sábado, 4 de junio de 2022

Santiagueros connotados: Enrique Román Valdés (1900-1950)

Por: Ing. Arsenio J. Alemán A. | Santiago de las Vegas

Imagen de la revista Antorcha
El destacado elemento de la sociedad santiaguera, estimado amigo, compañero leal y consejero inolvidable Enrique Román Valdés, nació en la ciudad de Santiago de las Vegas en el año 1900.

Desde muy pequeño se notó en él un espíritu preparado para la ardua lucha por la existencia. Después de recibir en su infancia una relativa instrucción pasa a la fábrica de tabacos donde aprende el oficio de tabaquero. Abandonando ese oficio, se dedica a trabajar como empleado público, ocupando el grado de Teniente de la Policía Municipal, siendo ascendido, más tarde, a Capitán Jefe.

El 13 de noviembre de 1921 contrae matrimonio con la Srta. Justa Martínez, de cuya unión nacieron cinco hijos: Enrique, José Antonio, Rafael, Luís Orlando, y Guadalupe.

Fue ejemplo y guía de una familia prestigiosa y honorable, como esposo y como padre hizo de su deber un culto.

En su paso por la vida fue ejemplo de virtudes, moral y honradez; cultivando su propia superación y desenvolviendo su vida en su medio natal, prestó su concurso a todo aquello que reflejara progreso a su pueblo; como orientador de juventudes, dejó escrita toda una historia imborrable; sin poseer ningún titulo universitario tenía cultura y no era de "esos" que la exhiben chillonamente, sino que daba luz a quien le faltaba claridad.  Así lo vemos colaborando en diversos periódicos locales como la Voz del Estudiante y Líder Juvenil bajo la firma del pseudónimo de Cornelio Roque.

Siendo muy joven ingresa en el Centro de Instrucción y Recreo y desde ese momento fue un gran luchador de los intereses sociales, distinguiéndose por su capacidad en el desempeño de los cargos que tuvo el honor de ocupar en la Junta Directiva, como Vocal, Vice-Tesorero, Tesorero, Vice-presidente, Vice-Contador y en el año de 1935 la masa social lo exalta a ocupar la Presidencia del Centro.

En su período presidencial, trató de desterrar las malas costumbres tradicionalmente arraigadas en la mente de algunos de aquella generación como la yedra en los vetustos edificios, utilizando como arma poderosa la Revista, la organización de la Sección de Cultura, de la cual fue un consagrado, por entender juiciosamente que esos eran los puntos básicos de la regeneración social.

No por eso descuidó la gestión administrativa, pues en ello se mostró activo y celoso, como lo probó solucionando un grave problema con precisión ingeniosa con respecto a la deuda del aparato cinematográfico, cuya pérdida era un hecho y la liquidó, y cómo a él se debe el arrendamiento del Teatro Minerva que vino a resolver la situación económica de la institución por un tiempo.

Fue miembro eficiente del Cuerpo de Administración de la Revista del C.I.R. Fue Jefe de Redacción de dicha revista, Tesorero y marcador de la Comisión Administradora del Teatro Popular, Tesorero y Presidente del Circuito Teatral Santiago y eficaz colaborador y consejero de cualquier otra actividad de los distintos departamentos sociales de esa institución.

Coopera además brillantemente en la creación de la Escuela Primaria Superior del C.I.R., — aquél romántico del Ideal, que  no era maestro, pero que sabía orientar a la juventud y servir los intereses de las  escuelas — logra levantar los fondos indispensables, así como formar un prestigioso claustro  de profesores abnegados y desinteresados, presididos por un inolvidable Apóstol de la educación popular santiaguera: José Manuel Sánchez Luque y deja huella de su cooperación en las distintas escuelas oficiales que solicitaron su concurso.

Fue fundador de la Asociación de Corresponsales y Prensa Local, formando parte de su primera junta directiva. También formó parte de la Asociación Cultural Más Luz

Fue amante del béisbol, destacándose en la defensa de los colores de los equipos del C.I.R. y La Radiante.  En los últimos años de su vida coopera con la Liga Municipal de Béisbol Juvenil como Vocal, primero y Secretario después, junto a Manuel Perera, José Ignacio Castro y Luís Pérez Álvarez, en la creación y mantenimiento del Campeonato de Béisbol Juvenil en el que actuó  como árbitro en la mayor parte de los partidos celebrados, siendo también el compilador oficial de la Liga.  Fue uno de los grandes animadores de dichos campeonatos hasta su muerte.

