Igual que una llama enciende una vela, y una vela enciende otra, los recuerdos y escritos de ustedes, nuestros ciudadanos virtuales, despiertan en otros santiagueros no sólo sus memorias, sino también el deseo de compartirlas y conservarlas. Escuche las bellas palabras de Giraldo Raymond de Con, quien nos escribe desde Asturias, conmovido por el relato de los cocuyos de Junior Romero:
"Es increíble que en la sencillez humana de los relatos que aportan los lectores de este proyecto exista un mensaje que te contagie en la necesidad de recordar y trasmitir nuestros propios recuerdos. Acabo de leer el trabajo sobre el cocuyo de Antonio Romero. Qué cosa mas grande que nuestros hijos hoy en día no sepan ni lo que es. Es una verdad muy grande que la Nintendo es el pomo de cristal de sus infancias. Me acordé de otro insecto, esta vez un lepidóptero, la mariposa. Nací y me crié en el reparto Ampliación de Mulgoba, donde populaban las mariposas de colores, blancas y amarillas. También las cazábamos con un jamo de tela. ¡Y qué decir de las lagartijas atrapadas con un lazo corredizo, o de las jaulas con trampas para los tomeguines y azulejos que caían siguiendo el cebo de alpiste que se le ponía! Hoy nos acusarían de atentar contra el medio ambiente, pero eran nuestros juegos. Ahora que menciono la Ampliación de Mulgoba, me gustaría describir lo que recuerdo del reparto. Estaba formado por siete calles muy largas, quizas de 400 ó 500 metros; en cada una fueron construidas siete u ocho casas. Entre ellas había solares vacíos donde habían plantado todo tipo de frutales; mangos sobre todo, pero también teníamos aguacates, zapotes, guayabas y hasta marañones que te apretaban la boca si no estaban muy maduros. Yo vivía en la calle Cuarta muy cerca de la avenida. Hacia arriba, casi llegando al final, estaba la casita del sereno. Se llamaba Camilo, y era un hombre pequeño pero con mala leche. Hacía guardia toda la noche y era el encargado del sistema de alumbrado. Portaba un Colt recortado que casi llevaba por la rodilla. Entre las calles Segunda y Tercera estaba el laguito, una especie de estanque bastante grande y profundo rodeado de pinos. En sus aguas cristalinas se podía ver un tipo de carpa roja no muy grande, y sobre el agua descansaban patos de los de cuello azul. En una de las esquinas del estanque el paseo de cemento penetraba en el agua; existía la leyenda de una persona que quizás en estado alegre había entrado por él en su coche, que yacía en el fondo del laguito. Quizás otra persona recuerde más detalles; ha llovido bastante".Gracias, Giraldo, por tan bonitas memorias de un reparto de Santiago. Es un buen momento para recalcar que este sitio abarca no sólo la cabecera, sino todo el territorio del Término Municipal, y el que desee contribuir fotografías o recuerdos de cualquiera de sus repartos, será recibido con un cálido abrazo santiaguero. Mientras tanto, ¿tiene usted fotografías antiguas de la Ampliación de Mulgoba, de sus casas, del sereno, o del laguito? Si en algo puede contribuir, ¡avísenos!
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