lunes, 28 de enero de 2008

Carta de Martí a un Santiaguero

En ocasión del 155 aniversario del natalicio del Héroe Nacional de Cuba, Jose Martí y Pérez, publicamos la carta que con fecha 27 de Octubre de 1894 dirigiera el Apóstol a Don Eduardo Hidalgo Gato, santiaguero emigrado en Cayo Hueso. Sirva para rendir homenaje no solo al Apóstol, sino a todos aquellos coterráneos que con su entusiasmo patriótico, su aporte económico y su sangre en los campos insurrectos contribuyeron a expulsar de Cuba la tiránica bota de España.

27 de Octubre de 1894 Sr. Eduardo H. Gato ¿Quién sabe como Ud., que ya no me queda esfuerzo por hacer, y todo puedo hacerlo con el servicio glorioso que le pido?;-¿quién como Ud., sabe que no le pediría el servicio sin necesidad mortal, y que es fácil su inmediata satisfacción?;-¿quién tiene de mi lastima justa que me tiene Ud.,--- me obligara más a la hora en que debo estar más callado, y parecer que nada hago, a revelar mi angustia y mis hechos, solicitando de corazones empedernidos, puesto que ya a los pobres nada tengo que pedir, --- los $ 5,000 que sé de atrás que me habrían de faltar, y que me faltan, y que me librarían de toda angustia, y cuyo pago dejaré yo garantizado, si se los quiere adelantar a Cuba el corazón generoso de Ud.?--- ¡Ah!, amigo, con eso, que tranquilidad en estos últimos instantes! ¡Sin eso, que terrible agonía! Semanas acaso, días acaso, me faltan nada más. Todo me es fácil, si con desembarazo y sin indicar a nadie lo que hacemos, por mis súplicas de ayuda, puedo desenvolver el plan desde tanto tiempo meditado, y que está ya en sus últimas líneas. Todo minuto me es preciso para ajustar la obra de afuera con la del país. ¿Y me habré de echar por esas calles despedazado y con náuseas de muerte, vendiendo con mis súplicas desesperadas nuestra hora de secreto, cuando Ud. con este gran favor, puede darme el medio de bastar a todo con holgura, y de encubrir con mi serenidad mis movimientos? Como un perro infeliz vivo, y no me quejo, desde que empecé este trabajo de salvación; y Ud. que lo ve todo, que lo sabe todo, que ama a Cuba, que me ve padecer, ¿me dará estos momentos ---acaso los últimos de mi vida---de gloria y de respiro, o me dejará solo en mi dolor y responsabilidad, rodeado de hombres que ya han hecho cuanto podían hacer, arrastrándome, y mendigando, por salvarle a su patria, suplicando en vano, lamiendo la tierra, lo mismo que un perro? Lo haré si Ud. quiere. Ojalá no lo tenga que hacer. Yo de estas cosas hablo mal. Doy cuanto tengo --- el bienestar que tuve, y mi vida ---. Se dar más que pedir. Pero con Ud. me siento más a mis anchas: Ud. es de mi raza, de la raza de hombres que se levantan solos, y de la crueldad y abandono del mundo, sé empujar hasta la altura desde donde se puede derramar el bien. Ud. ama el trabajo y no ve la riqueza sino como el triunfo de el; Ud. sabe que yo admiro en Ud., con cierto apego de hermano, la bravura con que se ha hecho paso por entre los hombres y el espectáculo magnífico del desvalido que, sin más apoyo que sus manos de trabajador, ha ido ganando, una por una, tantas batallas a las enemistades de la tierra. Ud. defiende la riqueza que con tanto trabajo ha levantado, pero siempre me ha dicho, con acento que guardo con agradecimiento en el corazón: “¿Y Ud. cree que si mi patria necesita de mi en un momento supremo para su libertad yo seré capaz de negarle mi esfuerzo?” No; Ud. no es capaz. Por eso he esperado la hora de la plena convicción de Ud., y de la necesidad absoluta. Si Ud. puede adelantar $ 5,000 a la Delegación, ella puede inmediatamente atender con desahogo a los planes que realiza. Si Ud. no los adelanta, será indecible la amargura en que me verá y no podré realizarlos por completo. Ya no es tiempo de cartas ni de más súplicas que éstas que desde mis entrañas le hago. A cada instante, desde el miércoles próximo, el 2 de Noviembre, puedo ya necesitar esa suma. En el instante, pues, de desatarlo todo, --- todo a la vez y, con la felicidad y unanimidad que Ud. conoce, --- ¿se me trastornará todo por la escasez, por faltarme el auxilio de Ud. --- o se podrá emprender de nuevo la revolución de Cuba, gracias al auxilio de Ud.?—A dos condiciones está sujeto el préstamo que pido a Ud. – No usaré de el, sino en el caso indudable, y con el último detalle en mi mano, de echar a Cuba, nuestra parte de la revolución.—La suma me será entregada – para evitar la malignidad humana – por la persona que Ud. indique, y con esta persona, quedará obligada la Delegación a pagar, por Tesorería, esa cantidad – como obligación primera y única, salvo otra de $ 1,000 a que se atenderá en West Tampa,-- de los productos de las emigraciones, que Ud. sabe a lo que montarán cuando haya estallado la guerra en Cuba.—Y si sucediese, lo que no parece que pueda suceder; si a la vez fuese extinguida la revolución adentro y la ayuda que le llevaremos, y yo quedase vivo – yo que valgo $5,000 -- y que acabo de dar a mi patria ocho mil que ganaba por año, -- yo que soy pobre y tengo honor, quedo personalmente responsable a abonarle esa suma.—Aunque esto es caso innecesario y como imposible; puesto que ella no se ha de emplear sino cuando, como ahora, ya no quede duda alguna del concurso de la Isla y del extranjero. Y el favor que le pido es tan urgente – y tal responsabilidad pesa sobre mí – y todo lo tengo ya hasta el punto que me sería en verdad imposible dejar de pedir a Ud. que me avisara por cable a Barranco, la palabra Compre, si Ud. para gloria suya y satisfacción de su amor de hijo a Cuba, puede hacerle este servicio; y si no puede, yo me he de echar como un perro por la calles, ponga a Barranco la palabra Venda, una u otra firmada Luís. Imagine la ansiedad con que espero. Necesito saber, para proyectar lo que debo – que ya nada puede ser, en el caso que me falte la esperanza que en Ud. pongo. —Si me dice Compre ya no hay dificultades para mi. Ojalá viniera Ud. a atender a esto por si o cambiar detalles, y darme el gusto de verlo. Mida mis angustias y mi tiempo escaso. Si le escribo más, me parece que le ofendo. Ud. es hombre capaz de grandeza; esta es su ocasión. ¿Le prestaría a un negociante $5,000 y no a su Cuba? Déme una razón más de tener orgullo de ser cubano. De: Jose Martí. Obras Completas. Edición Conmemorativa del Centenario de su Natalicio, Volumen I. Editorial Lex, La Habana, Cuba. 1953. pp.471 y sig.
Como usted recordará, recientemente publicamos un texto extraído de las Tradiciones y Leyendas de Francisco Fina García que habla precisamente de la generosidad de Don Eduardo Hidalgo Gato con respecto a la causa de la libertad de Cuba; si desea volverlo a leer, haga clic sobre su imagen a la derecha.

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