jueves, 4 de septiembre de 2008

La casona de 2 y 11

Después de leer el bello relato de Francisco Fina sobre la casa de sus abuelos en Santiago de las Vegas, nos escribe Carlos Valiente Romero desde Tampa con sus propios recuerdos de esta imponente edificación colonial:

Con respecto al escrito del insigne historiador santiaguero Francisco Fina García "La casona de mis Abuelos", les informo que si los detalles y recuerdos de nuestra familia no nos fallan... esa casa fue adquirida (circa 1917) por mis abuelos Canuto Valiente Villarreal y Eduvigis Montes de Oca Díaz, joven pareja que como emigrados cubanos se casaron en la histórica ciudad de Tampa en 1894. En esa casa, según cálculos construída a mediados del siglo XIX, se albergaron con su larga familia de nueve hijos (cinco niñas y cuatro niños ), entre ellos mi querido padre Belarmino Valiente Montes de Oca, entonces con 7 años de edad, todos ellos supervivientes de un total de 14 hijos, ya que cinco de ellos murieron en su temprana infancia. Esa amplia y típica casona sirvio de hogar de casi toda nuestra extensa familia hasta principios de los años 50, y era conocida por todos nosotros, la segunda generación de esa familia, como la querida y entrañable... "Casa de Abuela".
El "estrecho y largo comedor" en la Nochebuena de 1948. Carlos aparece sentado al pie de la mesa, alzando su vaso en celebración del primer lugar que se ganó ese día El Habana en el campeonato de béisbol de Cuba. La abuela Eduvigis aparece de pie hacia el fondo a la izquierda. A la izquierda también, la romántica ventana de celosías y vitral, y al fondo, uno de los dormitorios con su cama típica de la época. Abuela, por cierto, era una mujer muy culta, que había estudiado en una escuela de monjas. Durante el Machadato, escribía pseudónimamente sátira política en la publicación habanera "La Política Cómica". Pero lo que más recuerdo es que cada Nochebuena, tenía la costumbre de dedicarnos un versito de su inspiración a cada miembro de la familia. Muchas veces estos versos, como era de esperar, reflejaban el carácter de la persona; en mi caso, como yo desde temprana edad mostré interés en la industria bancaria (con mi alcancía, inauguré mi propio "Banco La Victoria", prestándole por ejemplo un medio a un primo, y luego cobrando ¡siete centavos!), por este carácter mío Abuela en una ocasión me puso "Sixto Mestre", nombre de un santiaguero conocido por su buena posición económica... y su férreo control de su dinero. Sixto, por cierto, sufrió una muerte trágica, como nos cuenta Ismael Balido en su interesante relato Un Crimen en Santiago. La "Casa de Abuela", o por lo menos lo que queda de ella, está situada en la calle 2 esquina a 11 (antiguamente su dirección de correo era calle 2 No. 107), y como bien lo señala Paco Fina, yo también la recuerdo como él la explica, por lo menos hasta mediados de los años 40 cuando se hicieron algunos cambios en "el estrecho y largo comedor" que por su mal estado después del ciclón, sustituyeron las persianas y la bella celosía que daba al patio por una pared de ladrillos.
Según me contaban mi padre y mis tías, Abuelo Canuto llegó a tener en las dos últimas habitaciones al final del traspatio (antiguamente, barracones para la servidumbre; la casa original tenia un zaguán o cochera, el estrecho y largo comedor, una muy amplia sala, cinco cuartos, una gran cocina, y patio y traspatio), un chinchal de tabaquería que funcionaba bajo el nombre de Tabacos "El Premio", y que como muchos otros pequeños negocios, desapareció al inicio de la Gran Depresión de los años 30. Una nota final de interés: a principio de los años 50, la "Casa de Abuela" fue la primera en Santiago en tener televisor, y ¡había que ver la cantidad de personas que llegaban para ver el nuevo fenómeno tecnológico! Son recuerdos como ése los que conservo de esa casona colonial, que bajo su alto puntal reunió tantas generaciones de familia y amistades. Si se le puede agradecer a una estructura de mampostería el haber existido, yo, al igual que Francisco Fina García, le agradezco al número 107 de la calle 2 algunos de los momentos más bonitos de mi vida. - Carlos Valiente Romero / Tampa, Florida

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