lunes, 11 de agosto de 2008

Sopa de Palmiche

¿Recuerda a Don José, el inocente vendedor de viandas al que le vendieron una lechuza por gallo inglés? Pues bien, hoy nos cuenta Francisco Fina García que el pobre "gallego" fue víctima de más de un timo:

Una sopa de palmiche
Otro de los originales hechos ocurridos a Don José en su corta carrera de improvisado comerciante y que ha recogido nuestra tradición, se cuenta éste que vamos a narrar. Una tarde se presentó en la “venduta” de Don José un joven, solicitando una libra de palmiche, a éste siguió otro y de esta manera desfilaron varios haciendo demanda de dicho grano. No tardó mucho tiempo en que hiciera su entrada en el establecimiento un señor, que con toda seriedad le propuso la venta de un racimo de palmiche a lo que aceptó el inocente Don José, en virtud de que tendría inmediata venta; pues tenía una gran demanda, según había podido deducir por las varias personas que le visitaban para adquirirlo, no sin antes interrogar al vendedor el uso, a lo que respondió presto su interlocutor: “Esto sirve para sopa, con él se hace un caldo riquísimo”. Terminada la operación se marchó el avispado señor con unos reales en el bolsillo y el infeliz Don José, cogiendo el pesado racimo, lo depositó en la parte baja del armatoste, en espera de la numerosa clientela. Varios días pasaron de aquel acontecimiento, sin que nadie se personara en el establecimiento para comprar el alimenticio grano, que en nuestro país se emplea para cebar puercos. En vista de que no se vendía y ya se estaba echando a perder, quiso el comerciante aprovecharlo y una tarde se decidió a confeccionar una sazonada sopa para la comida, que el mismo cocinaba, ya que vivía solo en aquella estrecha y pequeña accesoria de la calle once. Terminada la sustanciosa sopa de palmiche y siendo la hora de comer, se sentó a la mesa e inició la operación comida. Pasadas unas horas de la suculenta comida y “exquisita” sopa de palmiche, comenzó Don José a sentir fuertes dolores de estómago, y ante cuyos quejidos acudió uno de los vecinos para auxiliarlo; pero cual no sería su sorpresa al manifestarle el aprovechado Don José, que se había comido unos platos de sopa de palmiche. -Francisco Fina García, en Tradiciones y Leyendas

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