miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por culpa de los aguacates

por A. Roger Balbi Barceló

Hará unas semanas relaté, a través de este sitio, anécdotas de mi niñez, y en particular una de ellas, mi imitación de Tarzán, subiéndome en un árbol en el patio de mi casa. Pero siempre viene a nuestra mente algún otro acontecimiento pasado. En este nuevo relato retrocedo años atrás, hasta llegar a mi edad de ocho años.

Aguacate | Foto: Geographer
Como he escrito en otras ocasiones, yo vivía en la calle 6 entre 5 y 7. En la esquina de las calles 6 y 7 se encontraba la "bodeguita de Estebita", un pequeño local donde además del suministro de alimentos y otros artículos como son los de limpieza, se vendían vegetales y frutas; una de ellas, el aguacate.

Frente a la bodeguita, en la casa de esquina, vivía un señor llamado Luis. Un día cualquiera de la semana, se reunió un grupo de niños vecinos frente a la bodeguita, y yo estaba presente. No sé cómo sucedió, pero de pronto, algunos de ellos, tomando los aguacates que estaban a su alcance, comenzaron a lanzarlos contra la fachada de la casa del señor Luis, manchándola. Estebita, al darse cuenta de que los muchachos habían cogido sus aguacates y ver lo que habían hecho con ellos, gritando, hizo que éstos corrieran, desapareciéndose. El único que permaneció sin correr fui yo, puesto que no había participado en el hecho, y no me sentía con culpabilidad.

Estebita, molesto, llamó al señor Luis y le contó lo sucedido. Al único a quien se podía acusar como participante, era a mí. Le dieron las quejas a mi madre, María Luisa Barceló, y ella, impresionada por la queja, me dio una cachetada delante de los dos señores. Su actuación hacia mí, de esa forma, fue la primera y única en mi vida, pues yo había sido un niño educado, respetuoso e incapaz de cometer esa acción; ella demostró, quizás por la queja, que no estaba de acuerdo con lo sucedido.

Pasado este triste momento para mí, mi madre me pidió perdón, pues sabía que yo no había participado en ese delito. Nos dimos un beso, nos abrazamos y así terminó ese momento desagradable.

¡Han pasado tantos años…! pero aún recuerdo esos momentos. Pienso que las personas mayores deben actuar con razonamiento. Debe llamarse a los muchachos para aconsejarlos, a los padres para informarles de una forma amigable, y perdonarse unos a otros; esto mantiene la amistad y evita malos momentos y malos recuerdos.

Este suceso me sirvió de lección para comprender que cuando alguien o varias personas están planeando cometer algo no permitido, debemos separarnos de ese grupo para evitar nos incluyan en el. Claro, yo desconocía el plan.

Espero le haya gustado esta anécdota. ¿Tiene usted alguna? ¡Compártala!

2 comentarios:

  1. En Santiago de las Vegas se daban las cirualas, los mangos,las guanabanas,las chirimoyas, los zapotes o nisperos, las guayabas y los caimitos blancos y morados,el mamncillo, le mamey y al anon, nuestro limon y la naranja agria ....Que tierra la nuestra!

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  2. En su relato del 21 de Septiembre Roger Balbi Barcelo relato una anectoda de su niñez "Por culpa de los aguacates". Me puedo imaginar a ese grupo de muchachos parados enfrente de los aguacates y uno de ellos embuyar a los otros a aguacatear la casa del Señor Luis. De pelicula el caso.!! Desgraciadamente los pequeños no se detienen a vecez a pensar en las consequencias de sus acciones. En ese momento, fue divertido. Cuando los cogen y regañan se echan la culpa el uno al otro, y dicen "el me dijo que lo hiciera." Y lloran la mayoria de las vecez por miedo al castigo y no por el remoldimiento de conciencia. Este relato me hace recordar una historia que relata el escritor Cubano Carlos Eire en su libro "Waiting for Snow in Havana: Confessions of a Cuban Boy" publicado en el 2004 donde un dia el, su hermano, y dos amigos estaban en el patio de la casa sin nada que hacer pues no asistian a la escuela ya que se acercaba el dia de su partida de Cuba por el program Pedro Pan y vieron una mata de chirimoya (breadfruit) y se miraron y empezaron a tirarselas el uno al otro,de pronto se les ocurrio tener una guerra entre ellos. Se separaron en grupos y recogieron todas las chirimoyas que pudieron y salieron a la calle. Cuando "la guerra de chirimoyas" termino no habia quedado una fachada de casa, un portal, un arbol, una acera que no fuese manchada por la chirimoya. Relata Carlos Eire tambien que cuando "la guerra de chirimoyas" termino pues no habian mas chirimoyas que tirar y la risa habia terminado que se miraron y se mandaron cada uno para su casa a bañarse y cambiarse la ropa como si no hubiesen hecho nada. Pero los vecinos empezaron a llamar por telefono a dar quejas. El dijo que sus padres salieron a la calle y vieron lo que sucedio. Su padre llamo por telefono a los padres de los otros dos muchachos y el, su hermano, y sus dos amigos pasaron horas recogiendo con palas, escobas, y mangueras todas las chirimoyas tiradas. El consejo de Roger de separarse del grupo cuando alguien planea algo que no es correcto es un consejo sensato que todos debemos de recordar. Desgraciadamente, ese razonamiento no entra en nuestros cerebros hasta despues de cierta edad si somos dichosos, otros, nunca lo aprenden. Tambien estoy de acuerdo con Roger cuando dijo "Pienso que las personas mayores deben actuar con razonamiento. Debe llamarse a los muchachos para aconsejarlos, a los padres para informarles de una forma amigable, y perdonarse unos a otros; esto mantiene la amistad y evita malos momentos y malos recuerdos." Pues yo estoy segura que su querida mama nunca le hubiese dado una chachetada si se le hubiese informado en la forma que el explica. Tambien, pienso que esa "cachetada" ella la llevo toda la vida en su corazon. Pues al pedirle perdon por su accion hacia el demuestra que ella sabia que el era bueno y educado y incapaz de cometer un acto como ese. Pero en la forma que ella fue "informada" del incidente probablemente se sintio abochornada y apenada.Y Roger nunca hubiera pasado por esa experiencia. Muy buena historia como siempre Roger.

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