A través de la historia, el transporte ha sido uno de los principales factores que han impulsado el progreso de la humanidad. Desde el día en que un genio anónimo descubrió el maravilloso poder de la rueda, cada nuevo avance ha ido cambiando poco a poco el curso de la historia, hasta llegar hoy a nuestros aviones supersónicos y viajes al espacio. En el Santiago de las Vegas de principios del siglo XX, predominó un pintoresco medio de transporte que hoy nos recuerda el historiador Francisco Fina García en su obra de mediados de siglo, Tradiciones y Leyendas.
Lamentamos no disponer de fotografías de las guaguas de caballos en sí, pero sí nos complace ofrecerle la imagen de "La Santiaguera" y de lo que, por su recorrido, parece ser una guagua de la línea "La Aliada". Haga clic en la imagen para ampliarla y poder apreciar la elegancia en el vestir que lucían nuestros abuelos. Es de notar también que, a diferencia de Estados Unidos, las personas de color en aquella época se sentaban con los blancos sin traumas ni problemas raciales. (Si desea saber más sobre las guaguas "Brockway", visite su página en Wikipedia). Para concluir, lo dejamos con esta bellísima fotografía del coche del Dr. Gallol en 1924, que aunque no era guagua, su "motor" era, como el de los transportes que hoy nos recuerda Fina, un noble caballo. Como siempre, recuerde que puede hacer clic en las imágenes para ampliarlas.Las Guaguas de CaballosNo fue hasta después de la segunda década del siglo actual [XX], que desapareció de nuestro ambiente pueblerino, este medio de transporte de pasajeros entre Santiago y la capital, así como con los pueblos comarcanos. Todavía recordamos este rudimentario servicio, movido por fuerza animal, que constituía el principal medio de comunicación. Fresca está en la mente, aquella vieja estampa de las guaguas de caballos, que tanto nos emocionaba en las días infantiles y pasa por la cinta del recuerdo, aquel vehículo tirado por una pareja de caballos que guiaba el guagüero, el que a ratos hacia estallar en el aire el cuero, para estimular la marcha de las bestias, que levantaban una densa nube de polvo a lo largo de la rústica carretera. Esta primitiva guagua tenía la entrada por la parte posterior, a la que subía por una pequeña escalerilla, que daba acceso a dos asientos a lo largo de la misma, teniendo los pasajeros que ir sentado uno frente a otro. La piquera estaba situada en la Plaza de la Iglesia y existieron algunos “trenes de guaguas”, como se les denominaba, uno de los cuales estuvo en la calle 8 y 17, donde se encuentra hoy el Reparto “El Especial” y que fuera uno de los últimos que funcionara en esta población. Fue por el 1918, que se estableció la primera línea de ómnibus entre esta ciudad y la capital, sustituyendo el anticuado servicio de guaguas de caballos. Entre las primeras rutas de guaguas de motor que prestaron servicio a los vecinos de esta población recordamos, la de Llovio; “La Aliada”, de Cardo y Acosta, entre Bejucal y La Habana; y “La Santiaguera”, de Higinio Martínez, entre esta ciudad y la capital (arriba; fíjese que esa, igual que las guaguas de caballos, se montaba por una escalerilla trasera).
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