Quienes lo conocieron lo describen como un hombre de cuerpo delgado y regular estatura, ojos vivos y mirar sereno, de andar ligero y rápido en la acción, de tez trigueña y cabellera negra. También lo señalaron como:
● El obrero que llevó siempre en el corazón el impulso noble y generoso del sacrificio, y en su cerebro la visión ideológica un tanto empírica de la total liberación de la clase proletaria a que pertenecía.
● Hombre modesto, sencillo, sin alardes vanidosos.
● Hombre de principios e ideales, jamás desertó de ellos por conveniencia o por cobardía.
● Hombre de recta conducta y limpia postura.
● Amante fervoroso de la justicia y el derecho.
● Batallador obrero, cívico ciudadano, soldado y jefe, buen amigo y buen padre.
● Un trabajador que se prodigaba, un líder atrevido y valeroso.
Conformado por una escuela para los hijos de los trabajadores, aulas de superación, biblioteca, gabinetes médicos, imprenta y un salón de actos.
En la planta de abajo dos habitaciones que se utilizaban como oficina, un librero de caoba con entrepaños de cedro, sillones de caoba y pajilla, de respaldar alto, también dos gabinetes médicos; mesas de billar, de jugar damas o ajedrez, y dominó. El acceso a los gabinetes médicos eran gratuitos. En uno consultaba un médico como clínico, en el otro había un dentista. Bastaba con presentar el carné de tabaquero y que fueras socio.
Fue un paladín de la causa proletaria y su vibrante pluma de escritor proletario, haciendo función de periodista, en más de una ocasión la empuñó como una espada, con honor y valentía, contra los fariseos, los demagogos y los traidores de su clase, sin parpadeos ni temores, grabando sobre las cuartillas, las injusticias y abusos de los patronos y explotadores de los trabajadores.
Colaboró en el periódico “La Opinión”, de Santiago de las Vegas, redactando la Sección Obrera. En La Habana, colaboró en el Boletín del Torcedor y otras publicaciones de la clase trabajadora.
La tribuna proletaria le sirvió de pedestal, para lanzar desde ella su palabra reivindicadora y las demandas de los oprimidos con gesto viril y vibrante voz.
Murió en Santiago de las Vegas, el 9 de Octubre de 1928 y su entierro fue una sentida manifestación de duelo, concurriendo representaciones de trabajadores y de las distintas organizaciones obreras de la República.
Santiago Castillo, como hombre acaso cometiera errores o injusticias, más o menos censurables, pudo ser más o menos simpático y como todos los líderes y los redentores, tuvo sus amigos y sus detractores, más por encima de todo, se le reconoció siempre la pureza de sus ideales y la honradez que animó su actuación; toda la República y aún el extranjero, admiró sus gestos, a veces temerarios, que dieron en ocasiones rápidas soluciones a determinados movimientos. Más de cuarenta años de incesantes luchas en las que fue perdiendo jirones de su salud, minaron su organismo y agotaron su existencia, y fue ésta última, ofrenda a la noble causa que defendiera y amara tanto.
Pobre administró muchos miles de pesos, y pobre bajó a la tumba. Su honradez fue siempre acrisolada. En su temperamento de rebelde, hubo mucho de Mirabeau y de Espartaco.
Los torcedores de Cuba, perdieron a uno de sus más esforzados paladines y para los trabajadores todos su muerte fue: antorcha de idealismo que se apaga, brazo formidable de tenaz luchador que se abate, una luz de esperanza que se apaga, en el oscuro horizonte del proletariado.
Él no fue a las luchas obreras en busca de posiciones y lucro personal; sino a darle todo el caudal de sus hondos sentimientos de justicia social y de libertad humana, jamás se valió de su renombre y sus posiciones para obtener prebendas ni privilegios irritantes, los que siempre rechazó con entereza y dignidad.
Santiago Castillo entregó largo espacio de su existencia a luchar por las reivindicaciones obreras y por el advenimiento de un régimen de positiva justicia social y de redención humana. Una vida consagrada al bien. Por eso fue un símbolo, que debe resplandecer eternamente en el corazón del proletariado nacional.
