jueves, 8 de abril de 2010

La Escuela Pública No. 2, para varones


Prólogo

Antes de comentar, basándome en el título de este escrito, debo partir por las primeras enseñanzas que recibí durante los primeros años de mi niñez. Teniendo yo cinco o seis años, corrían los años 1936 ó 37, mis padres me llevaron a conocer a la familia Villavisanis, muy relacionados con nosotros y mi abuela; creo que eran parientes por sus antecesores. Esta familia estaba compuesta por las hermanos Felicia, Amelia y Santiago. Santiago tenía tres hijos: Santiago, Armando y Candita.

El motivo de la visita era para conocer particularmente a las hermanas, pues ellas en la sala de la casa impartían clases a los niños de la zona (calle 4 entre 5 y 7). No existían pupitres: los niños se sentaban en unas sillitas apropiadas a su tamaño, y en las piernas se ponían una tablita que servía de apoyo a la libreta al escribir. Nos enseñaban a leer y recibíamos normas de conducta y educación y un trato de familia.

Después pasé al Kindergarten situado en la calle 9 entre 6 y 8, donde las maestras Cora, mujer corpulenta, y Caridad, joven delgada la pianista, daban sus clases. La esposa del Sr. Fabelo, llamada cariñosamente “Macusa”, era la conserje de este lugar de enseñanza.

“La Escuela Pública No. 2”, para varones

Paso ahora a comentar sobre la “Escuela Pública No. 2” para varones, a la cual asistían sus alumnos para cursar del primero hasta el sexto grado.

Demás está decir dónde estaba situada la escuela, pues es de todos conocido que fue en la calle 8 esquina a la 9 frente al parque “José Martí”.
Grupo de estudiantes y profesores de la Escuela Pública No. 2 de Santiago de Las Vegas a principios de los años 50.
Era una casa con muchos años de construida, pero se veía en buen estado para ser usada como escuela. Se componía de habitaciones amplias, con ventanas y puertas con vista al patio central, donde los alumnos pasaban las horas de recreo y hacían filas antes de entrar a clases o cuando había alguna salida ordenada.

Como dato curioso, en algunas mañanas, cuando llegábamos a la escuela, encontrábamos algún murciélago muerto en los pasillos. Este edificio los albergaba; al parecer se sentían bien durante las noches oscuras.

Si alguno de los lectores fue alumno en esa época (fines de los 30- principio de los 40) me gustaría hiciera algún comentario al respecto.

Debo hacer un paréntesis como nota de curiosidad:

En el tiempo que redacté este escrito, estuve leyendo las publicaciones hechas desde el principio de este Web site y encontré una relacionada con Don Segundo Trespalacios, nacido en Asturias, quien tuvo una fábrica de tabacos en Santiago de las Vegas llamada “La Flor de Trespalacios” en un local llamado “La Casona”. Fue éste precisamente el local donde se instaló después la Escuela Pública No. 2. Traten de leer este artículo, pues se trata de un español que amó mucho a Cuba y en particular a nuestro pueblo y contribuyó grandemente a su progreso y grandeza, por cuyo motivo sufrió mucho por su gran interés en éste.

Continuando:

La escuela contaba con un modesto museo formado por una gran vitrina, con sus puertas de cristal, donde existían variedades de aves, reptiles, peces y algún animal común, por supuesto disecados o embalsamados; muestras de piedras; objetos marinos como caracoles; y algún otro objeto, los cuales servían para ilustraciones en las clases. Los alumnos se entretenían observándolos diariamente al pasar por sus lados, pues estaba situado a la entrada; además, le daba una gran impresión al visitante.

Su director lo fue el honorable José Manuel Sánchez Luque, muy querido y respetado por los alumnos y sus compañeros maestros, los cuales eran personas dedicadas con una verdadera vocación a su profesión.

Las maestras de primero y segundo grados lo eran Isabel Quesada e Isabel Bancells, respectivamente, de las cuales no tuve el honor de ser alumno. También lo fue la profesora Carmelina Huergo, la cual no recuerdo en que grado enseñó.
En aquel tiempo recibí la enseñanza desde el tercer grado hasta el sexto. Mi maestra de tercer grado lo fue Gaudiosa Márquez, por la cual sentí mucha admiración, tuve allí como condiscípulos, si mal no recuerdo, a Mario Arias, Joaquín Borrego, Isidro de Con, José “Ñiquito” Fernández de Cossío, su primo apodado “Villillo”, José Antonio Campos y otros que sus nombres no vienen a mi mente. Recuerdo que esta maestra siempre me elogiaba como un alumno disciplinado y atento a sus clases.

El cuarto grado lo pasé con la señora Adela Curbelo, exigente en cuanto a la disciplina: no permitía ni el zumbido de una mosca. En esta aula se destacó el compañero Isidro de Con por sus ocurrencias, a quien siempre le estaban llamando la atención.

El profesor Marcelo Alegría fue mi maestro de quinto grado. De ese tiempo no recuerdo algo que sobresaliera en su clase.

En mis años anteriores, sin saber que él sería mi maestro de sexto grado, veía pasar por frente a mi casa (situada en la calle 6) al profesor Enrique García, camino hacia la zona de la Estación Experimental Agronómica. Ese recorrido lo hacía a menudo por las tardes, siempre saludando y sonriente.

Siendo su alumno en sexto grado, recuerdo que en una ocasión, quizás en preparación para conmemorar la fecha patriótica del 20 de Mayo, se le pidió a los alumnos que supieran cantar que formaran un coro para actuar en ese acto patriótico. Yo fui uno de los que se brindó para actuar. El día que comenzaron las pruebas, cuando llegó mi turno para hacer mi demostración, me puse tan nervioso que mi tonalidad bocal estaba descontrolada. El maestro García me dijo: “Roger, no entonas bien. Siento mucho decirte que no puedo contar contigo”. ¡Cuánto sufrí con ese rechazo por la pena que pasé! Yo fui uno de los que “cantan en la ducha”, que se sienten hasta barítonos.

