Con los pocos días que faltan para la Nochebuena, éste es un buen momento para recordar cómo celebrábamos las Navidades en Santiago. Para ayudarnos a no olvidar, Consuelo Hernández Basabe escribió sus memorias en el 2003 que, para los que no las hayan leído, aquí le ofrecemos con mucho placer. ¿Porqué no se anima usted, y nos escribe pronto sus propios recuerdos de sus Navidades santiagueras? Es el mejor regalo que le puede hacer a sus coterráneos de hoy, y del mañana.
LA NAVIDAD EN LOS AÑOS 40
"Navidad en nuestra época (a principio de los años 40) no era regalos, luces y Santa Claus; la Navidad de nuestra niñez empezaba cuando veíamos los primeros aguinaldos (enredadera de campanitas blancas que florece en diciembre) en las cercas de las fincas de Bacallao y Acuña (calle 17 entre 12 y la línea del tren); las flores de pascua, que en Cuba son espectaculares; el "tiempo de frío", como le decíamos los niños al invierno; y las personas felicitándose en las calles. La Nochebuena era algo tan especial, o por lo menos eso era lo que sentíamos nosotros. Recuerdo que mi padre (Gabriel García Hernández) llegaba tarde, pues ese día se lo pasaba asando lechones en la panadería en la que era hornero.
En lo que esperábamos a Pipo, ayudábamos a Mima (Alicia Basabe López, a la derecha) a preparar la mesa y adornar lo mejor que podíamos. Cuando todo estaba listo, los tres muchachos, Eloína, Gabriel (Tito) y yo, nos íbamos por el barrio a ver los preparativos en las casas de los vecinos y en casi todos los lugares comíamos algo: una macita de puerco, un pedacito de turrón... Cuando Mima nos llamaba pues Pipo había llegado, Mima servía la mesa y nos sentábamos a disfrutar de la cena que consistía de lechón asado, arroz blanco, frijoles negros, plátanos verdes "a puñetazos", y ensalada de lechuga, tomate y rabanitos (que nadie comía pero que era tradición). De postre teníamos coco en almíbar con queso, buñuelos, y a veces casquitos de naranja agria con queso, todo hecho por Mima (con nuestra ayuda). Cuando terminábamos de comer era la hora de hacer cuentos; nos íbamos para la sala y a la luz del quinqué (no teníamos luz eléctrica) nos sentábamos alrededor de Pipo y le pedíamos, "¡Pipo, haznos cuentos de cuando eras chiquito!" También nos hacía cuentos de misterio y aparecidos, y así terminaba nuestra Nochebuena.
Recuerdo que en Cuba los bodegueros daban un aguinaldo a sus marchantes (clientes) y desde temprano nos poníamos a pedirle a Mima que nos mandara a buscarlo y uno con mucha importancia llegaba y le decía al bodeguero, A Villita, dice Mima que le mandes el aguinaldo.@ Éste consistía en una botella de vino, una barrita de turrón y una de guayaba, y un pedazo de queso. AVillita,@ por cierto, era el bodeguero de la esquina de las calles 14 y 15, de apellido Villavisanis, una persona siempre amable y con una sonrisa en la cara para los niños.
También recuerdo que a principio de diciembre todos los años, pintábamos la casa, claro con cal coloreada. Pipo nos decía, A )De qué color quieren pintar este año?@ Y nosotros decíamos a veces azul, otras veces verde o rosado... Y Pipo echaba la pintura en una lata grande de agua con cal y un paquete de polvo colorante que él mismo mezclaba con el color escogido. Pipo pintaba los techos y los muchachos pintábamos las paredes. Recuerdo que llegaba un momento que la cal le hacía a uno grietas en las manos, y ardía como loco.
Cuando terminábamos, baldeábamos la casa, pues ya podrán imaginar, con semejantes pintores, el embarre que hacíamos. El caso es que cuando terminábamos, arreglábamos los muebles, entrábamos maticas en "macetas" (latas de luz brillante [kerosén] que cubríamos de periódicos), y nos parecía todo muy lindo y listo para Navidad. En Cuba el día de los juguetes era el seis de enero, día de los Reyes Magos. Nosotros no recibíamos juguetes, pues la situación económica no lo permitía y éramos tres niños. Sí recuerdo que de todas formas poníamos los zapatos, siempre esperando, y por la mañana teníamos una peseta (20 centavos) cada uno en el zapato.
Recuerdo unos Reyes Magos que estábamos en la Creche, un lugar gratuito donde las madres que trabajaban podían dejar a sus niños pequeños que no tenían edad escolar. De la Creche tengo recuerdos muy lindos, como ese año que nos dieron juguetes: a Elo y a mí una muñeca a cada una y a Tito un revólver de fulminante. Recuerdo la Creche, que estaba en la esquina del Parque Martí, al que también se le conoce como Parque Viejo, y que caminábamos en fila y cuando llegábamos nos bañaban y nos daban desayuno y una cucharada de aceite de hígado de bacalao. Teníamos que dormir la siesta y habían unos catrecitos blancos. Nos daban también almuerzo y recuerdo que Eloína no quería comer y yo para que no la regañaran, comía también de su plato. Nos trataban muy bien y había una maestra de música y cantábamos y jugábamos."
Consuelo Hernández Basabe / Miami, Florida / 2003
Le ofrecemos también esta fotografía sin fecha del quiosco del Parque Nuevo, junto a la iglesia, decorado para las Navidades. Si sabe usted algo sobre esta imagen, ya sea identificar a las personas o decir el año aproximado, le agradeceríamos que se pusiera en contacto con nosotros cuanto antes.
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