viernes, 3 de agosto de 2012

Noche serena

No fueron pocos los santiagueros que, en la ya lejana y añorada época de oro de nuestro pueblo, se dedicaron al arte de la poesía. Podemos citar, por supuesto, al prolífico Gabriel Gravier, cuyas estampas literarias inmortalizan a personajes humildes pero inolvidables como Mapilar y el "negro jutiero"; a Arturo Doreste; Francisco Fina García; Adolfo Cortada Hernández; y Ángel Barrios, sin olvidar al destacado intelectual Francisco (Panchito) Simón Valdés (derecha), abuelo por línea materna de nuestro amigo y fiel lector Boris Pérez Simón, cuyo reciente fallecimiento nos motiva hoy a compartir esta emotiva poesía publicada en el periódico santiaguero "La Opinión" en el año 1930.

Noche serena
(en diciembre de 1926)

por Francisco Simón

¡Paz!
Aroma de solemnidad.
En lo alto fulge, titilante y plena,
la estupenda bóveda. Marte… el Boyero… Orión…
¡Va marcando el curso de la noche serena
la clepsidra roja de mi corazón!
¡Pequeñez humana… pequeñez humana!
¡Qué tristeza abate
Mi sed de combate!
¿Para qué mañana
otra lucha vana?
Mi virtud ¿ridicula? … mi ¿estéril? maldad
¿qué sois? Ni aún el eco de un polvo impalpable
en el cauce hondo, hondo, imponderable,
de la catarata de la Eternidad!
¡Majestad!
La hora pasa como un treno…
Raya el cielo una blanca estrella fugaz…
Canta una plegaria el ambiente sereno…
Mi planta ha perdido el tacto del cieno.
Me siento más blanco, más puro, más bueno…
me arrulla en su seno
la noche. ¡Paz! ¡Paz!
Paz.
Aroma de solemnidad.
En lo alto fulge, titilante y plena,
la estupenda bóveda. Sirio… El Carro… El León…
¡y acompaña el curso de la noche serena
la clepsidra roja de mi corazón!


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