miércoles, 25 de enero de 2023

Poesía y poetas de Santiago de las Vegas: Dr. Gabriel Máximo Gravier Delgado

Foto circa 1925
Gabriel M. Gravier Delgado nació en Santiago de las Vegas en noviembre 18 de 1900. Se graduó de Bachiller en 1922 y de Doctor en Derecho Público y Civil en 1930. Además, músico, escritor, poeta y orador. De acuerdo a la clasificación que nos hemos propuesto para esta serie, Gabriel Gravier se enmarca entre los poetas de la primera época republicana. 

Fue Jefe de Redacción de la Revista del C.I.R. en su primera etapa, en la cual tuvo a su cargo la sección de crónica social que firmaba con el seudónimo de Monsieur[1], que por corrupción fonética derivó a Musíu, sobrenombre con el que era conocido en todo el término de Santiago de las Vegas. 

Colaboró activamente en los periódicos locales y en los habaneros La Prensa, Heraldo de Cuba y El Mundo. Escribió también para el diario Las Américas en Miami. 

En 1920 fue, junto a Teodoro Cabrera, Guillermo Gener, Francisco Montoto, Francisco Simón y otros santiagueros, organizador de la celebración, por vez primera en Cuba, del Día de las Madres. 

Presidió en 1930 la Asociación Local de Prensa. También presidió la Asociación Más Luz. Creó y presidió, en 1943, el Grupo Selección, integrado por intelectuales santiagueros, con el propósito de promover la literatura y las artes en la sociedad santiaguera. 

Numerosos artículos y poemas aparecieron publicados tanto en los periódicos y revistas locales como en la prensa habanera y en el diario Las Américas de Miami. 

Gabriel Gravier salió de Cuba en 1961 a la que nunca más volvió. Durante su estancia en los Estados Unidos, escribió mucha poesía, dejando a su muerte más de 37 libretas de poemas. Falleció en Coral Gables, Florida el 29 de noviembre de 1974. 

Muchas más cosas podrían decirse de Musíu, pero en este trabajo nos atenemos a tratar sobre su poesía.  

Para establecer bien la proyección poética de Musíu, proponemos brincar en el tiempo hasta 1966. En ese año, se publicó la declaración Nos Pronunciamos aparecida en el No. 1 del Caimán Barbudo, suplemento cultural del diario Juventud Rebelde. A los firmantes se les conoce como los “caimanes”. Un poeta de nuestro terruño, Helio Orovio, fue uno de sus firmantes. En el No.2 ya aparecieron sus poemas. 

El ya fallecido crítico literario y notable profesor universitario Dr. Guillermo Rodríguez Rivera expresó que….«no se ha valorado suficientemente uno de los mayores logros de aquellos poetas que publicaron algunas de sus composiciones en el Caimán....., y éste es, el hecho de ser conscientes de "la necesidad de establecer un sólido vinculo entre poesía y canción, de hacer sistemático lo que hasta entonces había sido ocasional.  Y si en el manifiesto "Nos pronunciamos" afirmaban el carácter poético de la canción, no fue extraño que esa convicción cuajara en hechos más concretos"» 

Pero en 1924 en Santiago de las Vegas, cuando el que después fuera notable músico cubano Rodrigo Prats tenía solo quince años, musicalizó en una criolla-bolero el poema de su amigo Gabriel Gravier Una Rosa de Francia, adelantándose así Musíu más de 40 años, a esa necesidad que se menciona en el párrafo anterior y que sólo declararon los caimanes en 1966. 

Presentaremos poemas de la etapa más temprana de la poesía de Gravier y la muestra escogida incluye poemas relacionados con el amor, la música, los héroes, los sueños y añoranzas del poeta.  Gracias a la gentil colaboración de su hijo el Dr. Leonardo Gravier Cortada, podemos ofrecer también una muestra de la poesía escrita durante su estancia en los Estados Unidos. 

