miércoles, 10 de octubre de 2007

Santiago, Ciudad Culta: El Grupo Selección

El abogado y contador Leonardo Gravier, quien hace unos días contribuyó varias importantes e históricas fotografías que aparecen más abajo en el artículo "¡Extra! Nuevas Fotos Viejas", ha respondido con admirable velocidad a nuestra sugerencia de que contribuyera un artículo sobre el grupo cultural "Selección" que fundara su padre, el intelectual santiaguero Gabriel Gravier, que tanto contribuyó al desarrollo cultural de nuestro pueblo.

Es tan completa su presentación, que le pasamos el micrófono sin más preámbulo:

La Cultura y el “Grupo Selección”
de Santiago de las Vegas


Por Leonardo Gravier

Corrían los años posteriores a la Primera Guerra Mundial; Europa y América desarrollaban gran actividad en la reconstrucción material y espiritual. En las letras españolas de ambos continentes bullía el intelecto como pocas veces antes. La famosa “Generación del 98” que en sentido lato abarcaba a Ganivet, Menéndez y Pelayo, Unamuno, Valle Inclán, Baroja, Maeztu, los Machados, Zuloaga, Azorín, Benavente y Ortega y Gasset; se ensanchaba en Cuba también con pensadores de otras latitudes como D’Annunzio (de Italia) y con una pléyade de literatos y artistas de nuestra América.


Santiago de las Vegas, por su cercanía con la capital, disfrutaba del contacto con todas las luminarias de cultura que visitaban a La Habana. Jóvenes santiagueros con grandes inquietudes intelectuales estaban inmersos en aquel medio. Se reunían en distintos lugares y horas, ya que todos trabajaban o estudiaban, compartían nuevos conocimientos y competían con sus poemas o ensayos. De esos inquietos jóvenes se nutrían las secciones culturales del CIR, la Biblioteca Más Luz, El Club Atlético y otros. Se hicieron eco de iniciativas de otros países, difundidas en La Habana por informados periodistas, y las pusieron en práctica; ejemplo de ello fue la celebración por primera vez en Cuba del Día de las Madres. En resumen, fueron frutos tardíos de la “Belle Époque”, por sus apegos al refinamiento, a las bellas artes, a la urbanidad y al lenguaje selecto. Entre los muchos santiagueros que se entregaron a este pasatiempo intelectual había hombres de todas las clases sociales y oficios: tabaqueros; estudiantes o graduados universitarios, blancos o negros; empresarios, anarquistas o socialistas, jóvenes o menos jóvenes, etc. Marcelo Salinas, Panchito Montoto, Panchito Simón, Luís Beiro, Alfonso Pérez, Rubén Pérez, Luís Pérez, Gabriel Gravier, Arturo Doreste, Pedro Acevedo, Jesús Romero y tantos otros que harían muy extensa la cita, formaron grandes tertulias literarias.

Mi padre, Gabriel Gravier, comenzó a reunirse con un pequeño número de aquellos intelectuales. Recuerdo sus reuniones en el patio de mi casa. El patio era grande, acogedor y rodeado de flores y enredaderas, (jazmines, gloria de la mañana o galán de noche), alumbrado por algunas lámparas y por la Luna que tanto inspira a soñadores y poetas. Aunque lloviera, las tertulias no se suspendían, se trasladaba la reunión para la amplia sala y la contigua saleta de mi casa. De lo acogedoras de aquellas veladas escribió Ana María Borrero una preciosa crónica en la revista Vanidades de aquella época. Mi padre, sin muchos recursos económicos, agasajaba a esos amigos con un ponche preparado por él en una tinaja de barro, donde además de naranjas y otras frutas se vertían bastante ron y coñac. También se repartían galleticas untadas con una pasta de varios ingredientes. A medida que esas veladas se hicieron más interesantes y numerosas, mi padre llamó a los asistentes, “El Grupo Selección”.

Esa agrupación de hombres, a la que ya se sumaban damas interesadas en la cultura, era gratuita. Era informal, y la intervención de los que harían presentaciones, recitarían, tocarían algún instrumento musical, o simplemente comentarían alguna experiencia interesante o lectura provechosa, era totalmente voluntaria. Nadie estaba obligado a participar, mas todos en algún momento u otro, querían hacerlo. Nunca olvidaré “La bella Cubana” de White que tocaban a dúo de violín mi padre y mi hermano Gabrielito.

Ya el grupo comenzaba a incluir personas que no eran de Santiago. Venían de Calabazar el Dr. Gregorio Vázquez Pérez y otros, y de La Habana muchos miembros de “Los Poetas del Cerro”. Las tertulias debían terminar antes de que saliera la última guagua para La Habana (la confronta). Muchos de aquellos miembros se habían relacionado con poetas de la talla de Federico García Lorca, con músicos como Hipólito Lázaro y con novelistas de la fama de Rómulo Gallegos. Se ampliaban las invitaciones a participantes con más nombre y proyecciones nacionales e internacionales. Ya desde mi dormitorio, donde me ponían a dormir temprano, no escuchaba a los recitadores, a los guitarristas o a los oradores; ya no iban a mi casa, ésta quedaba pequeña. Las veladas se hicieron más concurridas, ya más bien eran actos en los que se usaban los salones del CIR., Más Luz o el Club Atlético. Me gustaba ir a los actos, y para complacer a mi padre siempre estaba en primera fila.