Epílogo
♦ El 5 de Enero de 1929 tuvo lugar en el edificio de la Sociedad de Torcedores de La Habana, una velada en su honor con motivo de ser develado su retrato, en el Salón de Sesiones de dicha Sociedad.
♦ Con motivo del rotundo, grandioso y merecido éxito obtenido por la Federación de Torcedores de Cuba sobre la firma de Por Larrañaga, ―que intentaba introducir la fabricación mecánica del tabaco en Cuba, con lo que se hubiesen afectado unos 45 mil trabajadores del sector en todo el país― logrado a base de enormes sacrificios por el sector tabacalero y por acuerdo unánime de la Sociedad de Torcedores de La Habana, se llevó a cabo una peregrinación a Santiago de las Vegas, el domingo 3 de agosto de 1930, con el fin de concurrir a la tumba que guarda los restos de Santiago Castillo, digno Presidente que fue de dicha Sociedad en los momentos, en que únicamente un convencido era capaz de ocupar tales cargos en nuestras organizaciones obreras.
Cartulina impresa en tinta roja, hecha por los huelguistas de la fábrica “Por Larrañaga” en el año 1927.
El no tuvo la dicha de presenciar el triunfo; la muerte lo arrebató traicioneramente cuando más falta hacía. Pero sacando fuerzas de flaqueza, la Federación de Torcedores de Cuba, en un supremo esfuerzo aunó todas las voluntades y venció, precisamente para gloria de Santiago Castillo y de todos los que como él habían desaparecido sin haber apurado el inmenso goce del triunfo glorioso de sus ideales.
Santiago de las Vegas abrió sus puertas de par en par, para recibir amorosamente a los dignos y cívicos torcedores cubanos, que depositaron con unción, muchas flores rojas, de aquellas mismas, que con tanto cariño y amor acostumbraba a llevar Santiago Castillo en el ojal de levita.
Fuentes consultadas:
Acosta, J.M., Santiago Castillo. Tus compañeros no te olvidan. En El Ideal, Año II, No. 58, Santiago de las Vegas, 30 de julio de 1930.
Fina García, Francisco. El líder Santiago Castillo, en revista Antorcha. Año XIX, No. 12, Octubre 30 de 1959. Santiago de las Vegas.
――――――――. Santiagueros del Pasado (Semblanzas) 1ra. serie. Editorial Antena, Santiago de las Vegas, 1959.
――――――――. Galería de Santiagueros Distinguidos, Editorial Antena, Santiago de las Vegas, 1943.
Gener, Guillermo. Apuntes. En Revista del CIR. Año I No. 11, Santiago de las Vegas, 15 de octubre de 1928.
La primera piedra. En http://www.uneac.org.cu/secciones/sociedad-de-torcedores-de-la-habana-tribuna-de-grandes-figuras-de-la-cultura-cubana/ consultado el 11 de octubre de 2023.
La sociedad de torcedores de La Habana. 90 años de historia y revolución. En https://cubarte.cult.cu/periodico-cubarte/la-sociedad-de-torcedores-de-la-habana-90-años-de-historia-y-revolucion/ consultado el 11 de octubre de 2023.
Rodríguez González, Miguel Vladimir. La mecanización de la producción de tabaco en Cuba. Antecedentes históricos. Actualidad y perspectivas. En https://www.monografias.com/trabajos88/mecanizacion-produccion-tabaco-cuba/mecanizacion-produccion-tabaco-cuba consultado el 3 de noviembre de 2023.
Santiago Castillo. En La Opinión, Año III, No.103, Santiago de las Vegas, 13 de octubre de 1928.
Serrano González, Jesús. El palacio del barrio Cayo Hueso. En https://medium.com/la-tiza/el-palacio-del-barrio-cayo-hueso-41ebb76a1ffe , consultado el 11 de octubre de 2023.
Suárez Ramos, Felipa de las Mercedes. Palacio de los Torcedores de La Habana. En https://www.trabajadores.cu/20160117/palacio-de-los-torcedores-de-la-habana/ consultado el 4 de noviembre de 2023.
Tamames Henderson, Marcos Antonio. La Sociedad de Torcedores de La Habana. Patrimonio Cultural de la Nación. En https://museocentrohabana.blogspot.com/2022/03/la-sociedad-de-torcedores-de-la-habana.html consultado el 11 de octubre de 2023.
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