Comenzamos la muestra de la poesía de Musíu con poemas escritos en las décadas del 20 y el 30 del siglo pasado. Son poemas de las primeras hornadas de la obra del poeta. A continuación, aparecen Saludo, A mi madre, Sultana y Pastoral. Todos estos poemas reflejan como factor común los sueños e ilusiones de un joven creador que admira la belleza, hiperboliza el entorno, manifiesta sus sueños y sus añoranzas, mezcla música, danza y colores y transmite sus íntimos sentimientos. 

A MI MADRE                                               

¡Salve, reina tu ternura!
En tu noble cabellera
donde un día floreciera
el dolor hecho blancura.

Una guirnalda tejiera
con mis besos jubilosos
y a tus ojos nubilosos
la luz de mis ojos diera.

En tu confianza me afirmo
porque en tu Psiquis confirmo
fuente infinita de amores

que fluyera dulcemente,
para borrar de mi frente
la huella de los dolores.


SALUDO

Te saludo porque tienes
la majestad de una diosa
y una diadema en tus sienes
de virtud, esplendorosa.

Te saludo porque vienes
quintaesenciando, amorosa,
los inagotables bienes
de una herencia candorosa.

Porque fluye aristocracia
espiritual, de la gracia
de tu noble pensamiento.

Hago alfombra de mi escudo
como el más gentil saludo
a tu raro advenimiento.
En Sultana, la descripción del poeta está tan bien expresada, que cuando se lee, automáticamente, sin mucho esfuerzo, en la mente se visualiza el paisaje de la ciudad de Granada, en la cual está emplazada el Palacio de La Alhambra, de arquitectura morisca, la escenografía y el tablao flamenco, acervo de canto y baile español de muy antigua procedencia y variada estirpe étnica  —árabe, judía, gitana y del África negra—, el vestuario y el embrujado movimiento de la rumba gitana y se oye la guitarra, la pandereta, el taconeo de los bailaores y a los cantaores del coro andaluz. Y se solapan en la narrativa el impetuoso erotismo de un hombre lleno de juventud y deseos de expresar su amor y su pasión a través de la poesía.
SULTANA

Sobre una alfombra de flores,
una andaluza robada
a los romances moriscos
rasgueando noble guitarra.
Ambiente de pandereta,
manzanilla, amores alas.
Todo en fiesta. Los cantares
nacidos como del alma,
dichos en tonos sensuales
bajo el cielo de la Alhambra.
Los pebeteros lanzando
al aire las bocanadas
de la mirra y el incienso
que en espirales se abrazan.
Versos, mantones, peinetas.
Taconea una gitana
grácil sus penas, bailando,
y en los ritmos de la danza
sonoramente palpita
de su corazón el drama.
Flores, guitarras, mantones,
bajo el cielo de la Alhambra.
Y en ese ambiente adorable
bajo tu influjo de maja
de mantilla y de peineta,
mi vida se deslizará
sorbiendo el goce supremo
que fluye de tí con gracia...
Y miraría en tus ojos
que las ojeras brillantan
el fondo incierto que bulle
en la sima de tu alma;
y tomaría en tus labios
—sangre en márgenes de nácar—
el dulce licor que ensueña
con fantasías lejanas...
Y besaría tus hombros
con exaltación pagana;
y te dijera las cosas
más ambles de mis ansias...
y te haría en mis anhelos
y aspiraciones: sultana!


PASTORAL
Agosto de 1926

Y fue en tiempos medioevales
y fue en una antigua aldea
amada de los pastores,
blanca como una azucena:
por eso al verla de lejos
pensaban que en la pradera
verde, era cada cabaña
un blanco vellón de ovejas.

Y era una linda pastora
de faz radiante y serena
que de pétalos de lirios
hecho el corazón tuviera;
por doquier iba cantando
una alegre pastorela
que brotara de sus labios
en voz cristalina y leda.

¡Diez y seis años contaba
la joven de esta leyenda!
¡brillantes diez y seis años!
perfume de primavera,
mucha luz en las pupilas
dulces sonrisas ingenuas
y una apacible mirada
destilando su tenerza.

