¡Qué grande es Santiago de las Vegas, que desde sus humildes confines en una isla tropical ha colonizado medio mundo! No con ejércitos ni con armas mortales, sino con el amor y recuerdos de aquéllos que viven lejos y no lo olvidan; tierra de tan profundas emociones, que el amor a ella parece crecer en proporción a la distancia, como la morriña de los gallegos o la señaldá de los asturianos. ¿Quién hubiera sospechado un suburbio de Santiago en Ottawa, Canadá? Pues sí, allí está, un rayo de sol caribeño en la casa de Ana Julia Faya; igual que, a la sombra de los Andes argentinos, cobran vida nuestras calles pueblerinas en los lienzos del pintor Juan Francisco Cancio Lazo. Donde esté un santiaguero, allí está Santiago, vibrante, inolvidado, tierra conquistada por el corazón.
Y allá en la rocosa costa del Mar Cantábrico, donde termina la tierra asturiana y empezaron los sueños de Cuba de tantos abuelos nuestros, allá también, junto al Puerto Deportivo de Gijón, hay un pequeño reparto de Santiago en el acogedor apartamento de Giraldo Raymond de Con, su encantadora esposa Rosa (hoy tan santiaguera como cualquiera de nosotros) y sus hijos. Hoy tenemos el gran placer de compartir con usted nuestra emotiva visita a este lejano enclave de nuestro pueblo.
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