El orgullo de ser santiaguero, de tener raíces en ese suelo fecundo que fuera alguna vez cuna de tantos talentos hoy conocidos en las cuatro esquinas del mundo, es un orgullo que el tiempo no borra ni destiñe, como nos recuerda desde Asturias Giraldo Raymond de Con con este conmovedor relato:
En la calle 15 esquina con 6 vivía la familia de mi abuela paterna. Mi tía Lilia Castillo tuvo un nieto de nombre Ángel Lemús. Él y su familia se marcharon de Cuba en la década de los 70. Cuando Angelito marcha de Cuba, todavía era niño, pero había comenzado a estudiar música con Josefina Alemán*, que vivía en la otra esquina, es decir en 15 y 4. En Estados Unidos continuó sus estudios y llegó a tocar con la Sinfónica de Los Ángeles, siendo solista de viola de cierta reputación internacional. Cuando llegué a España, enseguida me vino a ver, aprovechando que tenía un concierto en Viena. Estando en Oviedo, es invitado a tocar en el Teatro Campoamor por el Ayuntamiento de la ciudad. A lleno completo, la presentadora anuncia al norteamericano Ángel Lemús, y éste sin dudar le rectifica: "Soy cubano, de Santiago de las Vegas". Nunca olvidó su pueblo. Estuvimos hablando él y yo casi dos días sin parar de las cosas del pueblo, de cada vecino, de cada rincón. Poco después falleció en un accidente automovilístico en Los Ángeles. Pero estoy seguro que se presentó en el cielo ante Dios como un cubano, y por más seña de Santiago de las Vegas.¡Qué amor por Santiago sentiría Lemús, que aún ante un público asturiano,

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