Terminada la enseñanza primaria, pasé a la secundaria (Escuela Primaria Superior de Varones) séptimo grado. No cursé el octavo pues ese año ingresé en el Instituto de la Víbora.

Como cosas del destino, cuando aspiré, lo cual logré, para obtener el ingreso en el Instituto de la Víbora, el maestro José Manuel Sánchez me impartió clases de superación para poder tener más conocimientos y aprobar el examen de ingreso. Sólo cursé el primer año, pues al siguiente ingresé en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, después de pasar también por un riguroso examen. Cursé los cuatro años, graduándome en 1950 como Maestro de Enseñanza.

Siendo maestro graduado, a principio de los 50, en cierta ocasión tuve que hacer una sustitución en la Escuela No. 2, sexto grado, posición que ocupaba quien había sido mi maestro en ese grado cuando fui su alumno, el profesor Enrique García.

Antes de terminar este relato, debo mencionar a dos empleados en la escuela, que son imprescindibles en todo Centro Escolar: los conserjes, personas que con esmero e interés cumplen con sus funciones de limpieza, cuidado de los bienes escolares y ayudantes de maestros y alumnos en sus necesidades cotidianas. Ellos fueron el señor Tuero y la señora María Isolina Vildóstegui Velazco (abajo).


Éstos son mis gratos recuerdos de la “Escuela Pública No. 2” de varones, una institución para orgullo de Santiago de las Vegas.

NOTA ACLARATORIA: Para que este relato fuera más preciso, me puse en contacto con Giraldo Raymond de Con en Asturias, España, biznieto de María, y me informó que su nombre era María Isolina Vildóstegui Velazco (arriba), esposa de Isidro de Con Cortinas; a la vez me comuniqué con la nieta de Tuero aquí en Miami, Nilda Valdés, y me informó que su abuelo se llamaba Agustín Valdés Anero Tuero, es decir, que lo llamaban por su tercer apellido, Tuero, y así era conocido. Debo añadir que Don Isidro de Con Cortinas fue un asturiano llegado de joven a nuestro pueblo, creando esta familia santiaguera.

De nuevo pido que si alguno de los lectores fue alumno en esa época de la Escuela No. 2 (fines de los 30 –principio de los 40) me gustaría relatara su experiencia vivida, en la sección “TOME LA PALABRA”.

Como siempre terminaré diciendo, “Recordar es Volver a Vivir”.

4 comentarios:

  1. Mis felicitaciones al Sr.Roger Balbi Barceló por su relato de la escuela No.2, antigua fabrica de tabacos "La Flor de Trespalacios" que era de mi bisabuelo Don Segundo Trespalacios, y todo esto relatado muy bien por Roger al cual le doy las gracias.
    Yo estuve por supuesto en esa escuela que estaba al lado de la casa de mi abuela, Angelina Trespalacios y varias de mis tias abuelas en aquel entonces. Cursé desde el primer grado hasta el cuarto, teniendo como maestras a Carmelina Huergos, Isabelita Bancells, Gaudiosa Marques y Adela Curbelo, y el director era Eduardo Gonzalez.
    Gracias de nuevo a Roger Balbi Barceló.
    Antonio A. Romero Jr.

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  2. Hola Roger: con cuanto gusto he leido tu recuento de la Escuela 2.
    En 1956 0 1557 yo escribi un largo articulo sobre la Escue4l no. 2, en la Revista del CIR y que titule LA SOLARIEGA CASONA DE LA CALLE 8, en el hice un recuento de mis propias vivencias alli en 1945/1949, en la que recogi los cambios de los grados 5to. y 6to., que salieron de la misma para fundar la escuel Intermedia, en el mismo local de la Escuela n0. 3 (para hembras) ellas por la tarde y la intermedia de manana.manana, salieron de la escuela no. 2 para la Intermedia Enrique Garcia y Marcelo Alegria, mis maestros y mis amigos. Entraron a la Escuela el Dr. Eduardo Gonzalez, como Director, Aida Trasanco, maestra y Martha Diaz como Maestra de Musica, se retiro Gaudiosa Marquez.

    Saludos Jorge Marrero Martinez

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  3. Gracias al Sr. Roger Balbi por tan emotivos recuerdos y en particular por mencionar a la bisabuela María. Era una persona entrañable y recuerdo perfectamente sus historias del colegio donde era conserje. Murió con 100 años y una lucidez extraordinaria. Junto con Isidro de Con creó toda una familia a la cual estamos orgullosos de pertenecer. Hoy tengo el privilegio de vivir muy cerca de donde nació nuestro bisabuelo Isidro en Asturias y doy fe de que los españoles y asturianos en particular sienten verdadero amor por nuestra tierra.
    Saludos

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  4. En mi escrito sobre "La Escuela No. 2, de varones" trate de exponer las imágenes de los conserjes María y Tuero. Al tener la de la Sra. María, enviada por su biznieto, y no la del Sr. Tuero, no quise que luciera como una preferencia por la Sra. María y me comuniqué con la nieta de éste, Sra. Nilda Valdés, la cual me dijo que no poseía fotos de él, lo cual lamentaba.

    La foto de la Sra. María será añadida a este artículo, y además en la sección “Galería”.

    De esta manera me excuso de no poder completar esta anécdota tan histórica, y al mismo tiempo doy las gracias a los que han hecho su comentario tan favorable.

    Roger Balbi Barceló - Miami - abril 12 de 2010

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