domingo, 7 de noviembre de 2010

Estampas santiagueras: Salomón, Ciro, y la tienda "El Gallo"

por Raúl Ariel Rodríguez

La conocida tienda y peletería "El Gallo", que por muchos años estuvo ubicada en la calle 13 entre 6 y 8, fue siempre un sitio comercial muy visitado por nuestra población de mediados del siglo pasado.

Su propietario desde finales de los 1930 y bien entrado los 1940, era un hebreo centroeuropeo nombrado Salomón Kozolchyk que, como a todos los de esa parte del planeta, en Cuba se le llamaba polaco, fueran o no oriundos de Polonia; por lo cual esta crónica se pudiera referir como un “lio” en una “tienda de polacos”.

¿Cómo era Salomón?

Gordito, no muy alto, vientre abultado, un poco calvo y muy trabajador... A finales de los años 40 del pasado siglo, realizó una convocatoria para cubrir una plaza para hombres en su tienda "El Gallo", para lo cual precisó el que se hiciera mediante un riguroso examen en el cual el aspirante tenía que demostrar su buena escolaridad. Con este hecho pretendía Salomón escoger al más capacitado de los aspirantes. Es justo destacar que ante ese llamado ocupacional se presentó un gran grupo de personas, siendo el ganador Ciro González Ramos.

¿Cómo era Ciro?

Un joven de un alto nivel escolar, de una buena familia trabajadora. Su padre, que vivía con su grupo familiar en la calle 5, era un tabaquero llamado José González, figura muy popular y pintoresca de nuestro pueblo muy conocido más que por su nombre de pila, no sabemos por qué, por el sobrenombre de “José El Sal...”. Uno de los hijos de José fué un destacado maestro, historiador y escritor santiaguero. No obstante, Ciro siempre fue rebelde y excéntrico, adelantado a su tiempo; llevaba una frondosa cabellera no usual para la época, tenía gran criterio propio y defendía su punto de vista a como fuera lugar.

1957: La tienda y peletería "El Gallo".
El día de la entrevista final con “el polaco” Salomón, éste quiso poner algunas condiciones de trabajo, entre ellas la que Ciro tenía que pelarse, realizar los mandados y limpiar los baños. Ciro no soportó este planteamiento y le preguntó a Salomón, ¿¡que si el ponía exámenes escolares para limpiar baños?! Así pues y de una manera muy Quijotesca, rechazó de plano la plaza que por su alta preparación y conocimiento había ganado por oposición.

Ciro continuó en el pueblo realizando diferentes trabajos, y a principios de los 1950 viajó a New York, de donde regresó al final de esa década, pero esa continuación de su historia la dejaremos para otra oportunidad.

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