miércoles, 27 de febrero de 2008

El Aguador

¿Puede imaginarse un mundo sin agua municipal en su cocina y baño? Pues bien, nuestros antepasados santiagueros no la tenían, y como se dice en buen cubano, tenían que "resolver". Francisco Fina García, en su importante obra de mediados del siglo XX, nos cuenta cómo se conseguía el imprescindible líquido en la época colonial.


El Aguador
"Entre la variada gama de los tipos populares de antaño, que el impulso creador del progreso ha barrido, convirtiéndolo en una vieja estampa del pasado, figura El Aguador. Su importancia tuvo vigencia plena, en aquellos tiempos, en que nuestra ciudad carecía de acueducto y el servicio de agua era prestado por pipas, que recorrían las calles de la población, para vender a los vecinos el indispensable y precioso líquido, al costo de 2 ó 3 centavos la lata. Recordamos aquellas escenas callejeras de la pipa estacionada en la esquina y el enjambre de vecinos con sus cubos y latas haciendo cola junto a la pipa, para proveerse del inodoro e insípido líquido. Otro aspecto del servicio de agua, consistía en recorrer las calles, visitando los hogares del vecindario, para servirles la cantidad solicitada, que depositaban en tinajas y tinajones, cosa de que fuera suficiente para los distintos empleos caseros. Debido a la distancia que separa nuestra ciudad del río que atraviesa el poblado de Calabazar, nuestros antepasados estaban obligados a utilizar agua de pozo, existiendo dos de ellos, que eran los que prestaban este servicio, uno conocido por “El Pozo Blanco”, propiedad de Don Ramón Blanco y el otro llamado “Villarino”, propiedad de Don Antonio Gacio Tarrío, el primero ubicado en esta población, y el segundo, en las proximidades de la Tabernita. No creemos preciso apuntar, la escasez de agua para las necesidades más perentorias del hogar y la escrupulosidad y el ahorro del cristalino líquido, a que estaban obligados a realizar los consumidores, ya que de agotarse el mismo, tenían que esperar al siguiente día, en que apareciera este personaje con su clásico grito de ¡“Aguador”! “Cualquier tiempo pasado fue mejor”; pero en realidad, en lo que se refiere a este punto, nos parece, que no piensan así, los que tienen en nuestros días el privilegio de disfrutar de las comodidades, que el progreso ha puesto a nuestro servicio". - Francisco Fina García, en Tradiciones y Leyendas

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