Hoy 21 de diciembre, solsticio de invierno, día más corto y noche más larga de todo el año, bien pudiéramos preguntarnos: ¿qué harían nuestros antepasados santiagueros por la noche, cuando no había ni radio ni cine ni televisión, ni mucho menos internet, para espantar la soledad y el aburrimiento? Pues bien, parece que no estaban tan aburridos, según nos cuenta Francisco Fina García, y - ¿quién sabe? - quizás hasta la pasaban mejor que nosotros, aislados del contacto humano con nuestros televisores y computadoras.
Asaltos y Serenatas"Una de las costumbres más arraigadas en nuestro medio social a fines del siglo pasado (XIX) y principios del actual, fue la celebración de asaltos y serenatas, que tenían lugar en horas de la noche, con motivo del cumpleaños o el santo de algún familiar o amigo. No existían por entonces lugares de diversiones, donde la juventud pudiera concurrir a pasar un rato alegre o compartir unas horas de fraternal camaradería, lo que obligaba a los vecinos a practicar estos medios de contacto social. Recordamos, que allá por los inicios del siglo, existió una agrupación de jóvenes conocida por “El Brazo Fuerte”, cuyo principal objetivo era la organización de asaltos y serenatas, oportunidad que era aprovechada por los participantes, para charlar sobre tópicos diversos, recitar poesías y compartir afectos y en cuyos actos no faltaba la sabrosa y aromática taza de café, así como la referencia de cuentos y en ocasiones la celebración de juegos hogareños. Esta tradición ya desaparecida en nuestro ambiente social, bajo el peso de nuevas costumbres originadas por el progreso y la difusión de medios y creación de medios de entretenimientos, tales como el cine, los parques, las sociedades, los clubes, etc, solo viven en el recuerdo de nuestros antepasados, que privados de toda diversión, encontraban en estos festejos un rato de solaz y esparcimiento para el espíritu. Demás está expresar el entusiasmo que despertaba en la juventud de la época, estos actos sociales, ya que le ofrecían la oportunidad de hacer relaciones de amistad con las muchachas, las que en ocasiones pasaban de la pura amistad, al compromiso amoroso; pues por entonces las santiagueras, no tenían la oportunidad de salir en horas de la noche, por la oscuridad de nuestras calles y el mal estado de las mismas, por lo que solamente podían salir las noches en que tuviera lugar un baile, una velada o la celebración de las tradicionales festividades religiosas del Patrón, la Semana Santa o alguna otra ceremonia religiosa. Carentes de teatros y parques, nuestra juventud femenina estaba obligada a permanecer en sus hogares durante las horas de la noche y la juventud masculina no tenía otra posibilidad de relacionarse, que mediante la organización de un asalto o serenata." -Francisco Fina García, en Tradiciones y Leyendas
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