El Hospital de Dementes de Cuba, mejor conocido como Mazorra por ser éste el apellido del dueño del potrero donde se edificó, fue, al igual que la Estación Experimental Agronómica y el Leprosorio de San Lázaro, una de las importantes instituciones de carácter nacional que brotaron del suelo de nuestro término municipal. Hoy nos complace ofrecerle el siguiente artículo publicado en la revista Cuba y América el 11 de diciembre de 1904, al cumplirse los 50 años de la fundación de esta triste pero necesaria institución. Es notable la belleza y pulcritud de las instalaciones, y más cuando se considera que eran destinadas para aquellos seres que la sociedad en muchos casos prefería olvidar.
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viernes, 3 de septiembre de 2010
El Hospital de Dementes de Cuba
Publicado por Santiago de las Vegas en Línea at 6:00 p. m.
Categorías: Epoca Colonial, Epoca Republicana, fotografías, hospitales, salud
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Para muchos santiagueros, seguro no conocen que un ilustre hijo de nuestro querido Stgo, periodista de profesión, valiéndose de una bata de médico, logró colarse dentro del Hospital de Dementes de Mazorra, con cámara fotográfica incluída, haciendo un reportaje que vio la luz en "Bohemia" (con fotografía y detalles, como se diría entre los profesionales de aquella época) donde denunciaba los atropellos y desmanes de las autoridades del hospital y la desatención hacia los enfermos. Sería maravilloso que se pudiera conseguír ese documento histórico, logrado por un santiaguero y, que le costó estar un tiempo largo escondido en el pueblo de Artemisa o cerca de ese lugar. Cualquier santiaguero mayor de 70 años o más, a lo mejor recuerde esta anécdota y el artículo en cuestión.Yo tuve la dicha de conocerlo y ser su amigo ya después de ser yo mayor, pues desde niño mi madre y mi inolvidable tio "Jesús Romero Gíl", tenían una fuerte amistad con él y sus hermanos y su aguerrida mamá, que se llamaba Regla Ávalos. El periodista en cuestion se llamaba "Arturo Acevedo Ávalos", fallecido hace algunos años. Tenía en fase de terminación un libro sobre la participación de las mujeres en determinadas profesiones, o sea, mujeres ilustres dígnas de recordar por su obra. Pienso que el libro haya sido publicado antes de su muerte. Por añadidura, él también, al igual que su papá, cultivó la poesia. Yo tuve la dicha de ver el reportaje original, en una visita que le hice a su casa, en la calle 26, muy cerca del Zoológico de La Habana, donde vivio hasta sus últimos días. Ojala algún santiaguero pueda ahondar en esta historia producida por un notable santiaguero. Mario A. García Romero. muchomario1945@hotmail.com
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