Yo la imagino soltando
al aire la cabellera
que el buen padre sol dorara;
presta en andar, como si ella
fuese una mariposilla
que ambulara por la selva,
de flor en flor, encantada
de la miel de la floresta,
cuajada de fe y de ensueños
de azul e ilusiones plena

Pues señor, esta pastora
tan linda, tan dulce y tierna,
para entretener sus horas
de ensueño, tenía una oveja
a quien llamaba, amorosa,
de su vida, compañera,
pues a doquier que ella fuese
la ovejita iba con ella.

Toda la gente sabía
de este pastoral poema,
que la niña era muy noble
de peregrina belleza,
y que en su frente llevaba
de bondad una diadema

Más, ¡oh dolor! ¡que terrible!
se enferma y muere la oveja:
y quién fue una niña alegre,
antes, de los bosques, reina,
se mustió como las flores
y se enfermó de tristeza.

Pasaron de aquel entonces
que la ovejita muriera
muchos años, pero muchos

Y aún se dice por la aldea
que la amable mariposa
que ambulara por la selva,
esmaltadas de colores,
que la noble niña aquella,
como blanca margarita
que el tiempo implacable seca,
abatida entre las sombras
se deshojó de tristeza,
recordando la ovejita,
de su vida, compañera.

Y aún en las tardes de invierno
baña el blanco de la aldea
como un resplandor muy tenue
el oro de la leyenda.
Una Rosa de Francia, ha paseado el mundo, representando la canción cubana. Debemos todos los que amamos y queremos a Santiago de las Vegas, sentirnos orgullosos de que un poeta del patio haya aportado la letra de esa canción, de manera que música y letra se combinaran de forma tan extraordinaria que haya trascendido nuestras fronteras y se universalizara.  

Veamos como lo describe la periodista Josefina Ortega en una entrega para la estación Habana Radio de ciudad de La Habana, con fecha 5 de febrero de 2013:

«Una canción puede inmortalizarnos para siempre y yo toqué la flauta como decimos en el argot musical, con esta canción».

Así afirmó el destacado músico cubano Rodrigo Prats (Sagua la Grande, 7 de febrero de 1909- La Habana, 15 de septiembre de 1980) sobre “Una rosa de Francia”, una criolla bolero que compuso con apenas 15 años, sin imaginar que se convirtiera en una pieza antológica de nuestro cancionero. 

Su letra provenía de un poema que le proporcionó al joven músico un poeta amigo de la familia.  Y según cuentan la musa inspiradora fue una hermosa mujer llamada María Teresa, quien por sus rasgos parecía francesa.

El encuentro entre Rodrigo Prats y el abogado Gabriel Gravier –el poeta en cuestión– ocurrió en el verano de 1924, en la casa de los tíos de Rodrigo, Enriqueta y Antonio Reynieri, en Santiago de las Vegas, donde el aun estudiante de música pasaba largas temporadas y tocaba el violín en la pequeña orquesta que animaba las funciones del cine silente del teatro Minerva. 

Y más adelante dice:

Al joven músico le gustó el poema, se sentó al piano y con natural desenvoltura sobre su letra compuso esa hermosa pieza, estrenada poco después con todo éxito en La Habana por el popular cantante Fernando Collazo, y que después le daría la vuelta al mundo en las voces de otros importantes intérpretes cubanos y extranjeros. 

Hay tres versiones sobre la motivación para este poema.  Una de las versiones es que resulta un recuerdo de una fascinante rosa blanca de origen francés que floreció en el jardín del poeta y que cautivó sus sentidos una tarde del mes de mayo.

Otra versión, en el imaginario popular, está relacionada con un posible amorío sostenido por el poeta con una señora casada, de mayor edad que él, que accedió a sostener una relación sentimental íntima de la cual quedó prendido el poeta, pero por pertenecer ella a una familia prestigiosa, cuyo nombre y status tendría que preservar en la buena honra, sólo le fue dable expresar su regocijo utilizando el sentido figurado en el marco de una poesía.

La tercera versión es que, compuso el poema inspirado en una jovencita pálidamente rosada como la rosa de Francia, y doncella puesto que en una tarde de Mayo “su milagro le dió”.

