lunes, 17 de noviembre de 2008

Homenaje al tirapiedras

por Giraldo Raymond de Con El próximo año los Reyes Magos tendrán un serio problema para satisfacer los deseos de mi hijo pequeño, quien en su carta enviada con suficiente antelación les pide un tirapiedras igual al que tenía su padre cuando niño, entre una Nintendo DS, una WII y la siempre presente bici ha incluido un juguete pre-histórico que de seguro será una ardua tarea para los Reyes venidos del Oriente.

Sin ninguna evidencia científica hay quien asevera que ya los hombres del paleolítico utilizaban este artefacto para cazar aves y animales pequeños, para ello utilizaban la típica horquilla de un árbol y de goma podrían haber utilizado algún musculo flexible o tripas de algún animal. Informaciones contrastadas testifican que a partir de 1472 cuando Sir Percival Goffman inventó la goma elástica los tirapiedras, tirachinas, gomeru, slingshot o fisga según las diferentes culturas dieron riendas sueltas a la imaginación humana, y su utilización ha sido muy variada desde el juego y la caza hasta alguna que otra batalla.

En nuestra niñez, todas recordamos haber sido propietario de un tirapiedras. Preferíamos la horquilla de guayaba por su geometría precisa, resistencia y flexibilidad; de goma utilizábamos las cámaras viejas y si eran rojas mejor. Eramos un azote para las palomas rabiches o las pequeñas tojositas. ¿Cuántos cristales habremos roto? Claro, siempre “sin querer”. El tiro al blanco era la más noble de nuestras ideas.

Hoy en día los tirapiedras son mucho más sofisticados. Se ha convertido en deporte de precisión y hasta algún soñador pretende que sea incluído como deporte olímpico. No obstante seguimos prefiriendo aquella horquilla de guayaba como regalo perfecto de la naturaleza. En la posdata de la carta de mi hijo le sugerimos a los reyes que pasaran por Santiago de las Vegas, allí quizás lo encuentren.

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