiesto ese refrán que dice "detrás de todo gran hombre siempre hubo una gran mujer".
ResponderEliminarGracias, Ercio, tu ausencia sólo la perdono al imaginar que estés junto a mis abuelos y mi padre. De sobra sabes que te querían mucho.
Alina:
ResponderEliminarYa que no disponemos de fotos de su padre, ¿tendría usted la amabilidad de enviarnos alguna? Si tiene además fotos del hospital o de su consulta, serían muy apreciadas.
Gracias,
José Alberto Balido
Quisiera saber si el sr. Jorge Marrero que escribio el articulo en homenaje a mi padre Dr. Ercio Martinez es el que fue por mucho tiempo administrador del Hosp. Lila Hidalgo. pues ahora hablando y recordando con mi madre, ella piensa que es Marrero el que fue administrador y buen amigo de mi padre, si es asi desde aqui le mandamos un gran saludo.
ResponderEliminarAlina Martinez Glez.