El más importante ingenio dedicado a la fabricación de azúcar de caña en esta comarca lo fue el que estuvo enclavado en la finca La Pita, propiedad de Juan Núñez de Castilla, Marqués de San Felipe y Santiago y fundador de Bejucal. Era dicho Marqués un verdadero feudal, amo de numerosos esclavos, gran terrateniente y señor de poderosas influencias, que las utilizaba frecuentemente en beneficio de su poderío y enriquecimiento. En su célebre ingenio se fabricaba el dulce grano, que resultaba amargo para aquellos que tenían que extraer el jugo de la caña con el sudor y la sangre de sus cuerpos, pues como es sabido por entonces no existía la fuerza motriz y eran los explotados esclavos los que estaban obligados a mover los pesados trapiches. Pues bien, este mismo Marqués fue el que enviara doscientos hombres a nuestra ciudad, para combatir a los vegueros de los alrededores que se habían sublevado en 1723, contra el monopolio y estanco del tabaco, de la cual era él uno de los componentes, para evitar que los sublevados invadieran sus vegas y le arrancaran el tabaco, como habían acordado, como viril protesta contra el irritante monopolio. Pero esa no fue la conducta y los hechos realizados por el susodicho Marqués, sino que cuando los vegueros asentados en esta zona solicitaron del Rey de España la autorización para fundar nuestro pueblo se opuso tenazmente, burlando en varias ocasiones las órdenes reales de hacer entrega de las tierras que usufructuaba y que por Real Cédula se concedían para la fundación de Santiago. Este ingenio, que fuera uno de los primeros establecidos en la provincia de la Habana, era al mismo tiempo uno de los mejores, ya que contaba con los más modernos recursos de entonces, teniendo grandes calderas y pailas en las que se elaboraba el rico grano, que más tarde era llevado a la capital en arrías de burros y mulos por el Camino Real del Sur, principal arteria de comunicación entre la Habana y Batabanó. Este ingenio fue demolido por el año de 1854 y aún en algunas fincas de los contornos existen todavía pailas y calderas, que dedican los campesinos para dar de beber al ganado. - Francisco Fina García, en Tradiciones y Leyendas
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