El palomar de Vázquez

Una de las cosas más peculiares de nuestra ciudad, durante la segunda mitad del pasado siglo (XIX), lo era el llamado Palomar de Vázquez (a la derecha, en 1882), situado junto a nuestra bicentenaria Iglesia Parroquial, en los terrenos que ocupa actualmente (a mediados del siglo XX) la Farmacia “Mora”. Con este nombre era conocida la casa donde residía Don Manuel Vázquez, dedicado a la composición de relojes. Aquella casa situada en lo más céntrico de la ciudad, fabricada de tablas y tejas, contaba de dos plantas, siendo por entonces la única fabricación de dos plantas a todo lo largo de la calle principal del pueblo, que ostentaba el nombre de Compostela, en honor al Obispo Diego Avelino de Compostela, fundador de nuestra Iglesia y que posteriormente se le cambiara el nombre por el de Avenida Arencibia, en honor al Coronel Dionisio Arencibia y Pérez que tanto se distinguiera en la guerra de independencia y que ocupara la alcaldía durante varios años. Los vecinos le dieron este nombre a la citada casa; no tanto sólo por su parecido con un palomar; sino por que el relojero del pueblo era amante a la cría de palomas y contaba con una variedad de ellas, que formaban un verdadero enjambre y que llamaba la atención de los transeúntes que pasaban por el lugar. Aquella modesta pero original vivienda atraía la atención curiosa del vecindario, que además veían en Don Manuel un hombre un tanto excéntrico y anacoreta, encerrado en su torre de marfil, en compañía de sus palomas. Allí a la vera de la Iglesia y en contraste con las altas torres, que se erguían junto a los gruesos y rústicos paredones del templo, aquella sencilla residencia, un tanto fabulosa, conocida por el Palomar de Vázquez y sobre la cual los vecinos han tejido leyendas y fantasías. El Palomar de Vázquez fue durante muchos años un motivo de curiosidad y de comentarios de los que la conocieron en épocas pasadas.

-Francisco Fina García, en Tradiciones y Leyendas