martes, 6 de octubre de 2009

Los vendedores ambulantes de mi niñez

por Consuelo Hernández Basabe / Miami, Florida [Nota del editor: Continuando con el tema de los personajes de Santiago, hoy tenemos el gusto de ofrecerle este artículo publicado en el sitio original de Santiago de las Vegas en el 2003]. 


Por las calles de Santiago deambulaban día y noche vendedores que surtían al pueblo de todo tipo de mercancías y alegraban el aire con la melodía de sus pregones. He aquí algunos de los que puedo recordar de los años 40 y 50. 

El carbonero. Recuerdo el carretón del carbonero que recorría el pueblo y la mula que iba parando en cada casa que les compraba cinco o diez centavos de carbón, pues ya sabía bien quién era cliente y quién no. A veces Mima nos decía, "Dile que te echen un poco de cisco" (la boronilla del carbón desmenuzado, que se colocaba sobre periódicos y debajo de los carbones antes de rociarlos con alcohol para empezar el fuego con más rapidez). El sabor de los bistecs en la parrilla era exquisito, más nunca he sentido el olor cuando se estaban cocinando y el humito cuando caía en el fuego el jugo de la carne, adobada con limón o naranja agria, sal y ajo.

El galletero. Recuerdo tarde en la noche que nos sentábamos en el quicio de la puerta y en el silencio oíamos, "¡GÁ - lle - te - RÓ!" Éste era un señor bajito él, llamado Blanco y precisamente se vestía de blanco y con 2 latas iba por el pueblo vendiendo galletas de sal, calientes y riquísimas.

El tamalero. Estos señores vendían tamales hechos en casa y los traían en latas de fondo falso y carbón debajo que los mantenían calientes. El pregón era "¡Pican y no pican los tamales! ¡Tamalero!" Los que llevaban picante eran los "que pican," y los que no picaban eran igual de ricos.

El lechero. Los lecheros tenían fincas y venían al pueblo temprano en la mañana con sus caballos con las alforjas llenas de litros de leche. Ellos no pregonaban, pues servían una clientela fija. Esa leche, salvo algunos que le añadían agua para aumentarla y eso era un chiste en el pueblo, regularmente era una leche pura de la que se hacía mantequilla en la casa. También los lecheros hacían el queso blanco, que lo traían envuelto en hojas de plátano, también exquisito y fresquito acabado de hacer. Yo recuerdo el queso que hacía Ismael y después Armando Encinosa, los dos fallecidos. Ellos tenían su finca pero vivían en el pueblo frente a mi casa, unas personas muy queridas por todos y especialmente por nosotros, pues prácticamente nos críamos con ellos.

"Comida de bobos". También venía al pueblo el guajiro con los racimos de mamoncillos que a nosotros nos encantaban. Pipo le llamaba comida de bobos, porque es más semilla que nada, pero aún así para los muchachos era algo especial.

El botellero. Éste era un señor que cambiaba globos por botellas y ese era su pregón: "¡Cambio globos por botellas!" Cada vez que lo oíamos empezábamos a buscar cualquier pomo o botella para que nos diera globos.

El dulcero. A la salida de la escuela y por la calle había un hombre de apellido Salinas que vendía dulces con el simpático pregón "Lloren, niños, lloren, que me voy".

El amolador de tijeras. Este señor era bajito y llevaba siempre una boina (dicen que era italiano). Él se anunciaba con una armónica y afilaba tijeras, cuchillos, machetes, y demás.

Novela a domicilio. Yo recuerdo un señor que traía a la casa una vez a la semana una novela que era una serie que desde luego cada semana terminaba en un momento de drama o suspenso; creo que valía cinco centavos la hojita, y Mima me las daba para que yo se las leyera. Eran tremendos dramas con mucho llanto y niños perdidos y mujeres abandonadas y tal, ya podrán imaginar.

"¡Estiro bastidores!" Así era precisamente el pregón, pues las camas tenían unos bastidores de alambre que con el tiempo se estiraban y le parecía a uno que estaba en una hamaca, pues se hundían en el medio.

El limosnero. No sé si muchas personas recuerden un señor que venía pidiendo limosna con una Virgen de las Mercedes. Él era un señor de color muy alto y vestido todo de blanco. Era mudo (o eso decía la gente) y tocaba una campanita. Cuando yo era chiquita y oía la campanita me escondía pues le tenía miedo y él, el pobre, se paraba delante de cada casa y sonaba la campanita y yo dentro de la casa con el corazón saliéndoseme, pues me parecía que aún con la puerta cerrada iba a entrar. 


Imagénes cortesía de Xiomara Vigoa.

5 comentarios:

  1. Consuelo,
    Se le olvido comentar que el que vendia los mamoncillos era un guajiro con sombrero en un caballo pinto, (blanco y gris), que pregonaba "Mamoncillo Dul...........y a media cuadra terminaba Ceeee......!Muchas veces en el cine cuando la pelicula estaba mas interesante habioan grupos que gritaban la primera parte del pregon y otro grupo le contestaba "Ceeee.......!". Todo esto como una forma sana de divertirse, sin falta de respeto.
    Tambien estaba el que vendia coquitos acaramelados y el pregon era: "Coqui, Acaramelado a kilo!"
    Habia tambien un senor que le decian "El Koreano" que vendia frutas, viandas y vegetales muy buenos, en un carrito muy limpio y pintoresco.
    El orquetero, que vendia orquetas para la tendedera.
    Florita (Samper)Diaz, vivia en el reparto Lidice . Mi mama tambien de Santiago: Flora Diaz, hermana de Otilia, Oneida, Octavio, Oswaldo, Amelia, (todos vivian en Santiago).florita2@bellsouth.net

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  2. No olvidemos también a los carioqueros, como los describió Ismael Balido Pérez q.e.p.d. en julio del 2008 en el artículo que aparece en http://sdlv.blogspot.com/2008/07/cariocas.html.

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  3. hola mi nombre es ana fernandez y voy a comentar sobre dos personas que vivian en santiago no eran vendedores pero se molestaban mucho cuando les gritaban y se mortificaban sobre todo a la senora chiquitica que le decian abuelita y a otro senor que se llamaba pelayo ,los jovenes los molestaban en ocaciones y si por alguna casualidad nadie se metia con ellos ellos te lo recordaban sobre todo la que le decian abuelita ,yo no recuerdo su nombre te caia detras y si te cogia era tremendo el lio que te buscaba ana

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  4. Recuerdo a Guillermo Quintana vendiendo Yuca, Malanga y boniato QUE TIEMPOS TAN LINDOS

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