Los grandes colaboradores del Grupo Selección, junto a mi padre, siempre fueron Panchito Simón, Rubén Pérez y Alfonso Pérez. Amigos de mi padre de La Habana como Marino López Blanco (con muchos amigos intelectuales por sus contactos políticos y financieros) y varios miembros de “Los Poetas del Cerro”, contribuyeron a invitar y lograr la participación de importantes personalidades. Mi padre siempre apareció en todas las invitaciones como Presidente, mas no tengo noticias de que esto le hubiese molestado a alguien o que alguno de los miembros del Grupo Selección hubiese estado en la disposición de asumir tal posición que demandaba tiempo, relaciones y gastos (sobre todo en la impresión de invitaciones y cuadernos). Se publicaron varios cuadernos y monografías por diferentes miembros; el primero de los cuadernos se publicó en Septiembre de 1946: José Cabrera Díaz: Contenido y Contorno, por Gabriel Gravier.

Recuerdo haber conocido poetas como Andrés Eloy Blanco y Ángel Lázaro entre otros; políticos como Luís Jiménez Grullón (dominicano y autor de “Una Gestapo en América”). También a músicos como Rodrigo Prats y Sindo Garay; guitarristas clásicos como el famosos Juan Mercadal y a un mulato flaco, casi desconocido, con unos dedos tan largos que casi ocupaban el mástil con todos los trastes; éste interpretó magistralmente numerosas piezas de Tárrega. Oí cantar muy de cerca de Maria Teresa Vera y en el estudio de Concha Ferrant la ví pintar. Aunque vino al Grupo Selección a hablar, no recuerdo haber conocido a don Eduardo Ortega y Gasset, político y jurista; había sido gobernador civil de Madrid y era hermano del filósofo don José. Hubo veladas con recitadoras y cantantes como Carmina Benguría y la gran Zoraida Marrero.

En el Club Atlético presentó el Grupo Selección a Benito Pavón, famoso criminalista español, miembro del Tribunal Supremo, de paso por La Habana. Dio una conferencia sobre temas de sociología criminal. Yo tendría unos diez años de edad y no había entendido la mayor parte del discurso. No obstante, al igual que muchos de la audiencia, al terminar el orador fui a felicitarlo. Muy sorprendido al verme, me estrechó la mano y me preguntó: “¿Entendiste mi explicación?”; yo le contesté – “Por supuesto don Benito”.

En otro acto, creo que sobre Antonio Maceo, presentaron a un joven y talentoso orador; se llamaba Amalio Fiallo. Mi padre lo presentó y acto seguido empezó el joven a pronunciar un discurso con una vehemencia y una oratoria digna de un Vergniaud o un Castelar. Para sorpresa de todos, a mitad del discurso, cayó redondo al suelo, desmayado. Todos corrieron a socorrerlo, se suspendió el evento, pero rápidamente se recuperó el orador y pidió que lo llevaran de regreso a La Habana. Muchos suspicaces miembros del público aseguraron que al orador se le había olvidado el resto del discurso y había fingido el desmayo.

Con la exhibición de pinturas de Concha Ferrant pasó mi padre un gran susto. Como el estudio estaba en Guanabacoa consiguió un jeep de la Estación Agronómica con chofer. Montamos en el vehículo, sin techo, cuantas pinturas cupieron y salimos para Santiago, mi padre, el chofer y yo. Llegando al crucero de Armada comenzó un aguacero torrencial. En lo que pusimos la capota al jeep, mi padre cubrió los óleos con su propia chaqueta. Afortunadamente, las pinturas no se mojaron; nosotros sí nos empapamos. Concha nunca se enteró del incidente.

El Grupo Selección auspició en 1957, en el patio de la Biblioteca Más Luz, (siendo mi padre Presidente de dicha biblioteca), la presentación de una obra teatral completa de Federico García Lorca.

Santiago de las Vegas amplió su cultura tanto con el Grupo Selección como con todas las otras revistas y periódicos que se publicaron. También tuvo su estación de radio y actividades culturales de las cuatro sociedades locales. Pero una de las invenciones que más contribuyo al engrandecimiento de la cultura en Cuba y especialmente en Santiago de las Vegas (aunque no se le haya dado el debido reconocimiento) que la creación del “lector de tabaquería” desde 1865.

El santiaguero, en nuestra época de oro, estuvo siempre muy bien informado y educado.
 
--Leonardo Gravier
Miami, Florida
4 de octubre del 2007

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