UNA ROSA DE FRANCIA      1924 

Una rosa de Francia,
cuya suave fragancia
una tarde de mayo
su milagro me dio.

De mi jardín en calma
aún la llevo en el alma
como un rayo de sol.

Por sus pétalos blancos
es la rosa más linda
y hechicera que brinda
elegancia y amor.

Aquella rosa de Francia,
cuya suave fragancia
una tarde de mayo
su milagro me dio.


SCHERZO 4

Los arpegios rompieron la algarada
incomprensiva y turbia de la gente.
Y hubo un silencio grave. Lentamente
gimió el violín su nota delicada.

Libró tu noble piano una bandada
de alondras que invadieron el ambiente
del alma... los "scherzos" del ingente
Chopin... gocé de amor una alborada.

Yo no sé si viví lo que hubo escrito
el mago en los compases, pero un grito
de desesperación y de agonía

tuve que ahogar en mi interior... ¡marasmo
profundo de sentir el dulce espasmo
que se produjo en mí por simpatía!
Musíu expresa en estos dos poemas dedicados a héroes de nuestras guerras de independencia su auténtica cubanía y fervor patriótico. 
IGNACIO AGRAMONTE
(Un diamante con alma de beso - J. Martí)

El pensamiento de ateniense puro;
espartano el coraje y la bravura;
de Grecia insigne la plural cultura;
del principio civil, guardián seguro

la vergüenza, el emblema de su vida;
rindió a la dignidad culto glorioso;
ardiente el corazón audaz desbrida
hacia la libertad, su sol hermoso.

Oh héroe de leyenda sobrehumano;
acaudilla el honor camagüeyano
indomeñable y recio en el combate.

Y entre sus hechos de fulgente gloria,
iluminando el libro de la historia, 
la hazaña prodigiosa del "Rescate".

MACEO

Desjarreteando valles y montañas
con el filo tajante de su acero,
no contempla la historia otro guerrero
ni valiente que iguale sus hazañas.

Recio adalid de frente a las Españas;
de las virtudes noble caballero;
como un centauro en el embate fiero
para clavar el hierro en las entrañas.

Helénico de estirpe por lo heroico;
Cristiano en la postura por lo estoico;
el pecho sin coraza a lo Cyrano;

Martiana estrella en la dorada frente,
un palpitante corazón rugiente:
el ídolo de bronce del cubano.
Decidimos incluir el poema Místico Caballero o Medioeval? dedicado al Caballero de París[2], por el vínculo de éste último con Santiago de las Vegas y porque una personalidad sensible, como fue la de Musíu, supo recoger la importancia que revestía este célebre personaje y atrapar en el poema el espíritu de misterio que se propalaba a través de su larga caballera, su desaliñada vestimenta y sus arengas basadas en sueños e ilusiones.
Místico Caballero o Medioeval ?
I
Con su capa raída, la melena
y la barba cayéndoles al pecho;
vaga expresión de una escondida pena
el pálido semblante; y a despecho
de burlas y desprecios, le enajena
el paso de andariego. ¿Va al acecho
de una ilusión que ignora? ¿Su alma buena
soñaría en tener la paz por lecho?

En el silencio está su poderío.
¿Qué misterio le atrae a lo sombrío?
En la mano un clavel, su flor de lis.
Así andaba por la calles de La Habana,
Inmerso en la furtiva caravana.
El dulce “Caballero de París”.

                     II

De tiempos medioevales su arrogancia;
humilde parecía y no lo era;
trasunto de Verlaine, vate de Francia.
¿Acaso un mosquetero? ¿Un calavera?
Un mendicante, no. ¿De que vivía?
Excelso trashumante ¿que buscaba?
¿Qué tormento de amor? ¿Bécquer, acaso?
¿Lo enloqueció el veneno de un fracaso?
Pese a su estampa y porte estrafalario
Lucía un personaje interesante
¿Tal vez era un juglar o era un andante
Caballero de escudo nobiliario?
Los dos poemas que a continuación presentamos recogen el arraigo de Musíu con Santiago de las Vegas, su pueblo natal. Recuerdos de la niñez, donde los buenos ratos, con sus amigos de infancia transcurren en aquella su casa y donde manifiesta arrepentimiento por alguna acción habida y se sincera declarando su incapacidad de odiar exaltando a su calle, su casa y sus amigos de niño como lo más puro en su corazón. Y a su silenciosa ciudad, Santiago de las Vegas, que lo vio nacer, crecer y desempeñarse profesional y culturalmente, donde constituyó familia y fue grande como hijo, hombre, intelectual, esposo, padre y ciudadano.
La calle donde nací