Los niños le querían y los padres le estuvieron siempre agradecidos, pues su esfuerzo en favor de todas las causas por la niñez fue muy destacado.

Ocupó además el cargo de Contador Interventor Municipal y otras funciones,  que  desempeñó durante 20 años con una conducta intachable y un sentido recto en el cumplimiento del deber.

Nunca alcanzó la posición que hiciera honor a sus meritos y sacrificios como empleado del Estado, pero jamás se le oyó quejarse, porque para llegar a ella tenía que hacerlo de rodillas. Sus ideales lo llevaron a la miseria en distintas ocasiones, pero como supo ser todo un hombre, no claudicó.  

En un artículo publicado en 1937, en la Revista del C.I.R., el propio Román  expresaba:

Se dirá, pues son cosas que se han visto, que muchos logran el éxito, dando de lado a todos los cánones de la decencia, despojados de todos los escrúpulos de conciencia, ausentes de una divisa justa, prestos siempre a todas las claudicaciones; pero aquí cabe citar la famosa fábula “El Águila y la Babosa”.  Aquélla, con poderoso vuelo, alcanzaba las más elevadas cimas; la otra…. se arrastró tanto para llegar!, que ni siquiera sintió satisfacción al encontrarse en las alturas.

Para los que como nosotros piensan, la elección no sería dudosa, ocioso es decir que han de preferir la penosa marcha, con la frente erguida, con todas sus consecuencias, remedando el pulcro vuelo del águila, sin bajezas de que humillarnos, sin ruindades que empequeñecen; pues los que hacen conciencia en  la plenitud de un ideal constructivo, edificante, ascienden al calor de ellos.  No quiebran ni menguan su voluntad por ínfimos contratiempos; no retroceden y elevando el espíritu, continúan haciendo, predicando, convenciendo, esforzándose a la vez en la superación propia, realizando siempre la labor del sembrador.

Enrique Román Valdés, fallece el día 27 de junio de 1950 a consecuencia de una repentina dolencia cardiaca.  Su muerte llena de luto a la sociedad santiaguera que le aprecia y admira por sus dotes de caballerosidad y amistad, arrancó de las filas del Centro de Instrucción y Recreo a una de sus más fuertes columnas, donde prestara valiosos servicios durante más de 25 años de constantes esfuerzos y sacrificios por la institución.

En el propio artículo citado, Román escribía sobre ese momento de la muerte lo siguiente:

Claro está que nos encontramos muy distantes de la perfección; pero manteniendo siempre la divina inspiración de ansiar lo mejor y hacia ello, aunque parezca lento, marcharemos siempre.  Y si el término de la existencia nos sorprende en medio del camino, seremos satisfechos.  Aquellos que siguieran nuestras huellas encontrarán sin duda olvidados y roídos nuestros despojos, pero las cuencas de nuestros extinguidos ojos continuarán mirando a lo alto y nuestro espíritu satisfecho de la labor rendida en lo alto del cielo, del cielo de la dignidad, justificando nuestros pasos siempre rectos por la cuesta de la vida.

Fuentes:


1. Enrique Román Valdés
, en Revista Antorcha, julio de 1950.

2. Enrique Román Valdés,
en Revista del C.I.R., Época IV, Año III, No. 2, junio de 1956.

3. García Rizo, Gilberto.
La sociedad santiaguera, la cultura y el deporte han perdido uno de sus más valiosas columnas - Enrique Román Valdés, en Revista Antorcha, julio de 1950.

4. Herrera León, Delia y Roura Menéndez, Aurelio.,
Homenaje al C.I.R. en Revista del C.I.R., Número Extraordinario, diciembre de 1953.

5. La Asociación de Corresponsales
, en  Revista del C.I.R., Año III, 1, junio 15 de 1936.

6. León Trujillo, Armando.
Enrique Román Valdés - Síntesis Biográfica en Revista del C.I.R., Número Extraordinario, diciembre de 1953.

7. Montoto, Francisco.
Valores - Enrique Román Valdés, en Revista del C.I.R., Época II, Año IV, No. 3, agosto 31 de 1931.

8. Relación de Asociados de "Más Luz",
en Boletín "Más Luz", Año III, No. 1, marzo 6 de 1937.

9. Rodríguez Arturo.,
  Los Presidentes del Centro, en Revista del C.I.R., Año 5, No. 9, febrero 5 de 1938.

10. Román Valdés, Enrique.
La Cuesta de la Vida, en Revista del C.I.R., Año III, No. 11, abril 15 de 1937.

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