La calle donde nací,
derecha como una palma,
sabe bien, como yo fui,
porque ella me forjó el alma.

Era muy grande mi casa,
dos ventanas y una puerta,
esa puerta siempre abierta
y una voz diciendo: — pasa —

Los muchachos me buscaban
a jugar con mis juguetes;
si algunos formaban bretes
mis puños duro les daban.

Mas al poco rato yo
lo pasado había olvidado
y con el mayor agrado,
mi corazón perdonó.

—Ven, muchacho, a mi alegría
porque yo no puedo odiar,
si no vienes a jugar
de tristeza moriría.

Mi calle, mi casa, son,
y mis amigos de niño,
como la albura de armiño
que tiene mi corazón

Mi silenciosa ciudad
(A Santiago de las Vegas)

Silenciosa ciudad de encantamiento,
bella y gentil, caballerosa y noble,
que dais al peregrino alojamiento
en vuestra fe de inquebrantable roble.

Adorable ciudad que el pensamiento
del alma convidáis a la quietud,
viejo lugar donde susurra el viento
semejando la queja del laúd.

Os amo y os saludo y no pudiera
olvidar mi pasión aunque quisiera;
pues que lleváis en el ayer prendido
el amable tesoro de mi infancia,
la aurora de ilusión y de fragancia
que me recuerda la canción del nido.
Seguidamente exponemos algunos poemas escritos durante el período en que vivió en los Estados Unidos.  En ellos se refleja el vacío sentimental y el impacto provocado por la larga ausencia y lejanía de su tierra. La nostalgia, el aferrarse a sus valores y tradiciones, a la amistad, la añoranza de su patria querida, la soledad del expatriado.

Pero no los boto 

Tengo unos zapatos que traje de Cuba;
tengo unas camisas, confección de allá
y tengo corbatas y tengo un "Petronio"
de hechura impecable, como aquí no hay;
y unas guayaberas de holanda blanquísima
de finas alforzas, que ya no dan más;
y algunos pañuelos a "lausi" bordados
y otras tantas cosas que viejas están.

Pero no las boto, porque representan
amados recuerdos de tiempo mejor;
parece que hablan, que sufren, que lloran
cual si comprendieran la preocupación
que a solas me embarga por la triste ausencia
de la dulce patria que allá se quedó.
Nostalgia que hiere, presencia que mata;
yo mismo me siento que ya yo no soy
el que de ilusiones vivía encantado
y el alma reía por el corazón.

Amor con amor se paga

Un "lacito" de "El Encanto"
me obsequió mi amigo Prieto.
"No vale nada —me dijo—
es cuestión de sentimiento;
a ti te lo doy gustoso
por cubano y caballero;
tenlo de muestra evidente
de mi afecto y de recuerdo".

¡Cómo recibo el regalo!
demostración del aprecio
del caballero y amigo
al que juzgo de "aquel tiempo"
de las finas gentilezas;
de aquella Cuba de ensueño
que se ha perdido en la sombra,
pero que late en el pecho
con el corazón herido
y aunque herido más entero.

Gracias te doy; lo verás
resplandeciente en mi cuello:
una bandera inflamada
de amistad en el destierro.
Estos dos poemas que siguen a continuación pudieran considerarse como su testamento poético. En Codicilo expresa al “despido de la vida” un balance de su existencia sentimental y amorosa en la cual descuenta el mal gusto y las cicatrices de alguna mala partida y enaltece y evoca con orgullo las rosas que fueron en su jardín de placer. En Mi anhelo en dos espinelas, declara expresamente su insatisfacción por no poder morir en su patria y expone sin duda alguna el gran anhelo de fallecer en Cuba.

          Codicilo

Me despido de la vida
con un saldo a mi favor
en la cuenta del amor.
No apunto en la despedida

el mal gusto del dolor
ni la cicatriz de herida
que me causó el sinsabor
de alguna mala partida.

Esas cosas las olvido;
pero las rosas que han sido
en mi jardín de placer

las evoco con orgullo
porque me dormí al arrullo
del beso de una mujer.

Mi anhelo en dos espinelas

No quiero morir aquí,
por la nostalgia abatido.
¡Ay! morir donde nací
es lo que hubiera querido.
Sentir el suave gemido
de la tojosa arpegiando
y del sinsonte cantando
jubiloso una plegaria,
con la estrella solitaria
de mi bandera alumbrando.
Escuchar el dulce arrullo
de una flor estremecida
cuando en un beso la vida
le da el aire en su murmullo.
Fosforeciendo un cocuyo,
las palmas abanicando
y los pájaros gorjeando
sus trinos que van al cielo.
Morir en Cuba es mi anhelo:
de alegría suspirando.

Fuentes consultadas: 
  1. El caballero de París, en www.ecured.cu, consultado el 29 de marzo de 2021.
  2. Fina García, Francisco. Galería de Santiagueros Distinguidos, Editorial Antena, Santiago de las Vegas, Habana, Cuba. 1943.
  3. Gómez, Mario. Francisco Fina y la cultura. Editorial Antena, Santiago de las Vegas, Habana, Cuba. 1964.
  4. Gravier Cortada, Leonardo. Recuerdos de mi padre. Revista El Cacahual, Miami, 2021.
  5. ------,"Una rosa de Francia florece en Santiago de las Vegas" en https://sdlv.blogspot.com/2009/05/una-rosa-de-francia-florece-en-santiago.html consultado el 15 de abril de 2021.
  6. ———, Comunicación privada. 17 de marzo de 2021
  7. ———, Comunicación privada. 21 de marzo de 2021
  8. ———, Comunicación privada. 25 de marzo de 2021
  9. Ortega, Josefina. Sobre una Rosa de Francia, de Rodrigo Prats, en http://www.habanaradio.cu/articulos/sobre-una-rosa-de-francia-de-rodrigo-prats-i/ consultado el 22 de noviembre de 2021
  10. Rodrigo Prats, en www.ecured.cu, consultado el 29 de marzo de 2021.


[1]              Su aspecto de niño muy blanco y de pelo rubio, hizo que su padre lo llamara cariñosamente Monsieur o Musíu. Con este apodo se crió Gabriel, quién para todos sus amigos siempre fue Musíu.

[2]           Su verdadero nombre era José María López Lledín. De origen español, arribó a Cuba cuando no contaba aún 15 años de edad. Se convirtió en un personaje callejero bien conocido en La Habana en la década de los años 40 y 50 del siglo XX. Internado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, (antes Hospital de Dementes de Mazorra) desde el 7 de diciembre de 1977, debido a su deplorable estado físico y en franco deterioro. Se le brindaron todas las atenciones higiénicas y médicas (exámenes físicos, de laboratorio y psicológicos), diagnosticándosele: parafrenia.  Falleció el 11 de julio de 1985 a la edad de 86 años y su cadáver se expuso en la funeraria de Santiago de las Vegas. Sólo dos personas acompañaron su cadáver durante toda la noche: el poeta santiaguero Helio Orovio y Elio Trigoura, especialista del Museo Histórico de Santiago de las Vegas en aquellos momentos. Vale señalar que Orovio cubrió de su propio peculio los gastos derivados de la construcción de una bóveda donde pudieran reposar sus restos en el cementerio de nuestro pueblo.  Años después, el historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, gestionó la exhumación de su cadáver, siendo transferido al Convento de San Francisco de Asís, donde reposan actualmente.  A la entrada de ese convento se encuentra una estatua de bronce, obra del escultor José Villa Soberón, en homenaje al célebre personaje.

 






                      

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